DOCUMENTO FINAL
CONSENSUADO POR LOS FAMILIARES PARA EL ACTO EN PLAZA DE MAYO A DOS AÑOS DE LA
TRAGEDIA DE ONCE
Desde hace dos años estamos tratando de aprender algo imposible:
convivir con esta tristeza. No podemos, ni podremos vivir con ella. Esa es la
única lucha que sabemos que vamos a perder. Pero sí aprendimos como se llora en
silencio y sin lágrimas cuando se exige con la frente en alto. Y lo hemos hecho
por la convicción de este grupo. Por su cohesión y valentía. Con orgullo
podemos decir que hemos logrado que el escepticismo social de los primeros días
se haya convertido en este apoyo sin condiciones. Somos como cada uno de
ustedes, por eso estamos acá, juntos y exigiendo lo mismo.
Aprendimos, también, a cuidarnos de quienes han tratado y tratan de
lastimarnos y de ensuciar la memoria de nuestros muertos. Son los que se
embanderan en un partidismo que pierde el sentido cuando es puesto por delante
del dolor ajeno. Son los que no entienden que este no es un acto ni contra el
gobierno, ni contra nadie. Este es un acto organizado por familias como las de
todos, para gritar su verdad, para exigir justicia y para intentar que nadie
vuelva a atravesar lo mismo que nosotros. Y que es acompañado por todos los
argentinos que en esta plaza o a lo largo del país, se sienten al lado nuestro.
Señalar las irresponsabilidades de quienes deben cuidarnos no es ir contra
ellos, sino que es ir a favor de la verdad.
Pero hay muchos que no lo entienden, y atrás de una cara, un apellido o
una bandera se enceguecen. ¿Qué proyecto es el que los obliga a menospreciar
nuestra lucha?¿Cual es la maravillosa década que creen construir cuando
intentan lastimarnos con palabras vacías de respeto? Aún así, jamás ha salido
de nuestra boca un solo insulto, ni escribimos una sola palabra que no
estuviese apoyada por la realidad. Ellos son los que eligieron separarse de
quienes queremos un país sin asesinos de escritorio, como llamamos a los
procesados en este mismo lugar hace exactamente un año. Esa fragmentación
dañina ha sido impulsada por quienes se creen los dueños de la verdad y la vida
de cada uno de nosotros, los que se creen que desde el poder se digita a su
antojo a las voluntades de las mayorías, los que creen que no hay final para el
atropello y para la corrupción.
Pero claro que habrá un final para todo eso. Todos, ellos y nosotros lo
sabemos. Lo que no se terminará nunca es la convicción de que la enorme mayoría
de los argentinos de buena voluntad nos respalda, y ha sido un apoyo
fundamental para llegar hasta aquí.
La tragedia del 22 de febrero nos obligó a elegir entre varios caminos.
Pudimos haber elegido el de generar lástima, el de no luchar y quedarnos solo
mostrando el dolor. No lo hicimos. Pudimos haber elegido el de sentarnos en los
despachos de Casa Rosada cuando desde el ministerio del Interior se nos
convocaba constantemente para, según decían, “trabajar juntos” tratando de
captarnos, de sacarse una foto, de conseguir nuestro aval. No lo hicimos.
Pudimos elegir el más fácil de todos, el de quedarnos callados en nuestras
casas pensando que en este país nunca pasaría nada. Pero no lo hicimos.
Elegimos el camino de no claudicar, de no dejarnos comprar, de no
callarnos nunca, el de enfrentar al poder de turno sin que nos tiemble la voz,
el de gritar cuantas veces queramos que nos acompaña cada argentino que
necesita, quiere y lucha un país mas justo.
Al gobierno le exigimos desde el primer día lo que merecíamos. Que nos
ayudaran, que no nos abandonaran, que nos vieran. Una ayuda integral, un
seguimiento de las lesiones físicas y psíquicas de los heridos y de cada una de
las personas que integramos los grupos de familiares. Nunca lo hicieron.
Señalamos como principal responsable de ese abandono sistemático,
planificado e intencional a la señora presidenta Cristina Fernández de
Kirchner. Es responsable porque desoyó a la Justicia cuando instó a “todos los
poderes del Estado” a que nos brindaran ayuda integral e imprescindible; es
responsable porque nunca instruyó a sus ministros y secretarios a que se
ocuparan de todos nosotros y de las consecuencias del desastre al que nos
arrastraron. Es responsable porque nunca le importamos ni le importaron
nuestras heridas del cuerpo, de la mente, del alma y de la vida que la masacre
nos dejó para siempre. Responsable porque nunca quiso mirarnos. ¿Realmente se
considera la Presidenta de los 41 millones de argentinos? Lo hecho con nosotros
demuestra que eso no es así.
No habrá tenido tiempo. Pero si tuvo tiempo en estos dos años para
lapidar públicamente a quienes opinan diferente, para creerse inmune a los
errores, para nunca reconocer una falla en su gestión pero si para señalar con
el dedo a quienes critican a este proyecto.
Habrá creído que con que con reuniones segmentadas y con ayudas
aisladas, condicionadas al apoyo político y a la adulación a la que la tienen
acostumbrada dentro su proyecto, el reclamo no existiría. Somos más de 900
familias las damnificadas; no puede olvidarse.
Nosotros no necesitamos limosna. Eso nos ofende. Nosotros necesitábamos
el cuidado integral de un Estado presente, un Estado que nos acompañara, que
demostrara que le interesamos mas que para una foto.
Eso nunca sucedió. Un Gobierno que se ufana de estar del lado de los más
necesitados nos abandonó a nuestra suerte.
Deben creer que todo se soluciona con plata. Es lógico. Probablemente
ese sea su pensamiento, su manera de ejercer el poder y de hacer política.
Nosotros tenemos otra manera de vivir, y es con dignidad y sin arrodillarnos
ante nadie para reclamar lo que nos corresponde por derecho propio.
Muchos de los heridos nunca han podido retomar sus tareas, sus trabajos
ni su vida normal, los daños colaterales de la tragedia son muchos y aún hoy se
nos siguen manifestando. Las enfermedades producto del dolor y la angustia se
multiplican en nuestros cuerpos, y siguen apareciendo cuando menos las
esperamos.
Una vez más desde los despachos eso no se quiere ver y parece que no
existe. Pero a pesar de todo, y con un esfuerzo infinito acá estamos,
denunciando una vez más el abandono del que fuimos víctimas desde febrero de
2012.
Y que ya no tienen vuelta atrás, ni solución.
Pero, eso sí, los lazos entre el Gobierno y los procesados permanecieron
firmes como siempre.
Para las víctimas, la desidia; para los responsables el amiguismo y la
complicidad.
Por eso, Ricardo Jaime, quien ya fue condenado por intentar ocultar
documentación en otra causa, pudo decir sin empacho que él es un “militante de
este proyecto”, sin que se alzara ni una sola voz del oficialismo para repudiar
tales afirmaciones.
Antonio Sícaro, otro de los procesados, sigue paseándose por los
pasillos de Casa Rosada, asesorando al ministro Randazzo como un monje negro en
las sombras, y consiguiendo puestos para él y sus familiares. Nosotros
denunciamos lo que sucede. No condenamos de antemano, no somos como ellos que
no dudan en demonizar a quien piensa diferente. Es la Justicia la que los
procesó, no nosotros, y si bien nadie es culpable hasta que eso no sea probado,
está claro de que lado esta el Gobierno en este causa, ya que los encubre y los
oculta. En definitiva, los cuida. Pero no es solo el poder político quien cubre
a los responsables. Los hermanos Cirigliano siguen recibiendo dinero de este
Gobierno para reparar trenes en su empresa Emfer, que debió haber sido
estatizada, y puesta en mano de los trabajadores. Estos últimos han denunciado
que, con la complicidad y el aval de miembros del poder judicial, los
Cirigliano han armado causas en contra de sus delegados gremiales y los han
perseguido por haber protegido y rescatado documentación fundamental en las
pericias contables que sustentaron sus procesamientos. Una vez más, quienes
buscan la verdad, quienes protegen su fuente laboral, quienes están luchando
por un país mejor son perseguidos y se encuentran procesados. Y quienes roban,
vacían empresas, y cercenan los derechos laborales son avalados en su accionar
por los poderes políticos, judicial, y económico.
Lo hemos dicho, y lo repetimos sin cansarnos: los procesados y este
gobierno son parte lo mismo.
No solo hay ex funcionarios y empresarios amigos y socios de esta
gestión en el banquillo de los acusados, sino que además, son funcionales unos
a otros, en un entramado cuyo único objetivo es la continuidad de la impunidad
y de la corrupción.
En 2013, desde el Poder Ejecutivo se impulsó una reforma al Código
Civil. Si bien los cambios en nuestra sociedad hacen necesario reacomodar
algunas normas, para esas modificaciones es imprescindible un amplio debate en
el Congreso de la Nación. Estos cambios, No pueden ser fruto de la necesidad
política coyuntura o de unas elecciones pérdidas, o de la posibilidad de
garantizar impunidad a quienes estuvieron al frente de responsabilidades de
gestión y administración.
El proyecto impulsado por el Poder Ejecutivo, incluye la inadmisible
intención de anular la responsabilidad civil del estado. Su promulgación, en
los términos que fue presentada, conlleva mas puertas abiertas a la impunidad
de los funcionarios, eludiendo el principio básico de igualdad ante la ley.
¿Porqué un funcionario tendría que tener prerrogativas ante la comisión de un
delito, un ilícito o una irregularidad?
La responsabilidad penal y civil, ya sea de los Estados nacional,
provincial o municipal no sólo debe mantenerse, sino que impulsamos al Poder Legislativo
a tratar y sancionar una ley que determine la imprescriptibilidad de los
delitos cometidos por los funcionarios.
Una norma donde se contemple para el funcionario responsable, el
agravamiento de las penas por el uso abusivo del poder en beneficio propio o de
intereses que vayan contra la Nación y los ciudadanos. Mucho más si por su
acción u omisión se generen muertes. La ciudadanía está cansada de ver a los
poderosos impunes, mientras las víctimas se multiplican.
Kheyvis, Cromañón, AMIA, Embajada de Israel, Mariano Ferreyra, Luciano
arruga, los muertos de diciembre de 2001, los muertos de la tragedia de Once, y
tantos mas….Todos ellos tuvieron la necesaria participación de funcionarios del
poder político. Algunos de ellos obtuvieron justicia, otros todavía estamos
esperando. Basta de impunidad, todos exigimos justicia.
Consideramos que ningún juez debe “hacer política con sus fallos” como
pidió el Secretario de Justicia de la Nación, Julián Domínguez. Los ciudadanos
exigimos a los magistrados de este país, idoneidad, independencia y trabajo.
Que evalúen las pruebas y que no les tiemble el pulso a la hora de condenar a
un funcionario, sea del signo que se. La sociedad necesita confiar en ellos.
Les pedimos que se esfuercen para que podamos sentir que nos cuidan de los
asesinos y los corruptos. Y eso solo será imposible si el Poder Judicial se
mantiene ajeno a las intromisiones del poder político.
Que distintos somos a ellos. Nosotros, aquí, juntos, exigiendo justicia.
Del otro lado, por ejemplo, el ministro Randazzo, quien no tiene el menor
empacho “en jugar cualquier partido” según sus palabras, en la carrera
presidencial del 2015, basándose en su trabajo en el área de Interior y
Transporte.
Eso es usar la función pública para la que le pagamos todos nosotros, y
que es su obligación cumplir con eficiencia, para un rédito político y
personal. Eso lo pinta de cuerpo entero.
Falta mucho tiempo para el recambio de gobierno, y aun hoy, los
resultados de su gestión en el transporte están por verse. Sin embargo, la
imprescindible reconversión ferroviaria producto de la masacre de inocentes en
Once y en Castelar es usada como trampolín para conseguir más y más poder.
Imaginarse en el despacho presidencial evidentemente lo obnubila y no lo deja
ver los errores del gobierno del que forma parte. Insiste en pedir que no se le
exija en un año y medio “lo que no se hizo en 50” .
El ministro se olvida que de esos 50 años, 10 le corresponden al
proyecto del que forma parte. Ese es solo un ejemplo de su manera de mirar la
realidad. Para ellos existen solo les hechos que les convienen. El resto no.
Así, por ejemplo, durante meses nos recordó el trayecto vía China del primer
tren comprado por contratación directa, y sin ningún tipo de control.
Mientras tanto, los pasajeros siguen viajando en condiciones
paupérrimas, y los trabajadores tienen que lidiar con talleres desguasados.
Durante meses hemos visto a trenes como el chapa 7, el chapa 18, el
chapa 20, que están sobre las vías estando en las mismas condiciones de seguridad
que el tren de la tragedia. Sin seguridad, con las puertas abiertas, con un
mantenimiento básico. Es decir, al borde de otro desastre.
La mínima frecuencia de salida, hace que los trenes viajen repletos, y
que los trayectos aumenten su duración en un 50 por ciento. Ese sufrimiento es
cotidiano, y le ponemos el cuerpo cada uno de quienes tenemos que subirnos a
esos trenes. Somos los mismos que avisamos que si las estructuras de seguridad
no eran modificadas, las tragedias podrían repetirse.
Ni los trabajadores, ni los usuarios, ni este grupo de familiares fuimos
escuchados. Y los desastres no perdonaron y se repitieron.
El 13 de junio de 2013, sin ningún sistema de seguridad que lo
detuviese, un tren impactó a otro a metros de la Estación de Castelar.
Y más allá de las investigaciones, el resultado más trágico quedó en el
olvido.
Fueron las tres vidas perdidas ese día. Se debatió durante meses sobre
las responsabilidades.
Sin embargo, el Gobierno logró silenciar la existencia de tres muertes,
ya que Ezequiel, María Laura y Cristian, viajaban en el tren chapa 19, una
unidad sin ningún tipo de seguridad. La responsabilidad de que ese tren
estuviese sobre las vías tiene nombre y apellido: Florencio Randazzo.
Nosotros repudiamos enérgicamente a los conductores irresponsables que
juegan con la vida de los pasajeros cuando que violan los límites de velocidad,
las señales de detención, cuando no prestan atención o van a trabajar sin el
descanso necesario y se niegan a todo tipo de controles.
Condenamos firmemente esas actitudes que merecen todo nuestro rechazo.
La falta de cuidado por el prójimo quedó comprobada en la segunda tragedia de
Once, el 19 de octubre de 2013. Esperamos que la justicia también determine las
responsabilidades en esos casos.
Pero ninguno de los desastres de 2013 hubiesen sucedido si después de la
tragedia de Once se hubieran instalado sistemas de seguridad que detuviesen
trenes que violan señales o van a más velocidad de la permitida.
Durante meses nuestros comunicados nunca dejaron de incluir las
denuncias sobre los gastos estéticos en unidades y estaciones por sobre la
imprescindible seguridad sobre las vías. Y esa sordera, no es ni de los
trabajadores, ni de los usuarios, sino de quines deciden desde los despachos en
que se gasta y en que no.
Entonces, claro que hubo inconductas en algunos trabajadores, claro que
son co-responsables de lo que pasó, claro que debe caerles encima todo el peso
de la ley.
Pero nunca debemos olvidarnos que cada cosa que pasa en el área del
transporte, por más mínima que sea tiene un responsable, y ese no es otro que
el ministro de área.
Es el mismo que ante la denuncia de la utilización de materiales
cancerígenos en la construcción de los nuevos vagones chinos se contenta con
una repuesta por carta de la empresa fabricante negando tal posibilidad en
lugar de exigir una investigación profunda de los organismos pertinentes de
nuestro país.
Una vez más, los avisos y denuncias, vengan de donde vengan, son
ignoradas, con una soberbia inexplicable e indigna de un funcionario público.
Lo que pedimos es que los materiales sean peritados por personal idóneo,
que se asegure con controles exhaustivos que la salud de trabajadores y
usuarios estará resguardada y que los millones de dólares gastados en
contrataciones directas no han sido para comprar vagones construidos con
sustancias dañinas para la salud. ¿Eso es mucho pedir señor ministro?
Somos muy críticos de su gestión hasta el momento, señor ministro, esa
no es una novedad.
Pero aún así, deseamos que la modernización sea puesta en marcha y sirva
para que quienes usamos los trenes urbanos y suburbanos podamos viajar seguros
y en condiciones dignas. ¿Somos propaladores de malas noticias por pedir que
intervenga seriamente y no conformándose con una misiva de los fabricantes? ¿No
está entre sus funciones cuidar de cada detalle de una inversión millonaria? ¿O
es que ésta solo sirve para que haga campañas de difusión gigantescas, y se
auto proclame precandidato presidencial? Hace unos días, el gobierno nacional
disolvió las unidades de gestión operativas UGOFE y UGOMS y dispuso que las
líneas Mitre y San Martín sean operadas por el grupo Roggio, y que las líneas
Belgrano Sur y Roca sean operadas por el grupo Emepa.
Es decir, las mismas empresas que explotan el servicio de subterráneos y
que fueron denunciadas por usuarios, gremios y legisladores por girar dineros
provenientes del Estado a otras empresas unidas administrativamente a ellas y
no invertir en seguridad y mantenimiento, ahora gerenciarán también el servicio
de trenes en dichas líneas.
Quiénes aplicaron en el subte la misma lógica que los Cirigliano en el
Sarmiento, ahora tendrán la posibilidad de seguir haciendo negocios llenándose
los bolsillos con los trenes. El gerenciamiento incluye, por ejemplo, una
retribución mensual por operación, la posibilidad de que se contrate empresas
controladas o controlantes del mismo grupo empresarial sin licitación pública,
la explotación de los negocios colaterales, como publicidad y el alquiler de
locales en los andenes.
¿No es eso ofrecerles lisa y llanamente la oportunidad de hacer negocios
a cuenta del dinero público?
Se prometen controles férreos y multas millonarias. Esperamos que se
cumplan, y que no se replique el modelo corrupto instrumentado por Jaime y los
Cirigliano. Este blanqueamiento nos genera a todos muchas dudas, y tenemos
todas las razones para tenerlas.
No por esperar que las cosas salgan mal, sino porque la historia nos
marca a fuego para tener que estar atentos.
Desde la ola privatizadora de los 90 que los mismos apellidos dan
vueltas y vueltas, siempre acomodándose y encontrando la puerta adecuada para
entrar a Balcarce 50 y ser recibidos con los brazos abiertos.
EL 18 de marzo dará inicio el juicio oral y público. Ese día será el
primero de una larga serie de audiencias para escuchar a los 300 testigos y
juzgar a los 29 procesados, entre ellos cinco ex funcionarios de este gobierno,
como Ricardo Jaime y Juan Pablo Schiavi, y los empresarios Cirigliano.
Todo un país, encabezado por estos familiares, estaremos atentos a su
desarrollo.
Así como desde 2012 hemos acompañado, con coincidencias y diferencias el
desarrollo de la instrucción y las decisiones de las Cámaras correspondientes,
ahora estaremos firmes cada día en que los jueces del Tribunal Oral Federal 2
valoren la prueba que tendrán en sus manos. Tenemos la convicción que se llega
al juzgamiento con las responsabilidades claramente probadas.
Y volvemos a decir y a ratificar enfáticamente que, a nuestro entender,
la tragedia de Once se originó en los despachos y fue creciendo cada vez que se
cajoneó una denuncia, cada vez que no se aplicó una multa, cada vez que se dejó
hacer a los Cirigliano lo que desearan con los dineros públicos, cada vez que
no se quiso ver que el Sarmiento se degradaba todos los días.
Quienes tuvieron todos los medios para evitar una desgracia, sabían que
con su conducta negligente estaban generando las condiciones para un desastre.
No hicieron nada para evitarlo.
Fue una acción absolutamente intencional, a la que le pusieron un valor
monetario o político, para dejar que todos los días se diera un pasó mas hacia
la muerte de inocentes. Todos se enriquecían, mientras nosotros caminábamos
lentamente hacia el dolor.
Por eso, esperamos además que como resultado de las declaraciones
testimoniales que se sumen a las pericias surja la imperiosa necesidad de que
el ministro Julio De Vido sea citado para explicar su responsabilidad en el
indecoroso desempeño de sus subalternos.
Si sabía lo que pasaba, también es cómplice y debe ser juzgado, y si no
lo sabía debe renunciar inmediatamente a su cargo, por la manifiesta
incapacidad de no haber podido o no querido ver que la corrupción existente en
áreas de su competencia.
A las víctimas de Once las mató la corrupción enquistada en el poder, no
murieron por un error humano de Marcos Córdoba que también deberá ser
dilucidado en el juicio.
Murieron por la ambición enferma de dinero y poder de funcionarios,
empresarios y sindicalistas corruptos. Murieron porque los negocios entre
ladrones y asesinos de despacho pudieron más que el respeto a la vida ajena.
Murieron porque el valor de tenerlos con nosotros fue violado desde las
esferas de poder, porque se decidió que los inocentes valían menos que una
coima, que un viaje al exterior o que un yate. Murieron porque los responsables
decidieron que no importaba lo que sucediera mientras su cuenta bancaria se
engrosara.
Murieron porque desde el poder político y empresarial se decidió que así
debía ser para lograr sus objetivos.
Este año, y muy probablemente todo el próximo, estaremos esperando las
respuestas de la Justicia. Estaremos atentos a cada declaración y a cada medida
que se tome. Estaremos levantándonos cada día, a cada caída, el tiempo que sea
necesario para ver a los responsables condenados. También para exigir que las
promesas realizadas se cumplan, para seguir señalando cada negociado y cada
mentira dicha.
No somos ni héroes, ni ejemplos. Somos un grupo de gente común, como
cualquiera de ustedes, exigiendo ver que los responsables de tanto dolor paguen
sus culpas.
Seguimos manteniendo vivos a cada uno de los 52 en nosostros y en el
pedido de todos los que nos acompañan. Vivos en nuestro reclamo, vivos en esta
lucha desigual pero digna, vivos, al fin y al cabo, en cada uno de quines creen
que un país sano y justo es aquél en el que quienes causan muertes, terminan
presos, y quienes luchamos por la vida, estamos juntos, aún con el corazón
destrozado pero con la voluntad, la confianza y la fuerza intactas.
Muchas gracias por acompañarnos.
La carta del Papa a los familiares
de Once
El texto completo de la misiva:
Estimadas familias:
Aquel 22 de febrero de hace dos años nos enlutó a todos. 52 víctimas, la
mayor parte de las cuales iba a trabajar, se quedaron a mitad del camino, a
mitad del camino de la vida. Víctimas de sombrias negligencias como los llame
en la misa del 22 de marzo aquel año.
Se acerca el segundo aniversario y me acuerdo de esas 52 personas. Mi
corazón se pone triste y lloro con ustedes. Lloramos en esa ciudad que no llora
porque no sabe como se hace.
Quiero acompañar a los familiares de las personas que fueron arrebatadas
aquel día gris de nuestra historia como pueblo. Ofreceré la misa por ustedes y
por los muertos, en Roma. Ese día estaré muy cercano a ustedes. Rezo por todos
ustedes y por favor les pido que lo hagan por mi.
Que Jesús los bendiga y la Virgen santa nos cuide
Fraternalmente,
Francisco
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