EXTRACTOS DE:
Significado de la defensa nacional desde el punto de vista militar
“La Nación en Armas”
Conferencia del Coronel Juan Domingo Perón
Colegio Nacional de la Universidad de La Plata
10 de junio de 1944
Para inaugurar la Cátedra de Defensa Nacional
El tema que me ha
sido propuesto, “Significado de la defensa nacional desde el punto de vista
militar”, lo considero muy conveniente para esta disertación, porque me
permitirá analizar el cuadro de conjunto del problema de la defensa nacional,
dejando para más tarde el estudio detallado de sus aspectos parciales.
Las dos palabras,
Defensa Nacional, pueden hacer pensar a algunos espíritus que se trata de un
problema cuyo planteo y solución interesan e incumben únicamente a las fuerzas
armadas de una nación. La realidad es bien distinta. En su solución entran en
juego todos sus habitantes; todas las energías, todas las riquezas, todas las
industrias y producciones más diversas; todos los medios de transporte y vías
de comunicación, etc., siendo las fuerzas armadas únicamente, como luego veremos
en el curso de mi exposición, el instrumento de lucha de ese gran conjunto que
constituye ‘la Nación en armas’.
...
La preparación de
la defensa nacional es obra de aliento, y que requiere un constante esfuerzo
realizado durante largos años. La guerra es un problema tan variado y complejo,
que dejar todo librado a la improvisación en el momento en que ella se
presente, significaría seguir esa política suicida que tanto criticamos.
No olvidemos que
si nos vemos obligados a ir a una guerra, y lo que es más grave, la perdemos,
necesariamente nos convertiremos en lo contrario de una nación pacifista,
asumiendo el papel de un país que busca reivindicaciones en pro de la
recuperación del patrimonio de la nación y del honor mancillado.
...
El concepto de la
“Nación en armas o guerra total”, emitido por el mariscal von der Goltz en
1883, es, en cierto modo, la teoría más moderna de la defensa nacional, por la
cual las naciones buscan encauzar en la paz y utilizar en la guerra hasta la
última fuerza viva del Estado, para conseguir su objetivo político.
...
Ya no bastan
generales y almirantes geniales, con ejércitos y flotas eficientes, para
conquistar la victoria. A su lado, los representantes de todas las energías de
la Nación tienen un rol importantísimo que jugar en la dirección de la guerra;
y muchas veces, son ellos los que orientan la conducción de las operaciones de
las fuerzas armadas.
...
La actual
contienda, con el considerable progreso técnico de la aviación, nos muestra la
expresión más acabada del concepto de la ‘Nación en armas’.
...
Los pueblos de las
naciones en lucha, no se encuentran ya a cubierto contra las actividades
bélicas, dado que poderosas formaciones aéreas siembran la destrucción y la
muerte en poblaciones más o menos indefensas, buscando minar su moral y
destruir las fuentes del potencial de guerra de la nación enemiga. El panfleto
toma un lugar importante al lado de las tremendas bombas incendiarias y
explosivas, en la carga de los poderosos aviones de bombardeo.
...
Un país en lucha
puede representarse por un arco con su correspondiente flecha, tendido al
límite máximo que permite la resistencia de su cuerda y la elasticidad de su
madero y apuntando hacia un solo objetivo: ganar la guerra.
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Sus fuerzas
armadas están representadas por la piedra o el metal que constituye la punta de
la flecha; pero el resto de esta, la cuerda y el arco, son la nación toda,
hasta la última expresión de su energía y poderío.
En consecuencia,
no es suficiente que los integrantes de las fuerzas armadas nos esforcemos en
preparar el instrumento de lucha, en estudiar y comprender la guerra,
deduciendo enseñanzas de las diferentes contiendas que han asolado al mundo. Es
también necesario que todas las inteligencias de la Nación, cada una en el
aspecto que interesa a sus actividades, se esfuerce también en conocerla,
estudiarla y comprenderla, como única forma de llegar a esa solución integral
del problema que puede presentársenos; y tendremos que resolver, si un día Dios
decide que la guerra haga sonar su clarín en las márgenes del Plata. En
consecuencia, la decisión del Consejo Superior de la Universidad de La Plata, a
que antes me he referido, constituye, sin duda, un valioso escalón hacia esa meta
que debemos alcanzar.
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Los objetivos
políticos de las naciones, son una consecuencia directa de la sensibilidad de
los pueblos. Y debemos recordar que éstos tienen ese instinto seguro, que en la
solución de los grandes problemas los orienta siempre hacia lo que más les
conviene.
...
Los estadistas o
gobernantes, únicamente los interpretan y los concretan en forma más o menos
explícita y ajustada.
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Sólo aspiramos a
nuestro natural engrandecimiento, mediante la explotación de nuestras riquezas,
y a colocar el excedente de nuestra producción en los diversos mercados mundiales,
para poder adquirir lo que necesitamos.
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Deseamos vivir en
paz, con todas las naciones de buena voluntad del globo. Y el progreso de
nuestros hermanos de América, sólo nos produce satisfacción y orgullo.
...
Queremos ser el
pueblo más feliz de la Tierra, ya que la naturaleza se ha mostrado pródiga con
nosotros.
Acción de la diplomacia y conducción de la
política externa
La diplomacia debe
actuar en forma similar a la conducción de una guerra. Como ella, posee sus
fuerzas, sus armas, y debe librar las batallas que sean necesarias para
conquistar las finalidades que la política le ha fijado.
...
Si la política
logra que la diplomacia obtenga el objetivo trazado, su tarea se reduce a ello;
y termina allí, en lo que a ese objetivo se refiere.
Si la diplomacia
no puede lograr el objetivo político fijado, entonces es encargada de preparar
las mejores condiciones para obtenerlo por la fuerza, siempre que la situación
hagan ver como necesario el empleo de este medio extremo.
Fuerzas Armadas
Las naciones
tienen la obligación de preparar la máxima potencialidad militar que su
población y riqueza les permitan, para poder presentarla en los campos de
batalla, si la guerra ha llamado a sus puertas.
Los pueblos que
han descuidado la preparación de sus fuerzas armadas, han pagado siempre caro
su error, desapareciendo de la historia o cayendo en la más abyecta
servidumbre. De ellos, la historia sólo se ocupa para recordar su excesivo
mercantilismo, o los arqueólogos para explorar sus ruinas, descubriendo bellas
muestras de una grandiosa civilización pretérita, que no supo cultivar las
aptitudes guerreras de sus pueblos.
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La preparación de
las fuerzas armadas para la guerra, no es tarea fácil ni que puede improvisarse
en momentos de peligro.
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La formación de
reservas instruidas, sobre todo hoy, en que los medios de lucha han
experimentado tantos progresos y complicaciones técnicas, requiere un trabajo
largo y metódico, para que éstas adquieran la madurez y el temple que exige la
guerra.
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El arte militar
sufre tantas variaciones, que los cuadros permanentes del ejército deben
entregarse a un constante trabajo y estudio, que cuando la guerra se avecina,
no hay tiempo de asimilar.
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Las previsiones
para el empleo de las fuerzas armadas de la nación forman una larga y constante
tarea que requiere de cierto número de jefes y oficiales, estudios
especializados, que se inician en las Escuelas Superiores de Guerra, y
continúan después, ininterrumpidamente, en una vida de constante perfeccionamiento
profesional.
...
El conjunto de
estas previsiones contenidas en el plan militar, que coordina los planes de
operaciones del Ejército, la Marina y la Aviación, se realiza sobre estudios
básicos, que exigen conocimientos profesionales y generales muy profundos.
...
En dicho plan se
resuelve la movilización total del país; la forma en que serán protegidas las
fronteras; la concentración de las fuerzas en las probables zonas de
operaciones; el posible desarrollo de las operaciones iniciales; el desarrollo
del abastecimiento de las fuerzas armadas de toda suerte de elementos; el
desenvolvimiento general de los medios de transporte y de comunicación del
país; la defensa terrestre y antiaérea del interior, etc.
...
Como podéis
apreciar, esta obra, realizada en forma completa y detallada, absorbe la labor
constante de los organismos directivos de las fuerzas armadas de las naciones; y
de la exactitud de las mismas, depende en gran parte que la lucha pueda
iniciarse y continuar luego en las mejores condiciones posibles.
...
Si la guerra
llega, será la habilidad y el carácter del Comandante en Jefe y las virtudes
guerreras de sus fuerzas, las que tratarán de inclinar el azar de la contienda
a su favor; y no me refiero a la ayuda de Dios, porque ambos contendientes la
implorarán con igual fervor.
Las fuerzas
armadas de nuestra Patria realizan, en ese sentido, una labor silenciosa y
constante, que se inicia en los cuarteles de las unidades de tropa, buques de
la armada y bases aéreas, preparando dentro de sus posibilidades el mejor
instrumento de lucha. Y se continúa luego en sus institutos de estudios
superiores, para terminar en la labor directiva de sus estados mayores.
... es
indispensable, si no queremos vernos abocados a un posible desastre, que todo
el resto de la Nación, sin excepción de ninguna especie, se prepare y juegue el
rol que en este sentido, a cada uno le corresponde.
En nuestra lucha
por la Independencia y en las guerras exteriores que hemos sostenido, sin
asumir el carácter de nación en armas que hemos definido, podemos observar
grietas lamentables en el frente interno, que nos obligan a ser precavidos y
previsores.
...
Todos los años, un
elevado porcentaje de ciudadanos, al presentarse a cumplir su obligación de
aprender a defender a su patria, deben ser rechazados por no reunir las
condiciones físicas indispensables; la mayoría de los casos, originados en una
niñez falta de abrigo y alimentación suficiente. Y en los textos de geografía
del mundo entero, se lee que somos el país de la carne y del trigo, de la lana
y del cuero.
...
Es indudable que
una gran obra social debe ser realizada en el país. Tenemos una excelente
materia prima; pero para bien moldearla, es indispensable el esfuerzo común de todos
los argentinos, desde los que ocupan las más altas magistraturas del país,
hasta el más modesto ciudadano.
La defensa
nacional es así un argumento más que debe incitarnos para asegurar la felicidad
de nuestro pueblo.
Acción industrial
Ya la guerra
1914-18 nos mostró, y en un mayor grado aún la actual, la importancia
fundamental que para el desarrollo de la guerra asumen la movilización y el
máximo aprovechamiento de las industrias del país.
Conocido es el rol
que asumió Estados Unidos de Norte América en la anterior contienda y en la
actual, en que mediante la contribución de su poderío industrial se convierte
en el arsenal de las naciones aliadas, en el máximo esfuerzo por inclinar a su
favor la suerte de la guerra.
Todas las naciones
en contienda movilizan la totalidad de sus industrias, y las impulsan con
máximo rendimiento, hacia un esfuerzo común para abastecer a las fuerzas
armadas.
...
Es evidente qué
esta transformación debe ser cuidadosamente preparada desde el tiempo de paz,
solucionando problemas tales como el reemplazo de la mano de obra, la obtención
de materia prima, la transformación de las usinas y fábricas, el traslado y la
diseminación de las industrias como consecuencia del peligro aéreo, el
reemplazo y reposición de lo destruido, etc.
...
Al terminar la
contienda, las autoridades encargadas de dirigir la producción industrial
tienen ante sí un problema más arduo aún, cual es la desmovilización general de
las industrias, con los problemas políticos sociales derivados; asegurar la
colocación de losadlos aún en curso de fabricación; transformar, en el más
breve plazo posible, las industrias de guerra en productos de paz, para llegar
cuanto antes a la reconquista de los mercados en los cuales se actuaba antes de
empezar la contienda, etc. Todo lo cual exige una dirección enérgica y genial,
y la contribución de buena voluntad y esfuerzos comunes de industriales y masas
obreras.
...
Referido el
problema industrial al caso particular de nuestro país, podemos expresar que él
constituye el punto crítico de nuestra defensa nacional. La causa de esta
crisis hay que buscarla lejos para poder solucionarla.
Durante mucho
tiempo, nuestra producción y riqueza ha sido de carácter casi exclusivamente
agropecuaria. A ello se debe en gran parte que nuestro crecimiento inmigratorio
no ha sido todo lo considerable que era de esperar, dado el elevado rendimiento
de esta clase de producción, con relación a la mano de obra necesaria. Saturados
los mercados mundiales, se limitó automáticamente la producción; y por
añadidura, la entrada al país de la mano de obra que ella necesitaba.
El capital
argentino, invertido así en forma segura, pero poco brillante, se mostraba
reacio a buscar colocación en las actividades industriales, consideradas
durante mucho tiempo una aventura descabellada; y, aunque parezca risible, no
propia de buen señorío.
El capital
extranjero se dedicó especialmente a las actividades comerciales, donde todo
lucro, por rápido y descomedido que fuese, era siempre permitido y lícito. O
buscó seguridad en el establecimiento de servicios públicos o industrias
madres, muchas veces con una ganancia mínima, respaldada por el Estado.
...
La economía del
país reposaba casi exclusivamente en los productos de la tierra, pero en su
estado más incipiente de elaboración; que luego, transformados en el extranjero
con evidentes beneficios para su economía y desarrollo, en perjuicio de los
suyos, y entrar en competencia con los productos que se seguirían allí
elaborando.
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Esta acción
recuperadora debió ser emprendida, evidentemente, por los capitales argentinos;
o por lo menos, que el Estado los estimulase, precediéndolos y mostrándoles el
camino a seguir.
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Terminada la
contienda, muchas de estas industrias desaparecieron, por artificiales unas, y
por falta de ayuda oficial otras, que debieron mantenerse. Pero muchas
sufrieron airosamente la prueba de fuego de la competencia extranjera dentro y
fuera del país.
...
Pero esta
transformación industrial se realizó por sí sola, por la iniciativa privada de
algunos pioneros que debieron vencer dificultades. El Estado no supo poseer esa
videncia que debió guiarlos y tutelarlos, orientando la utilización nacional de
la energía; facilitando la formación de mano de la obra y del personal
directivo; armonizando la búsqueda y extracción de la materia prima con las
necesidades y posibilidades de su elaboración, orientando y protegiendo su
colocación en los mercados nacionales y extranjeros, con lo cual la economía
nacional se hubiera beneficiado considerablemente.
Para corroborarlo,
no me referiré más que a un aspecto. Hemos gastado en el extranjero grandes
sumas de dinero en la adquisición de material de guerra. Lo hemos pagado a
siete veces su valor, porque siete es el coeficiente de seguridad de la
industria bélica; y todo ese dinero ha salido del país sin beneficio para su
economía, sus industrias o la masa obrera que pudo alimentar.
Una política
inteligente nos hubiera permitido montar las fábricas para hacerlos en el país,
las que tendríamos en el presente, lo mismo que una considerable experiencia
industrial; y las sumas invertidas habrían pasado de unas manos a otras:
argentinas todas.
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Lo que digo del
material de guerra, se puede hacer extensivo a las maquinarias agrícolas, al
material de transporte, terrestre, fluvial y marítimo, y a cualquier otro orden
de actividad.
Los técnicos
argentinos se han mostrado tan capaces como los extranjeros. Y si alguien cree
que no lo son, traigamos a estos, que pronto asimilaremos todo lo que puedan
enseñarnos.
El obrero
argentino, cuando se le ha dado la oportunidad para aprender, se ha revelado
tanto o más capaz que el extranjero.
Maquinarias, si no
la poseemos en cantidad ni calidad suficiente, pueden fabricarse o adquirirse
tantas como sean necesarias.
A las materias
primas nos las ofrecen las entrañas de nuestra tierra, que solo esperan que las
extraigamos.
...
Si no lo tenemos
todo, lo adquiriremos allí donde se encuentre, haciendo lo mismo que los países
europeos, que tampoco lo tienen todo.
...
La actual
contienda, al hacer desaparecer casi en absoluto de nuestros mercados los
productos manufacturados extranjeros, ha vuelto a hacer florecer nuestras
industrias, en forma que causa admiración hasta en los países industriales por
excelencia.
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La teoría que
mucho tiempo sostuvimos de que si algún día un peligro amenazaba a nuestra
Patria, encontraríamos en los mercados extranjeros el material de guerra que
necesitásemos para completar la dotación inicial de nuestro Ejército y asegurar
su reposición, ha quedado demostrada como una utopía.
La defensa
nacional exige una poderosa industria propia, y no cualquiera, sino una
industria pesada.
Para ello, es
indudablemente necesaria una acción oficial del Estado, que solucione los
problemas que ya he citado, y que proteja a nuestras industrias, si es
necesario. No a las artificiales, que, con propósitos exclusivamente
utilitarios, ya habrán recuperado varias veces el capital invertido, sino a las
que dedican sus actividades a esa obra estable, que contribuirá a beneficiar la
economía y asegurará la defensa nacional.
En ese sentido, el
primer paso ya ha sido dado con la creación de la Dirección General de
Fabricaciones Militares, que contempla la solución de los problemas neurálgicos
que afectan a nuestras industrias.
...
Al mismo tiempo,
es necesario orientar la formación profesional de la juventud argentina. Que
los faltos de medios o de capacidad comprendan que más que medrar en una
oficina pública, se progresa en las fábricas y talleres, y se gana en dignidad
muchas veces.
Que los que siguen
carreras universitarias, sepan que las profesiones industriales les ofrecen
horizontes tan amplios como el derecho, la medicina o la ingeniería de
construcciones.
Las escuelas
industriales, de oficios y facultades de química, industrias electrotécnicas,
etc., deben multiplicarse. La defensa nacional de nuestra Patria, tiene
necesidad de todas ellas.
Acción comercial
El comercio, tanto
exterior como interior de cualquier país, tiene una gran importancia desde el punto
de vista de la defensa nacional.
Las naciones en
lucha buscan anular el comercio del adversario, no sólo para impedir la llegada
de abastecimientos necesarios a las fuerzas armadas, sino a la vida de la
población civil y a su economía. El bloqueo inglés y la campaña submarina
alemana, son una demostración en este sentido.
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Es necesario,
entonces, estudiar cuidadosamente durante la paz las condiciones particulares
en que el comercio podrá desenvolverse en tiempos de guerra, para desarrollar
una política comercial adecuada.
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En primer lugar,
es necesario orientar desde la paz las corrientes comerciales con aquellos
países que más difícilmente podrán convertirse en contendientes, en una
situación bélica determinada; ya que siendo el comercio una de las principales
fuentes de la economía y de las finanzas de la Nación, conviene mantenerlo a su
mayor nivel compatible con la situación de guerra.
...
Luego, deben
estudiarse los puertos por donde saldrán nuestros productos e ingresarán los
del extranjero. Se debe determinar cuáles son los susceptibles de sufrir
ataques aéreos o navales, los que pueden ser bloqueados con mayor facilidad,
etc., con el objeto de saber cuáles son los utilizables, y las ampliaciones
necesarias en sus instalaciones, para admitir la absorción de los movimientos
comerciales de los otros.
A continuación
habrá que considerar la forma en que dichos productos atravesarán el mar, a fin
de asegurarlos contra el ataque naval del adversario. Surge, como condición
óptima, la necesidad de disponer de una numerosa flota mercante propia, y de
una poderosa Marina que la defienda.
Se deberá estudiar
también la posibilidad de desviar el tráfico de productos a través de países
neutrales o aliados, con los cuales nos unan vías de comunicación terrestre,
como forma de burlar el bloqueo.
Análogo estudio
deberá efectuarse de los puntos críticos, sobre el que reposa el comercio
enemigo, para atacarlo y poder así paralizarlo o destruirlo, sea mediante el
ataque directo o por la competencia de productos similares en los mercados
adquisitivos, haciendo jugar todos los resortes que la política comercial
posee. Las “listas negras” constituyen un ejemplo significativo.
Lo manifestado
para el comercio marítimo debe, naturalmente, ser extendido a las comunidades
terrestres y fluviales con los países continentales.
...
Es necesario,
luego, extender las previsiones al desarrollo del comercio interno, asegurando
una distribución adecuada de los productos destinados a satisfacer el
abastecimiento de las fuerzas armadas y de la población civil, evitando la
especulación y el alza desmedida de precios.
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Las vías de
comunicaciones terrestres (ferrocarriles y viales) y las fluviales deben ser
cuidadosamente orientadas por una sabia política, que contemple, no sólo las
necesidades de tiempo de paz, sino también las de guerra, en forma similar a
las consideradas para el comercio marítimo. Además, habrá que considerar las
necesidades de las fuerzas armadas, no sólo para su abastecimiento, sino para
la movilización, concentración y realización de determinadas maniobras.
...
Terminada la
guerra, es necesario proceder a una desmovilización del comercio del país,
orientándolo hacia su cause normal de tiempo de paz, intentando la conquista de
nuevos mercados, etc., y ajustando todo a los resultados obtenidos en la
contienda.
...
De lo acertado de
estas previsiones, dependerá en alto grado la rápida desaparición de las crisis
y depresiones que fatalmente se presentan en los períodos de posguerra.
...
El sólo enunciado
de los problemas comerciales a que me he referido, basta para dar una idea de
la gravedad y trascendencia de los mismos, y de la necesidad de disponer de
verdaderas capacidades para resolverlos.
Acción económica.
La economía de la
Nación es de importancia fundamental para el desarrollo de la guerra. Las
riquezas del país son llamadas a su máxima contribución para asegurar el éxito
de la misma; y de la calidad y cantidad de producciones existentes dependerá
también en alto grado la financiación de la guerra.
Las posibilidades
del comercio exterior, las condiciones particulares de la economía de cada país
y el manejo de sus finanzas, requieren la más hábil conducción, para evitar la
ruina del mismo, a pesar de haber ganado la guerra.
...
El consumo de
productos en un país en guerra asume cifras fantásticas, y es necesario
estimular al máximo la producción de riquezas, a pesar de que la mano de obra,
la maquinaria y los útiles, las fuentes de energía y los medios de transporte,
se encuentran ya exigidos al máximo.
Es necesario,
además de estudiar la utilización de las propias fuentes de riqueza,
coordinarlas con las de los países aliados y con las de las regiones que se
provea conquistar o perder durante la contienda.
...
Indudablemente, la
movilización y transformación de la economía del país, con todos los intereses
que habrá que vencer, formas de explotación muchas veces antieconómicas que
será necesario establecer, la distribución adecuada de recursos, la
determinación de las importaciones indispensables y el orden de prioridad a
establecer en las mismas, la organización del trabajo y la utilización del
personal, adaptándolos a determinadas actividades, la utilización de los medios
de transporte y de comunicación, etc., son tareas muy complejas.
Al igual que en
las cuestiones analizadas anteriormente, los países, desde el tiempo de paz,
tratan de someter la economía de los probables adversarios a ciertos vasallajes
y a situaciones críticas, preparando verdaderas minas de tiempo que harán
explosión en el momento deseado.
...
Finalmente,
terminada la guerra, es necesario, como en los demás aspectos, transformar esa
economía de guerra tan especializada en economía de paz.
La transformación
que necesariamente debe producirse en las industrias, en la vida agropecuaria y
en todos los órdenes de la producción, es de tal naturaleza, que si no se han
adoptado con tiempo medidas previsoras, muy graves perturbaciones pondrán en peligro
la existencia misma de los Estados.
Acción financiera
Es indudable que
finanzas sanas desde la paz, facilitan notablemente la conducción financiera de
la guerra. La existencia de reservas metálicas de divisas, y un crédito
exterior e interior sano, son otros tantos factores de éxito a considerar.
...
La financiación de
la guerra sólo puede hacerse en base a cuidadosas previsiones, formuladas desde
la paz, ajustadas a las más variadas circunstancias que puedan presentarse.
Será necesario
efectuar una apreciación sobre el probable costo de la guerra, sobre el cual es
muy fácil que nos quedemos siempre cortos.
En el
establecimiento de las inversiones habrá que realizar la administración más
severa y estricta.
...
Será también
necesario realizar una guerra implacable a las finanzas de las naciones
adversarias especialmente atacando su crédito, su moneda y su sistema
impositivo.
CONCLUSIONES
Señores: esto es
lo que los militares entendemos por defensa nacional.
He pretendido
expresar en el curso de mi exposición, y espero haberlo conseguido, las
siguientes cuestiones:
1ª) Que la guerra
es un fenómeno social inevitable;
2ª) Que las
naciones llamadas pacifistas, como es eminentemente la nuestra, si quieren la
paz, deben prepararse para la guerra;
3ª) Que la Defensa
Nacional de la Patria es un problema integral, que abarca totalmente sus
diferentes actividades; que no puede ser improvisada en el momento en que la
guerra viene a llamar a sus puertas, sino que es obra de largos años de
constante y concienzuda tarea; que no puede ser encarada en forma unilateral,
como es su solo enfoque por la fuerzas armadas, sino que debe ser establecida
mediante el trabajo armónico y entrelazado de los diversos organismos del
gobierno, instituciones particulares y de todos los argentinos, cualquiera sea
su esfera de acción; que los problemas que abarca son tan diversificados, y
requieren conocimientos profesionales tan acabados, que ninguna capacidad ni
intelecto puede ser ahorrado.
Finalmente, que
sus exigencias sólo contribuyen al engrandecimiento de la Patria y a la
felicidad de sus hijos.”
Coronel Juan Domingo Perón