UNA VERSIÓN PREOCUPANTE.
Por Eduardo Lualdi
Hace muchos años que nuestra
organización, el FPyP y su Instituto de Estudios Nacionales, venimos siguiendo
el tema de la expansión del narcotráfico.
En los últimos años, desde la
década del ’90 y en particular en la propagandizada “década ganada” del
kirchnerismo (gobiernos de los Drs. Néstor y Cristina Kirchner), esa expansión
ha sido ascendente y vigorosa, posicionando a la Argentina como el tercer
exportador de cocaína del mundo detrás de Colombia y de Brasil, de acuerdo a
los datos oficiales de las Naciones Unidas.
Una de las claves es la
transformación estructural que la Argentina sufrió a partir de 1976, con
el golpe de Estado que derrocó al gobierno constitucional de María Estela
Martínez de Perón. Esa transformación que liquidó la Argentina industrial,
científica y tecnológica como señala el Dr. Julio C. González, se completó en
la década del 90 cuando el menemato completó la política de entrega y sumisión
nacional, combinada con una rendición incondicional ante el Reino Unido de Gran
Bretaña e Irlanda del Norte, a través de los Acuerdos de Madrid negociados por
Alfonsín-Caputo y firmados por Menem- Cavallo.
Los gobiernos de los Drs.
Kirchner completaron la destrucción del sistema de defensa nacional, no solo de
su instrumento militar, las FFAA, que quedaron subordinadas a esos Acuerdos
(públicos y secretos) con los ingleses, sino de todo el sistema de
defensa nacional borrando incluso los lineamientos doctrinarios que rigen el
accionar de cualquier sistema de defensa y de su instrumento militar, es decir,
las hipótesis de conflictos que son rectoras de los objetivos que cualquier
nación tiene para garantizar su independencia y soberanía. Los Drs. Néstor y
Kirchner borraron de la doctrina militar la hipótesis de conflicto y muy en
especial la que nos enfrenta con Inglaterra. La resultante: Argentina es un
país indefenso y sin ninguna capacidad militar de defenderse ante la agresión
externa, en particular, de la ocupación militar que el colonialismo británico
ejerce, aspirando a colonizar más de 5 millones de kilómetros cuadrados de
territorios argentinos.
La destrucción del sistema de
defensa nacional incluyó la del sistema de defensa de fronteras, el aeropuerto
de Joseph Lewis es un demostración palparía de esto. Y también lo es el retiro
de las Fuerzas de Fronteras, Gendarmería Nacional Argentina y Prefectura Naval
Argentina, de sus tareas específicas de custodias de la soberanía en las
fronteras, para transformarlas en vulgares fuerzas policiales.
Argentina tiene una Fuerza
Aérea que irónicamente se podría definir como un "aeroclub" de lujo,
una Fuerza Aérea que desde hace siete años por lo menos, no produce pilotos
caza en su nivel tres, capacitados para entrar en combate; su Armada es una
institución incapacitada para custodiar la soberanía marítima la que se ha
entregado, de hecho, al dominio soberano de facto del imperialismo inglés en su
calidad de miembro especialísimo de la OTAN; se ha mantenido a rajatabla el
cometido ingles de retirarnos de toda actividad marítima, como ya ocurrió en el
siglo XIX cuando victoriosa la armada organizada por el Almirante Guillermo
Brown, fue desmantelada luego de la guerra antiespañola y de las victorias ante
el Imperio del Brasil. En 1832, ante el ataque de EEUU y en 1833 ante la
ocupación británica, la Argentina no tenía ya su propia Armada, lo que impidió
a la Nación recuperar los territorios usurpados. Esa espera se entendería casi
por un siglo y medio, hasta el 2 de abril de 1982.
Por su parte, el Ejército se ha
transformado en el aparato de inteligencia interna al servicio de la minoría
oligárquica kirchnerista.
Las Fuerzas de fronteras tienen
un capítulo aparte. Se han vuelto fuerzas policiales carentes de relevancia
para los objetivos que se inspiran en el ideal del Libertador Gral. Don Martín
Miguel de Güemes, y han sido destinadas para la represión interna (Proyecto X
de Nilda Garré). Al destruirse el sistema de defensa de nuestras fronteras, las
mismas se han transformado en un verdadero colador. Y además, se facilitó la
instalación de carteles extranjeros en territorio argentino. Las cifras que se
conocen sobre la radicación de colombianos en el norte argentino oscilan entre
7000 y 10.000, con una capacidad militar superior a las posibilidades de las
fuerzas de fronteras escasamente destinadas a cumplir su misión de origen.
Nunca creímos aquella fantasía
de que el narcotráfico asociado a la trata de personas para la esclavitud
sexual y/o laboral sea el resultado de un lenta penetración ascendente,
que inicia su periplo infiltrando los estratos más modestos de la sociedad
argentina para luego de obtener una base de acción importante, proceda a
corromper a las fuerzas políticas, policiales y judiciales. El narcoestado
argentino, diferente desde ya al colombiano o al mexicano, no se ha organizado
de abajo hacia arriba. Como ocurre con cualquier construcción vertical, siempre
se organiza de arriba hacia abajo, y bajo la protección de sectores de poder
relevantes, alcanza una profunda capilaridad que infecta al conjunto de la
nación.
Detrás de cada facción del
narcotráfico se mueve uno u otro imperialismo, uno u otro colonialismo
asociados a distintos sectores de las minorías gobernantes. El ejemplo
histórico de las guerras del opio que Inglaterra le impuso a China en el siglo
XIX, no ha perdido vigencia. A través del narcotráfico y la delincuencia
organizada, también se manifiesta la disputa por el control de la Argentina. Y
este es uno de los elementos que señalan la posibilidad de “balcanizar” la
Argentina a través del fenómeno de la droga y todo lo que se vincula a ésta.
¿Cuántos años de guerra civil padeció Colombia sufriendo la disputa de los
imperialismos hegemónicos de entonces en su propio territorio?
Rosario, Mar del Plata, Mendoza
son señaladas como las ciudades en donde el narcotráfico se ha expandido al
modo colombiano. En algunos casos esa expansión pone en evidencia el profundo
vínculo entre delincuencia y aparato estatal, cuando algunos de sus jefes
visibles cae producto de la disputa feroz por el control de la Argentina: en
Córdoba el Jefe de drogas peligrosas de la policía provincial, en Santa Fe, el
Jefe mismo de la policía santafesina; en Entre ríos el jefe de drogas
peligrosas de esa provincia; la mafia de la efedrina con los Zacarías
vinculados a la casa de gobierno, etc. En todos esos casos las huellas
del aparato estatal nacional, provincial o municipal, aparecen impresas de modo
indeleble. Política, sistema judicial, sistema policial y narcotráfico aparecen
fuertemente entrelazados, organizándose en verdaderas facciones con sus respectivas
representaciones políticas.
La novedad es la información
que viene circulando en algunos ámbitos de fuerzas de seguridad y que es el
desembarco de las primeras avanzadas de las llamadas “maras” salvadoreñas en
algunos lugares de la Argentina. Conviene reflexionar seriamente sobre
este asunto que merece escasa atención de la clase dirigente argentina: aquí
está una de las claves de nuestro futuro como Nación y como pueblo.
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