Nota editorial REVISTA CUADERNOS Nº 39
¿Fuerzas
Armadas y Fuerzas de Seguridad para defender la soberanía?
La defensa nacional sometida al “castigo infinito”
Desde junio de 1982 en adelante, la desmalvinización se constituyó
en política de Estado. La desmalvinización se expresa en medidas políticas,
económicas, jurídicas, diplomáticas, militares, etc., que compendian las
imposiciones de las potencias imperiales contra nuestro país, por la osadía de
recuperar lo que nos pertenece, el 2 de abril de 1982.
El proceso desmalvinizador iniciado en junio de 1982 durante el
último turno dictatorial, se completó durante el gobierno del Dr. Carlos Menem
con los llamados Acuerdos de Madrid de octubre de 1989 (paraguas de soberanía)
y de febrero de 1990 (control de nuestras FF.AA. de parte del Reino Unidos de
Gran Bretaña). Estos Acuerdos impusieron condiciones de carácter semicolonial a
nuestro país de parte de la potencia ocupante: es en Londres y otras capitales
imperiales donde se decide, entre otros asuntos, lo concerniente a nuestro
sistema de Defensa Nacional. La inmensa mayoría de esos Acuerdos,
entendimientos, etc., celebrados entre la potencia ocupante y la Argentina en
los últimos 30 años se mantienen plenamente vigentes.
La desmalvinización significó la destrucción de nuestra sistema de
Defensa Nacional incluyendo: la destrucción de las capacidades de las FF.AA.
para una efectiva defensa de la soberanía, y de la industria militar, la
investigación técnica y científica para la defensa; de la defensa en las zonas
de frontera liquidando la ley de seguridad correspondiente, y la destrucción de
la industria en general y de la empresa petrolera estatal YPF, empresa
estratégica gravitante en las posibilidades soberanas como nación y para las
capacidades defensivas del Estado ante una agresión imperialista externa. A
este conjunto de medidas lesivas para la soberanía de la Nación, se debe sumar
la imposición de la condición de socio extra OTAN durante la década de 1990, y
la política de misiones militares al exterior al servicio de potencias
imperialistas y colonialistas, sometiendo a nuestros hombres de armas a la
humillación de servir a las mismas potencias que en 1982 nos impusieron su
guerra colonial en el Atlántico Sur. Esta política se mantiene inalterable, en
lo esencial, desde el gobierno del Dr. Menem a la actualidad, diseñada por el entonces
Jefe del Estado Mayor del Ejército Argentino, Tte. Gral. Balza.
La Directiva para la Defensa Nacional
La doctrina del gobierno nacional para las FF.AA., rechaza la
existencia de una hipótesis de conflicto (¡en un país que tiene parte de su
territorio ocupado por el colonialismo inglés, que aspira además a colonizar
cinco millones de kilómetros cuadrados de nuestros territorios!). Las hipótesis
de conflicto son orientadoras de las políticas de Defensa y Seguridad nacional
en todos los países. El Poder Ejecutivo propone “en reemplazo del modelo
basado en hipótesis de conflicto” que “el Planeamiento Estratégico
Militar y el correspondiente diseño de fuerzas del Instrumento Militar”, se
elabore “conforme al criterio de ‘capacidades’ como factor de planeamiento,
esto es, deberá formularse en función de alcanzar y consolidar la aptitud de
ejecutar en forma autónoma la completa gama de operaciones” que demanden “todas
las formas genéricas de agresión que se manifiestan en los conflictos
convencionales de origen externo generados por actores estatales”. Y define
el modelo de nuestra Defensa como “un modelo de defensa de carácter
‘defensivo’”.
Para el Gobierno no existen hipótesis de conflicto, porque éstas
han sido erradicadas de la doctrina de Defensa Nacional. Por lo tanto, no puede
haber un planeamiento estratégico militar (estratégico significa importante,
valioso, vital, trascendental, trascendente, principal, necesario,
indispensable, etc.) y, menos aún, el correspondiente diseño del instrumento
militar (el tipo de FF.AA.) conforme a un supuesto criterio de capacidades para
enfrentar amenazas genéricas de agresión.
Si no existe una hipótesis de conflicto no se puede realizar
ninguna planificación estratégica militar, ni diseñar el tipo de FF.AA. que
necesita la Argentina para garantizar su integridad territorial e independencia
frente al colonialismo y el imperialismo; lo que se impone es la doctrina de la
incertidumbre como resultado de esta orientación.
En el plano teórico propuesto por el Poder Ejecutivo Nacional, la
política para la defensa nacional enunciada en su Directiva para la Defensa
Nacional, lleva el debate sobre la misma al ámbito estratosférico,
justamente allí donde nos dejó Menem cuando “¡pum! para arriba” nos elevó en su
vuelo al espacio exterior desde las humildades de la pobreza riojana, para de
allí dirigirnos al Japón, donde incrédulos nipones mirarían azorados el
indetenible progreso argentino ingresando por el espacio exterior al Primer
Mundo prometido. Por supuesto, ni los japoneses vieron el estratosférico
cohete, ni los argentinos entramos al Primer Mundo, ni la Directiva para la
Defensa Nacional sirve para disuadir el persistente avance del colonialismo
inglés, ni mucho menos a los fines de la recuperación patriótica de los territorios
usurpados por el colonialismo británico, o para nuestra definitiva y completa
independencia nacional.
En el plano de la práctica, la política para la defensa nacional
enunciada por el gobierno en su Directiva para la Defensa Nacional resulta en
indefensión de nuestro patrimonio en tierra, mar y aire. Más aún, garantiza la
aplicación de los tratados de Madrid, perjudiciales a la soberanía nacional; al
permitir el establecimiento del aeropuerto del magnate británico Joe Lewis de
dimensiones superiores al Jorge Newbery de la ciudad autónoma de Buenos Aires,
en el que pueden descender aviones de gran porte como los que utiliza la OTAN,
a solo dos horas de vuelo desde Mount Pleasant, la base británica en Malvinas,
y cortar en dos a la Argentina continental a la altura del paralelo 42.
Fuerzas de frontera
Junto a la liquidación del sistema de Defensa Nacional, las
Fuerzas de Fronteras fueron retiradas en número considerable de su tarea de
custodia de la soberanía terrestre, fluvial y marina para asignarles tareas
propias de fuerzas de carácter policial de acuerdo a las decisiones del Poder
Ejecutivo Nacional.
La Prefectura Naval Argentina nace como un producto directo de la
Revolución de Mayo. El 30 de junio de 1810, el Primer Gobierno Patrio
oficializó la dependencia orgánica de la Prefectura de la Primera Junta de
Gobierno. Un decreto escrito por el Secretario de la Junta Dr. Mariano Moreno,
suscribió la designación del Coronel criollo Martín Jacobo Thompson como primer
Prefecto Nacional a cargo de la Capitanía de Puertos de las Provincias Unidas.
Más acá en el tiempo Jorge Eduardo López y Julio Omar Benítez de la Prefectura
Naval Argentina, que regaron con su sangre la turba malvinera, señalan la
verdadera vocación que se debe inculcar a los custodios de la soberanía naval,
muy lejos de las decisiones políticas del gobierno, de usarlos como fuerza
represiva en conflictos sociales.
En la lucha por la emancipación americana del dominio colonial
español, fueron las naciones originarias las que con sus heroicos combates
escribieron con heroísmo los antecedentes fundacionales de la defensa de las
fronteras patrias ante el conquistador extranjero. Luego, en el siglo XIX, las
fuerzas de fronteras fueron parte de la lucha independentista en estas
latitudes de la epopeya continental: los blandengues, tropas de frontera de
Buenos Aires, Santa Fe y Montevideo, tuvieron en el General Don José Gervasio
Artigas uno de sus más preclaros exponentes. El Gral. Don Martín Miguel de
Güemes también referencia con su ejemplo heroico, el propósito de ser custodios
de la soberanía en las fronteras que debe guiar el accionar de la contemporánea
Gendarmería Nacional Argentina.
En Malvinas, durante la agresión colonialista inglesa, la
Gendarmería Nacional Argentina recreando aquel espíritu de las heroicas huestes
de indios y criollos conducidos por el General Güemes, incorporó al bronce de
los héroes los nombres de Juan Carlos Treppo, Marciano Verón, Víctor Samuel
Guerrero, Julio Ricardo Sánchez, Guillermo Nasif, Ramón Gumersindo Acosta,
Carlos Misael Pereyra, quienes dieron la vida defendiendo la soberanía durante
la Batalla por Malvinas.
Contrapuesto al espíritu güemesiano que debería inculcarse a los
aspirantes a Gendarmes, el gobierno nacional desarrolló el “Proyecto X” de
indudable objetivo represivo contra la libertad de pensamiento y acción de
parte de ciudadanos argentinos.
Oportunamente, los distintos turnos gobernantes, procurando tener
a disposición una fuerza represiva, dispusieron que las fuerzas de frontera se
apartaran de sus objetivos fundacionales de defensa de la soberanía en las
vastas fronteras de la Patria. Y utilizaron a estas fuerzas para reprimir
reclamos populares como fue, entre muchos otros ejemplos, Cutral Co (Carlos Menem), Corrientes, Mosconi
y Tartagal (De la Rua), y la rebelión agraria y federal en 2008 (Néstor
Kirchner).
Es paradigmático el caso de Cerro Dragón, a donde el Ejecutivo
Nacional destinó tropas de Gendarmería para sofocar una rebelión de
trabajadores petroleros. Cerro Dragón es la reserva petrolera continental más
importante de la Argentina. Propiedad de Panamerican Energy, reparte sus
acciones en un 60% de la British Petroleum (inglesa), y 40% de Bridas (integrada
por mitades por el grupo Bulgheroni que en su momento formó parte de la llamada
“multinacional rusa”, y la CNOOC estatal china). Néstor Kirchner y Mario Des
Neves le extendieron la concesión de los yacimientos hasta el 2047 sin ninguna
razón que lo justificara. Por su parte la Dra. Fernández de Kirchner prometió,
en su discurso del 7 de febrero del corriente, no afectar los intereses
económicos británicos en el continente dentro de los cuales y en primer lugar
se encuentra precisamente Cerro Dragón, manteniendo a rajatabla la Ley de
Garantía a las Inversiones británicas, cuya derogación venimos reclamando junto
a la denuncia de los Acuerdos de Madrid.
Allí, como en otras empresas petroleras, desde 1992 estimularon la
fragmentación sindical (de ahí que a veces coexisten hasta cuatro gremios en un
mismo yacimiento) con el objetivo de dividir a los trabajadores y dejar a estos
en inferiores condiciones para la negociación en defensa de sus condiciones
laborales y de salario. Especialmente se usó el gremio de la Construcción como
referente para el salario a la baja. En condiciones de vida y trabajo muy
duras, esos trabajadores han vivido décadas en condiciones paupérrimas que han
motivado decenas de huelgas y puebladas. De Chubut partió el contingente de
Gendarmes a Mendoza y a 450 km
del lugar sufrieron un tremendo accidente que acabó con la vida de 9 de ellos y
los tres choferes del micro y el camión. La Dra. Fernández de Kirchner procuró
atribuir a los trabajadores la responsabilidad de ese accidente.
En la medida que las fuerzas de frontera fueron alejadas de sus
funciones específicas de custodios de los límites territoriales argentinos, se
fueron transformando nuestras fronteras en verdaderas “zonas francas”. Se
multiplicó el flagelo del narcotráfico, transformándose nuestro país en un
lugar seguro para el desarrollo del narcotráfico en sus tres aspectos:
tránsito, producción y consumo de drogas. El desarrollo del narcotráfico a su
vez estimula la expansión sin freno de la trata de personas para la esclavitud
sexual o laboral. Como expresión de ese avance de la droga está la
proliferación del “paco”, producto de los residuos de la elaboración de cocaína
en las “cocinas” (laboratorios clandestinos), que destruye y asesina a nuestros
jóvenes en seis meses.
Nuestras fronteras son, como dice el pueblo, “un colador” por
tierra, por aire y por agua, y nuestros sistemas de seguridad y de Defensa
Nacional están inermes ante esta podredumbre que van destruyendo la Nación,
castigando especialmente a nuestra juventud. Esto se ve agravado porque la
propia estructura del Estado aparece íntimamente vinculada al narcotráfico: no
por casualidad la Argentina tuvo una línea aérea, Southern Winds, con un
itinerario Tacna (Perú) – Córdoba – Madrid que solo puede explicarse por lo que
finalmente se vio: valijas de cocaína en Madrid; ni fue casual que del
aeropuerto de Morón despegara una moderna aeronave con una tonelada de cocaína
decomisada por las autoridades españolas de Barcelona. El poder del
narcotráfico en la Argentina, expresa una de las graves transformaciones
estructurales ocurrida en los últimos 20 años.
Ley antiterrorista y Proyecto X
La liquidación del sistema de Defensa Nacional y el retiro de las
Fuerzas de Seguridad de sus tares de custodios de las fronteras están siendo
complementadas con medidas que atentan contra derechos elementales de todos los
ciudadanos amparados en la Constitución Nacional. La Ley “antiterrorista”
impuesta por el Poder Ejecutivo Nacional en respuesta a las presiones de
organismos subordinados a los intereses imperialistas como es el caso del GAFI.
Este proyecto fue votado a libro cerrado imponiendo la mayoría automática que
el oficialismo tiene en ambas Cámaras legislativas, y provocó reacciones dentro
de sus propias filas y destacados constitucionalistas rechazaron la normativa
por considerarla una imposición “cuasi mafiosa” de las grandes potencias.
El denominado “Proyecto X” de espionaje de dirigentes sociales,
políticos, sindicales, etc., de parte de la Gendarmería por orden del Poder
Ejecutivo Nacional a través del ministerio de Seguridad, el proyecto de
desplegar unidades de las FF.AA. dentro de los asentamientos más humildes,
etc., y el radiograma para reclutar choferes de las fuerzas armadas para romper
una huelga sindical, van indicando una orientación general de parte del Poder
Ejecutivo Nacional, que apunta a la modificación del rol que deberían tener las
Fuerzas Armadas y las Fuerzas de Frontera. En un caso, para mutarlas en una
Guardia Nacional, y en el segundo para transformarlas en meras fuerzas policiales.
La orientación estratégica es reestructurar estas fuerzas para que
resulten útiles para imponer el orden que deviene de “castigo infinito” dictado
por las grandes potencias, por la recuperación de Malvinas y, también, por la
decisión de destituir al gobierno de De la Rúa y suspender el pago de la deuda
externa ilegítima, fraudulenta, usuraria y odiosa, en el 2001, ocasión en la
que se bordeó la instalación de un “gobierno” con la Cancillería y el
Ministerio de Economía nombrados por el Consejo de Seguridad de la ONU. Es, en consecuencia, una orientación
estratégica que va dando pasos para direccionar a las fuerzas propias de la
defensa nacional hacia la represión de los reclamos populares por derechos
conculcados y/o numerosas necesidad insatisfechas. El discurso oficial
“garantista”, se contrapone con decisiones del Poder Ejecutivo Nacional que
avanzan en la dirección de la Teoría de la Seguridad Interior con las nefastas
consecuencias sufridas por nuestra Nación en décadas pasadas.
Un aspecto que también debe ponerse de relieve en esta
problemática, es el achicamiento permanente del presupuesto para la
modernización de la defensa nacional y la defensa de la soberanía en las
fronteras de la Patria, junto a exiguos salarios para el personal en actividad y
en condición de retiro. La propia Dra. Fernández de Kirchner puso de relieve la
cuestión salarial de las fuerzas de frontera, cuando hizo referencia al salario
percibido por el personal muerto en el fatal accidente que costó la vida a 12 compatriotas, que
mencionamos líneas antes.
En el presente se desarrolla una profunda crisis económica
mundial. Esa crisis fue subestimada por el gobierno nacional en sus comienzos,
pero debió ser reconocida, incluso por la Dra. Fernández de Kirchner, cuando
manifestó que “el mundo se nos cayó encima”. La crisis actúa sobre el proceso en curso, en
las últimas décadas, de desplazamiento del centro de la producción mundial de
Occidente a Oriente, más precisamente, de Estados Unidos a China; y las
tensiones que genera, económicas, políticas y militares, hacia un nuevo
reparto del mundo por las grandes potencias, son de consecuencias impredecibles;
como también son impredecibles las respuestas sociales, como se
puede ver en el Norte de África, o en Europa, en donde ya han caído 10
gobiernos de distinto signo. En ese mundo, a la par del crecimiento de los
factores de crisis que sacuden Europa, Asia, África y América, se van
desarrollando factores de guerra y las potencias mundiales apuran sus
transformaciones militares con el objetivo de posicionarse en la disputa por el
control de los pasos estratégicos internacionales, las materias primas
fundamentales (petróleo, hierro, etc.), y los mercados para sus productos.
Siria e Irán son hoy “zonas calientes” que pueden dar paso a conflictos de
magnitudes insospechadas.
La importancia estratégica de las Islas Malvinas dado su ubicación
para el control del paso interoceánico Atlántico Sur – Pacífico Sur y su
proyección antártica, así como la existencia de recursos estratégicos como
petróleo, pesca y agua dulce, está en el trasfondo de la arrogancia británica
que se niega a discutir sobre la restitución del ejercicio pleno de la
soberanía en los territorios usurpados a nuestro país. Allí, en Mount Pleasant,
el Reino Unido posee la base militar extranjera en territorio americano más
importante, provista de modernos sistemas de misiles, aviones y buques de
guerra de última generación y submarinos nucleares. Este dispositivo se halla
bajo el paraguas político del Tratado de Lisboa de diciembre de 2007 firmado
por todos los países signatarios del pacto de la Unión Europea, y en alianza
estratégica con EE.UU. que desplegó en el Atlántico Sur y otras latitudes su IV
Flota. Desde esas posiciones, el Reino Unido de Gran Bretaña amenaza la
integridad territorial de nuestro país y toda Suramérica, es, como repetimos
siempre “una pistola amartillada apuntando al corazón continental de la
Argentina”. El reciente ejercicio militar británico utilizando modernos
sistemas misilísticos apuntando a aguas de jurisdicción argentina, es un claro
recordatorio de parte del colonialismo británico de su decisión de sostener la
usurpación y la agresión militar contra nuestro país.
Por otra parte, en ocasión de la visita de naves rusas a
Suramérica, se conocieron declaraciones de la jefatura de ese imperialismo de
que “volvieron para quedarse”, lo que se manifiesta en el intenso comercio de
armamentos que lleva adelante con países de la región. Al mismo tiempo que
crece la preocupación por las consecuencias de la creciente penetración en
nuestros países el nuevo imperialismo chino, con inversiones estratégicas
(petróleo, minería, alimentos, etc.).
Existen una premisa incuestionable al respecto de la Defensa
Nacional y la Defensa de la soberanía en las zonas de frontera: no se organiza
una fuerza militar “en general”. Las fuerzas armadas y las fuerzas destinadas a
custodiar la soberanía en las fronteras de la Patria, se organizan para fines
determinados y objetivos definidos. Así surge de la experiencia de 1806 y 1807
cuando el triunfo patriota frente a los dos intentos conquistadores de la
Corona Británica, de los ejércitos de la Guerra de la Independencia de 1810 a 1824, de la defensa
de los ríos interiores durante la guerra fluvial que protagonizaron los
patriotas en 1845 cuando la Vuelta de Obligado, Tonelero, Punta Quebracho,
etc., y de la propia Guerra Nacional de Malvinas.
Instruyendo nuestras tropas en misiones al exterior en funciones
de policía al servicio de las potencias imperiales, reclutando choferes en las
fuerzas militares para romper la huelga de un sindicato, ocupando las barriadas
populares con el inocultable objetivo de controlar el simple reclamo popular,
espiando dirigentes sociales, gremiales, políticos, etc., o denigrando la
Guerra Nacional de Malvinas en concordancia con los objetivos estratégicos del
colonialismo inglés, no se desarrollará una fuerza militar capaz de defender la
soberanía nacional y de defensa de la soberanía en las fronteras. Como
señalamos en el Documento fundacional del Foro Patriótico y Popular: La
lucha por la segunda independencia exige, como primera condición, que el pueblo
rompa sus cadenas. Por eso, la lucha emancipadora está impregnada por la lucha
por la libertad, lo que exige la investigación y castigo de todos los crímenes
cometidos contra el pueblo y la Nación Argentina, y la más amplia libertad de
acción de las fuerzas patrióticas y populares. Como ya ocurrió en la Guerra en
la que surgimos como Nación, también ahora, en el curso de la lucha por la
segunda y definitiva emancipación, será el ruido de rotas cadenas, el grito
sagrado de ¡Libertad! de todo un pueblo, el que barrerá con el Estado de la
sumisión y la opresión, y parirá el nuevo Estado argentino.