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domingo, 14 de junio de 2015

UNA VERSIÓN PREOCUPANTE. Por Eduardo Lualdi

UNA VERSIÓN PREOCUPANTE.

Por Eduardo Lualdi


Hace muchos años que nuestra organización, el FPyP y su Instituto de Estudios Nacionales, venimos siguiendo el tema de la expansión del narcotráfico.

En los últimos años, desde la década del ’90 y en particular en la propagandizada “década ganada” del kirchnerismo (gobiernos de los Drs. Néstor y Cristina Kirchner), esa expansión ha sido ascendente y vigorosa, posicionando a la Argentina como el tercer exportador de cocaína del mundo detrás de Colombia y de Brasil, de acuerdo a los datos oficiales de las Naciones Unidas.

Una de las claves es la transformación estructural que la Argentina sufrió a partir de 1976, con el golpe de Estado que derrocó al gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón. Esa transformación que liquidó la Argentina industrial, científica y tecnológica como señala el Dr. Julio C. González, se completó en la década del 90 cuando el menemato completó la política de entrega y sumisión nacional, combinada con una rendición incondicional ante el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, a través de los Acuerdos de Madrid negociados por Alfonsín-Caputo y firmados por Menem- Cavallo.

Los gobiernos de los Drs. Kirchner completaron la destrucción del sistema de defensa nacional, no solo de su instrumento militar, las FFAA, que quedaron subordinadas a esos Acuerdos (públicos y secretos) con los ingleses,  sino de todo el sistema de defensa nacional borrando incluso los lineamientos doctrinarios que rigen el accionar de cualquier sistema de defensa y de su instrumento militar, es decir, las hipótesis de conflictos que son rectoras de los objetivos que cualquier nación tiene para garantizar su independencia y soberanía. Los Drs. Néstor y Kirchner borraron de la doctrina militar la hipótesis de conflicto y muy en especial la que nos enfrenta con Inglaterra. La resultante: Argentina es un país indefenso y sin ninguna capacidad militar de defenderse ante la agresión externa, en particular, de la ocupación militar que el colonialismo británico ejerce, aspirando a colonizar más de 5 millones de kilómetros cuadrados de territorios argentinos.

La destrucción del sistema de defensa nacional incluyó la del sistema de defensa de fronteras, el aeropuerto de Joseph Lewis es un demostración palparía de esto. Y también lo es el retiro de las Fuerzas de Fronteras, Gendarmería Nacional Argentina y Prefectura Naval Argentina, de sus tareas específicas de custodias de la soberanía en las fronteras, para transformarlas en vulgares fuerzas policiales.

Argentina tiene una Fuerza Aérea que irónicamente se podría definir como un "aeroclub" de lujo, una Fuerza Aérea que desde hace siete años por lo menos, no produce pilotos caza en su nivel tres, capacitados para entrar en combate; su Armada es una institución incapacitada para custodiar la soberanía marítima la que se ha entregado, de hecho, al dominio soberano de facto del imperialismo inglés en su calidad de miembro especialísimo de la OTAN; se ha mantenido a rajatabla el cometido ingles de retirarnos de toda actividad marítima, como ya ocurrió en el siglo XIX cuando victoriosa la armada organizada por el Almirante Guillermo Brown, fue desmantelada luego de la guerra antiespañola y de las victorias ante el Imperio del Brasil. En 1832, ante el ataque de EEUU y en 1833 ante la ocupación británica, la Argentina no tenía ya su propia Armada, lo que impidió a la Nación recuperar los territorios usurpados. Esa espera se entendería casi por un siglo y medio, hasta el 2 de abril de 1982. 

Por su parte, el Ejército se ha transformado en el aparato de inteligencia interna al servicio de la minoría oligárquica kirchnerista.

Las Fuerzas de fronteras tienen un capítulo aparte. Se han vuelto fuerzas policiales carentes de relevancia para los objetivos que se inspiran en el ideal del Libertador Gral. Don Martín Miguel de Güemes, y han sido destinadas para la represión interna (Proyecto X de Nilda Garré). Al destruirse el sistema de defensa de nuestras fronteras, las mismas se han transformado en un verdadero colador. Y además, se facilitó la instalación de carteles extranjeros en territorio argentino. Las cifras que se conocen sobre la radicación de colombianos en el norte argentino oscilan entre 7000 y 10.000, con una capacidad militar superior a las posibilidades de las fuerzas de fronteras escasamente destinadas a cumplir su misión de origen.

Nunca creímos aquella fantasía de que el narcotráfico asociado a la trata de personas para la esclavitud sexual  y/o laboral sea el resultado de un lenta penetración ascendente, que inicia su periplo infiltrando los estratos más modestos de la sociedad argentina para luego de obtener una base de acción importante, proceda a corromper a las fuerzas políticas, policiales y judiciales. El narcoestado argentino, diferente desde ya al colombiano o al mexicano, no se ha organizado de abajo hacia arriba. Como ocurre con cualquier construcción vertical, siempre se organiza de arriba hacia abajo, y bajo la protección de sectores de poder relevantes, alcanza una profunda capilaridad que infecta al conjunto de la nación.

Detrás de cada facción del narcotráfico se mueve uno u otro imperialismo, uno u otro colonialismo asociados a distintos sectores de las minorías gobernantes. El ejemplo histórico de las guerras del opio que Inglaterra le impuso a China en el siglo XIX,  no ha perdido vigencia. A través del narcotráfico y la delincuencia organizada, también se manifiesta la disputa por el control de la Argentina. Y este es uno de los elementos que señalan la posibilidad de “balcanizar” la Argentina a través del fenómeno de la droga y todo lo que se vincula a ésta. ¿Cuántos años de guerra civil padeció Colombia sufriendo la disputa de los imperialismos hegemónicos de entonces en su propio territorio?

Rosario, Mar del Plata, Mendoza son señaladas como las ciudades en donde el narcotráfico se ha expandido al modo colombiano. En algunos casos esa expansión pone en evidencia el profundo vínculo entre delincuencia y aparato estatal,  cuando algunos de sus jefes visibles cae producto de la disputa feroz por el control de la Argentina: en Córdoba el Jefe de drogas peligrosas de la policía provincial, en Santa Fe, el Jefe mismo de la policía santafesina; en Entre ríos el jefe de drogas peligrosas de esa provincia; la mafia de la efedrina con los Zacarías vinculados a la casa de gobierno,  etc. En todos esos casos las huellas del aparato estatal nacional, provincial o municipal, aparecen impresas de modo indeleble. Política, sistema judicial, sistema policial y narcotráfico aparecen fuertemente entrelazados, organizándose en verdaderas facciones con sus respectivas representaciones políticas.

La novedad es la información que viene circulando en algunos ámbitos de fuerzas de seguridad y que es el desembarco de las primeras avanzadas de las llamadas “maras” salvadoreñas en algunos lugares de la Argentina.  Conviene reflexionar seriamente sobre este asunto que merece escasa atención de la clase dirigente argentina: aquí está una de las claves de nuestro futuro como Nación y como pueblo.


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