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miércoles, 6 de noviembre de 2013

Indefensión e inseguridad: Santa Cruz y después - Por Eduardo Mariano Lualdi

Indefensión e inseguridad

Santa Cruz y después

Por Eduardo Mariano Lualdi


Luego de la participación de miembros del Ejército Argentino en el dispositivo represivo liderado por el Coronel Sergio Berni, para desalojar a ocupantes de tierras en reclamo de solución a sus problemas habitacionales en Santa Cruz, el conjunto de la clase dirigente argentina discurseó sobre los alcances y límites que impone la Ley de Seguridad. La participación militar en acciones internas de represión suscita en los miembros de las FFAA enormes resquemores y rechazo, y ponen en duda que el gobierno finalmente decida reformar dicha ley para darle marco legal a lo que ya es parte de su política militar: la participación de miembros de las FFAA en reemplazo de Gendarmes y policías en tareas de seguridad. Las misiones al exterior, especialmente la ocupación colonial de Haití, han sido la gran escuela en que los militares argentinos cumplieron funciones de policía el servicio de potencias extranjeras. Triunfo de la política de la dupla Menem-Balza que los Kirchner continuaron desde el 2003 a la fecha.
¿Qué cambios estructurales se le puede adjudicar al oficialismo gobernante y que expresan la continuidad sustancial de las políticas impuestas desde junio de 1982, luego de la derrota argentina en la guerra nacional de Malvinas? Por un lado, la política de indefensión nacional frente al imperialismo y el colonialismo, y que permite que Inglaterra se asegure la colonización de vastos territorios argentinos incluido el Sector Antártico Argentino. El arribo de un buque de bandera británica, una plataforma petrolera, la más grande y moderna del mundo, solo ha merecido el silencio oficial del gobierno argentino, mostrando una vez más al mundo la incapacidad argentina para defender su soberanía y su patrimonio. Al mismo tiempo, la Argentina desistió de participar del ejercicio militar aéreo más importante de la región. Un faltazo que desnuda la verdad sobre el estado de las capacidades defensivas argentinas.
Y por otro lado, la política de inseguridad nacional que afecta gravemente al conjunto de la ciudadanía, especialmente los sectores más postergados, y que tiene en el narcotráfico y la trata de personas para la esclavitud sexual y laboral dos de sus más repugnantes negocios. Son las décadas de las reformas que transformaron a la Argentina en una republiqueta sojera, minera, con industria de armado, pagadora serial a la usura internacional, y en un país de tránsito, producción y consumo de estupefacientes, asolados por la trata de personas para la esclavitud sexual o laboral.
La reconstrucción de la Doctrina de Seguridad Nacional bajo el formato que el oficialismo le va dando desde el 2003 a la fecha, cuando pactó con los demás sectores gobernantes recauchutar el Estado de la entrega y la sumisión nacional, reconoce un viraje fundamental con la unificación del mando militar efectivo de las tres fuerzas armadas (Ejército, Armada y Fuerza Aérea), y de las fuerzas de Frontera que cumplen roles de seguridad (Gendarmería y Prefectura) y de fuerzas de seguridad (Policía Federal y Policía de Seguridad Aeronáutica y Servicio Penitenciario Nacional), bajo la conducción de un sistema de inteligencia interna comandado por el Gral. de División César Milani.
Este sistema de indefensión ante el imperialismo y el colonialismo y de inseguridad contra la población estructurado por el oficialismo gobernante, se integra con la Ley Antiterrorista, los diversos y profusos “Proyecto X” de espionaje a dirigentes opositores, el sistema de vigilancia interna SIBIOS, etc. De esta estructura dijo Julián Assange, el hombre público detrás de wikileaks, Argentina tiene "el régimen de vigilancia más agresivo de todos los Estados latinoamericanos de tamaño mediano".
El sistema de indefensión nacional y el sistema represivo de inseguridad interna, son parte esencial de la política del gobierno kirchnerista; entre ambos sistemas existen numerosos vasos comunicantes que imbrican a las fuerzas militares, el sistema judicial y las estructuras políticas, e involucran también fuerzas paraoficiales, con capacidad de realizar acciones destinadas a vulnerar los derechos y las libertades más básicos de la ciudadanía. El asesinato del líder qom Mártires López en Chaco, así como la desaparición forzada de mujeres para la esclavitud sexual que nunca puede evitarse ni desterrar, son claros ejemplos de ello.
El narcotráfico y la trata de personas para la esclavitud sexual y laboral (el narcoestado) manifiestan, por su casi completa impunidad, su condición de eslabón de fuerzas organizadas como quasi grupos de tareas, capaces de actuar en contra del interés nacional y del pueblo de modo más o menos encubierto, en el momento que sus servicios sean necesarios para las minorías gobernantes. El atentado a la casa del Señor Gobernado de Santa Fe Dr. Bonfatti, puede ser ejemplo a considerar en esta hipótesis.
El oficialismo kirchnerista ha posibilitado con sus políticas de indefensión nacional y de inseguridad ciudadana, el propósito decidido por las potencias imperialistas mundiales, especialmente de parte del Reino Unido de Gran Bretaña luego de la “osadía” argentina de atreverse a enfrentar en el terreno militar al usurpador inglés, la destrucción de todo el sistema de defensa nacional y la reinstalación de la Doctrina de Seguridad Nacional (en su “remozada” versión nac&pop), para castrar toda posible confluencia independentista. CIADI, Club de París, arrumacos con los fondos que eran buitres pero tornan a cálidas calandrias, la profundización del modelo definido por el oficialismo gobernante con la anuencia de muchos “opositores”, temerosos de los caminos que el pueblo pueda encontrar en su búsqueda de libertad e independencia.
Ese pueblo tiene espejo donde mirarse: aquellas memorables jornadas de 1806 y 1807 que resultaron la antesala del mayo revolucionario, que en su Primer gobierno patrio supo unir todos los esfuerzos necesarios para poner de pie a una nueva y gloriosa nación.




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