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jueves, 2 de agosto de 2012


Nota editorial REVISTA CUADERNOS Nº 39

¿Fuerzas Armadas y Fuerzas de Seguridad para defender la soberanía?
La defensa nacional sometida al “castigo infinito”
Desde junio de 1982 en adelante, la desmalvinización se constituyó en política de Estado. La desmalvinización se expresa en medidas políticas, económicas, jurídicas, diplomáticas, militares, etc., que compendian las imposiciones de las potencias imperiales contra nuestro país, por la osadía de recuperar lo que nos pertenece, el 2 de abril de 1982.
El proceso desmalvinizador iniciado en junio de 1982 durante el último turno dictatorial, se completó durante el gobierno del Dr. Carlos Menem con los llamados Acuerdos de Madrid de octubre de 1989 (paraguas de soberanía) y de febrero de 1990 (control de nuestras FF.AA. de parte del Reino Unidos de Gran Bretaña). Estos Acuerdos impusieron condiciones de carácter semicolonial a nuestro país de parte de la potencia ocupante: es en Londres y otras capitales imperiales donde se decide, entre otros asuntos, lo concerniente a nuestro sistema de Defensa Nacional. La inmensa mayoría de esos Acuerdos, entendimientos, etc., celebrados entre la potencia ocupante y la Argentina en los últimos 30 años se mantienen plenamente vigentes.
La desmalvinización significó la destrucción de nuestra sistema de Defensa Nacional incluyendo: la destrucción de las capacidades de las FF.AA. para una efectiva defensa de la soberanía, y de la industria militar, la investigación técnica y científica para la defensa; de la defensa en las zonas de frontera liquidando la ley de seguridad correspondiente, y la destrucción de la industria en general y de la empresa petrolera estatal YPF, empresa estratégica gravitante en las posibilidades soberanas como nación y para las capacidades defensivas del Estado ante una agresión imperialista externa. A este conjunto de medidas lesivas para la soberanía de la Nación, se debe sumar la imposición de la condición de socio extra OTAN durante la década de 1990, y la política de misiones militares al exterior al servicio de potencias imperialistas y colonialistas, sometiendo a nuestros hombres de armas a la humillación de servir a las mismas potencias que en 1982 nos impusieron su guerra colonial en el Atlántico Sur. Esta política se mantiene inalterable, en lo esencial, desde el gobierno del Dr. Menem a la actualidad, diseñada por el entonces Jefe del Estado Mayor del Ejército Argentino, Tte. Gral. Balza.
La Directiva para la Defensa Nacional
La doctrina del gobierno nacional para las FF.AA., rechaza la existencia de una hipótesis de conflicto (¡en un país que tiene parte de su territorio ocupado por el colonialismo inglés, que aspira además a colonizar cinco millones de kilómetros cuadrados de nuestros territorios!). Las hipótesis de conflicto son orientadoras de las políticas de Defensa y Seguridad nacional en todos los países. El Poder Ejecutivo propone “en reemplazo del modelo basado en hipótesis de conflicto” que “el Planeamiento Estratégico Militar y el correspondiente diseño de fuerzas del Instrumento Militar”, se elabore “conforme al criterio de ‘capacidades’ como factor de planeamiento, esto es, deberá formularse en función de alcanzar y consolidar la aptitud de ejecutar en forma autónoma la completa gama de operaciones” que demanden “todas las formas genéricas de agresión que se manifiestan en los conflictos convencionales de origen externo generados por actores estatales”. Y define el modelo de nuestra Defensa como “un modelo de defensa de carácter ‘defensivo’”.
Para el Gobierno no existen hipótesis de conflicto, porque éstas han sido erradicadas de la doctrina de Defensa Nacional. Por lo tanto, no puede haber un planeamiento estratégico militar (estratégico significa importante, valioso, vital, trascendental, trascendente, principal, necesario, indispensable, etc.) y, menos aún, el correspondiente diseño del instrumento militar (el tipo de FF.AA.) conforme a un supuesto criterio de capacidades para enfrentar amenazas genéricas de agresión.
Si no existe una hipótesis de conflicto no se puede realizar ninguna planificación estratégica militar, ni diseñar el tipo de FF.AA. que necesita la Argentina para garantizar su integridad territorial e independencia frente al colonialismo y el imperialismo; lo que se impone es la doctrina de la incertidumbre como resultado de esta orientación.
En el plano teórico propuesto por el Poder Ejecutivo Nacional, la política para la defensa nacional enunciada en su Directiva para la Defensa Nacional, lleva el debate sobre la misma al ámbito estratosférico, justamente allí donde nos dejó Menem cuando “¡pum! para arriba” nos elevó en su vuelo al espacio exterior desde las humildades de la pobreza riojana, para de allí dirigirnos al Japón, donde incrédulos nipones mirarían azorados el indetenible progreso argentino ingresando por el espacio exterior al Primer Mundo prometido. Por supuesto, ni los japoneses vieron el estratosférico cohete, ni los argentinos entramos al Primer Mundo, ni la Directiva para la Defensa Nacional sirve para disuadir el persistente avance del colonialismo inglés, ni mucho menos a los fines de la recuperación patriótica de los territorios usurpados por el colonialismo británico, o para nuestra definitiva y completa independencia nacional.
En el plano de la práctica, la política para la defensa nacional enunciada por el gobierno en su Directiva para la Defensa Nacional resulta en indefensión de nuestro patrimonio en tierra, mar y aire. Más aún, garantiza la aplicación de los tratados de Madrid, perjudiciales a la soberanía nacional; al permitir el establecimiento del aeropuerto del magnate británico Joe Lewis de dimensiones superiores al Jorge Newbery de la ciudad autónoma de Buenos Aires, en el que pueden descender aviones de gran porte como los que utiliza la OTAN, a solo dos horas de vuelo desde Mount Pleasant, la base británica en Malvinas, y cortar en dos a la Argentina continental a la altura del paralelo 42.
Fuerzas de frontera
Junto a la liquidación del sistema de Defensa Nacional, las Fuerzas de Fronteras fueron retiradas en número considerable de su tarea de custodia de la soberanía terrestre, fluvial y marina para asignarles tareas propias de fuerzas de carácter policial de acuerdo a las decisiones del Poder Ejecutivo Nacional.
La Prefectura Naval Argentina nace como un producto directo de la Revolución de Mayo. El 30 de junio de 1810, el Primer Gobierno Patrio oficializó la dependencia orgánica de la Prefectura de la Primera Junta de Gobierno. Un decreto escrito por el Secretario de la Junta Dr. Mariano Moreno, suscribió la designación del Coronel criollo Martín Jacobo Thompson como primer Prefecto Nacional a cargo de la Capitanía de Puertos de las Provincias Unidas. Más acá en el tiempo Jorge Eduardo López y Julio Omar Benítez de la Prefectura Naval Argentina, que regaron con su sangre la turba malvinera, señalan la verdadera vocación que se debe inculcar a los custodios de la soberanía naval, muy lejos de las decisiones políticas del gobierno, de usarlos como fuerza represiva en conflictos sociales.
En la lucha por la emancipación americana del dominio colonial español, fueron las naciones originarias las que con sus heroicos combates escribieron con heroísmo los antecedentes fundacionales de la defensa de las fronteras patrias ante el conquistador extranjero. Luego, en el siglo XIX, las fuerzas de fronteras fueron parte de la lucha independentista en estas latitudes de la epopeya continental: los blandengues, tropas de frontera de Buenos Aires, Santa Fe y Montevideo, tuvieron en el General Don José Gervasio Artigas uno de sus más preclaros exponentes. El Gral. Don Martín Miguel de Güemes también referencia con su ejemplo heroico, el propósito de ser custodios de la soberanía en las fronteras que debe guiar el accionar de la contemporánea Gendarmería Nacional Argentina.
En Malvinas, durante la agresión colonialista inglesa, la Gendarmería Nacional Argentina recreando aquel espíritu de las heroicas huestes de indios y criollos conducidos por el General Güemes, incorporó al bronce de los héroes los nombres de Juan Carlos Treppo, Marciano Verón, Víctor Samuel Guerrero, Julio Ricardo Sánchez, Guillermo Nasif, Ramón Gumersindo Acosta, Carlos Misael Pereyra, quienes dieron la vida defendiendo la soberanía durante la Batalla por Malvinas.
Contrapuesto al espíritu güemesiano que debería inculcarse a los aspirantes a Gendarmes, el gobierno nacional desarrolló el “Proyecto X” de indudable objetivo represivo contra la libertad de pensamiento y acción de parte de ciudadanos argentinos.
Oportunamente, los distintos turnos gobernantes, procurando tener a disposición una fuerza represiva, dispusieron que las fuerzas de frontera se apartaran de sus objetivos fundacionales de defensa de la soberanía en las vastas fronteras de la Patria. Y utilizaron a estas fuerzas para reprimir reclamos populares como fue, entre muchos otros ejemplos,  Cutral Co (Carlos Menem), Corrientes, Mosconi y Tartagal (De la Rua), y la rebelión agraria y federal en 2008 (Néstor Kirchner).
Es paradigmático el caso de Cerro Dragón, a donde el Ejecutivo Nacional destinó tropas de Gendarmería para sofocar una rebelión de trabajadores petroleros. Cerro Dragón es la reserva petrolera continental más importante de la Argentina. Propiedad de Panamerican Energy, reparte sus acciones en un 60% de la British Petroleum (inglesa), y 40% de Bridas (integrada por mitades por el grupo Bulgheroni que en su momento formó parte de la llamada “multinacional rusa”, y la CNOOC estatal china). Néstor Kirchner y Mario Des Neves le extendieron la concesión de los yacimientos hasta el 2047 sin ninguna razón que lo justificara. Por su parte la Dra. Fernández de Kirchner prometió, en su discurso del 7 de febrero del corriente, no afectar los intereses económicos británicos en el continente dentro de los cuales y en primer lugar se encuentra precisamente Cerro Dragón, manteniendo a rajatabla la Ley de Garantía a las Inversiones británicas, cuya derogación venimos reclamando junto a la denuncia de los Acuerdos de Madrid.
Allí, como en otras empresas petroleras, desde 1992 estimularon la fragmentación sindical (de ahí que a veces coexisten hasta cuatro gremios en un mismo yacimiento) con el objetivo de dividir a los trabajadores y dejar a estos en inferiores condiciones para la negociación en defensa de sus condiciones laborales y de salario. Especialmente se usó el gremio de la Construcción como referente para el salario a la baja. En condiciones de vida y trabajo muy duras, esos trabajadores han vivido décadas en condiciones paupérrimas que han motivado decenas de huelgas y puebladas. De Chubut partió el contingente de Gendarmes a Mendoza y a 450 km del lugar sufrieron un tremendo accidente que acabó con la vida de 9 de ellos y los tres choferes del micro y el camión. La Dra. Fernández de Kirchner procuró atribuir a los trabajadores la responsabilidad de ese accidente.
En la medida que las fuerzas de frontera fueron alejadas de sus funciones específicas de custodios de los límites territoriales argentinos, se fueron transformando nuestras fronteras en verdaderas “zonas francas”. Se multiplicó el flagelo del narcotráfico, transformándose nuestro país en un lugar seguro para el desarrollo del narcotráfico en sus tres aspectos: tránsito, producción y consumo de drogas. El desarrollo del narcotráfico a su vez estimula la expansión sin freno de la trata de personas para la esclavitud sexual o laboral. Como expresión de ese avance de la droga está la proliferación del “paco”, producto de los residuos de la elaboración de cocaína en las “cocinas” (laboratorios clandestinos), que destruye y asesina a nuestros jóvenes en seis meses.
Nuestras fronteras son, como dice el pueblo, “un colador” por tierra, por aire y por agua, y nuestros sistemas de seguridad y de Defensa Nacional están inermes ante esta podredumbre que van destruyendo la Nación, castigando especialmente a nuestra juventud. Esto se ve agravado porque la propia estructura del Estado aparece íntimamente vinculada al narcotráfico: no por casualidad la Argentina tuvo una línea aérea, Southern Winds, con un itinerario Tacna (Perú) – Córdoba – Madrid que solo puede explicarse por lo que finalmente se vio: valijas de cocaína en Madrid; ni fue casual que del aeropuerto de Morón despegara una moderna aeronave con una tonelada de cocaína decomisada por las autoridades españolas de Barcelona. El poder del narcotráfico en la Argentina, expresa una de las graves transformaciones estructurales ocurrida en los últimos 20 años.
Ley antiterrorista y Proyecto X
La liquidación del sistema de Defensa Nacional y el retiro de las Fuerzas de Seguridad de sus tares de custodios de las fronteras están siendo complementadas con medidas que atentan contra derechos elementales de todos los ciudadanos amparados en la Constitución Nacional. La Ley “antiterrorista” impuesta por el Poder Ejecutivo Nacional en respuesta a las presiones de organismos subordinados a los intereses imperialistas como es el caso del GAFI. Este proyecto fue votado a libro cerrado imponiendo la mayoría automática que el oficialismo tiene en ambas Cámaras legislativas, y provocó reacciones dentro de sus propias filas y destacados constitucionalistas rechazaron la normativa por considerarla una imposición “cuasi mafiosa” de las grandes potencias.
El denominado “Proyecto X” de espionaje de dirigentes sociales, políticos, sindicales, etc., de parte de la Gendarmería por orden del Poder Ejecutivo Nacional a través del ministerio de Seguridad, el proyecto de desplegar unidades de las FF.AA. dentro de los asentamientos más humildes, etc., y el radiograma para reclutar choferes de las fuerzas armadas para romper una huelga sindical, van indicando una orientación general de parte del Poder Ejecutivo Nacional, que apunta a la modificación del rol que deberían tener las Fuerzas Armadas y las Fuerzas de Frontera. En un caso, para mutarlas en una Guardia Nacional, y en el segundo para transformarlas en meras fuerzas policiales. La orientación estratégica es reestructurar estas fuerzas para que resulten útiles para imponer el orden que deviene de “castigo infinito” dictado por las grandes potencias, por la recuperación de Malvinas y, también, por la decisión de destituir al gobierno de De la Rúa y suspender el pago de la deuda externa ilegítima, fraudulenta, usuraria y odiosa, en el 2001, ocasión en la que se bordeó la instalación de un “gobierno” con la Cancillería y el Ministerio de Economía nombrados por el Consejo de Seguridad de la ONU.  Es, en consecuencia, una orientación estratégica que va dando pasos para direccionar a las fuerzas propias de la defensa nacional hacia la represión de los reclamos populares por derechos conculcados y/o numerosas necesidad insatisfechas. El discurso oficial “garantista”, se contrapone con decisiones del Poder Ejecutivo Nacional que avanzan en la dirección de la Teoría de la Seguridad Interior con las nefastas consecuencias sufridas por nuestra Nación en décadas pasadas.
Un aspecto que también debe ponerse de relieve en esta problemática, es el achicamiento permanente del presupuesto para la modernización de la defensa nacional y la defensa de la soberanía en las fronteras de la Patria, junto a exiguos salarios para el personal en actividad y en condición de retiro. La propia Dra. Fernández de Kirchner puso de relieve la cuestión salarial de las fuerzas de frontera, cuando hizo referencia al salario percibido por el personal muerto en el fatal accidente  que costó la vida a 12 compatriotas, que mencionamos líneas antes.
En el presente se desarrolla una profunda crisis económica mundial. Esa crisis fue subestimada por el gobierno nacional en sus comienzos, pero debió ser reconocida, incluso por la Dra. Fernández de Kirchner, cuando manifestó que “el mundo se nos cayó encima”.  La crisis actúa sobre el proceso en curso, en las últimas décadas, de desplazamiento del centro de la producción mundial de Occidente a Oriente, más precisamente, de Estados Unidos a China; y las tensiones que genera, económicas, políticas y militares, hacia un nuevo reparto del mundo por las grandes potencias, son de consecuencias impredecibles; como también son impredecibles las respuestas sociales, como se puede ver en el Norte de África, o en Europa, en donde ya han caído 10 gobiernos de distinto signo. En ese mundo, a la par del crecimiento de los factores de crisis que sacuden Europa, Asia, África y América, se van desarrollando factores de guerra y las potencias mundiales apuran sus transformaciones militares con el objetivo de posicionarse en la disputa por el control de los pasos estratégicos internacionales, las materias primas fundamentales (petróleo, hierro, etc.), y los mercados para sus productos. Siria e Irán son hoy “zonas calientes” que pueden dar paso a conflictos de magnitudes insospechadas.
La importancia estratégica de las Islas Malvinas dado su ubicación para el control del paso interoceánico Atlántico Sur – Pacífico Sur y su proyección antártica, así como la existencia de recursos estratégicos como petróleo, pesca y agua dulce, está en el trasfondo de la arrogancia británica que se niega a discutir sobre la restitución del ejercicio pleno de la soberanía en los territorios usurpados a nuestro país. Allí, en Mount Pleasant, el Reino Unido posee la base militar extranjera en territorio americano más importante, provista de modernos sistemas de misiles, aviones y buques de guerra de última generación y submarinos nucleares. Este dispositivo se halla bajo el paraguas político del Tratado de Lisboa de diciembre de 2007 firmado por todos los países signatarios del pacto de la Unión Europea, y en alianza estratégica con EE.UU. que desplegó en el Atlántico Sur y otras latitudes su IV Flota. Desde esas posiciones, el Reino Unido de Gran Bretaña amenaza la integridad territorial de nuestro país y toda Suramérica, es, como repetimos siempre “una pistola amartillada apuntando al corazón continental de la Argentina”. El reciente ejercicio militar británico utilizando modernos sistemas misilísticos apuntando a aguas de jurisdicción argentina, es un claro recordatorio de parte del colonialismo británico de su decisión de sostener la usurpación y la agresión militar contra nuestro país.
Por otra parte, en ocasión de la visita de naves rusas a Suramérica, se conocieron declaraciones de la jefatura de ese imperialismo de que “volvieron para quedarse”, lo que se manifiesta en el intenso comercio de armamentos que lleva adelante con países de la región. Al mismo tiempo que crece la preocupación por las consecuencias de la creciente penetración en nuestros países el nuevo imperialismo chino, con inversiones estratégicas (petróleo, minería, alimentos, etc.).
Existen una premisa incuestionable al respecto de la Defensa Nacional y la Defensa de la soberanía en las zonas de frontera: no se organiza una fuerza militar “en general”. Las fuerzas armadas y las fuerzas destinadas a custodiar la soberanía en las fronteras de la Patria, se organizan para fines determinados y objetivos definidos. Así surge de la experiencia de 1806 y 1807 cuando el triunfo patriota frente a los dos intentos conquistadores de la Corona Británica, de los ejércitos de la Guerra de la Independencia de 1810 a 1824, de la defensa de los ríos interiores durante la guerra fluvial que protagonizaron los patriotas en 1845 cuando la Vuelta de Obligado, Tonelero, Punta Quebracho, etc., y de la propia Guerra Nacional de Malvinas.
Instruyendo nuestras tropas en misiones al exterior en funciones de policía al servicio de las potencias imperiales, reclutando choferes en las fuerzas militares para romper la huelga de un sindicato, ocupando las barriadas populares con el inocultable objetivo de controlar el simple reclamo popular, espiando dirigentes sociales, gremiales, políticos, etc., o denigrando la Guerra Nacional de Malvinas en concordancia con los objetivos estratégicos del colonialismo inglés, no se desarrollará una fuerza militar capaz de defender la soberanía nacional y de defensa de la soberanía en las fronteras. Como señalamos en el Documento fundacional del Foro Patriótico y Popular: La lucha por la segunda independencia exige, como primera condición, que el pueblo rompa sus cadenas. Por eso, la lucha emancipadora está impregnada por la lucha por la libertad, lo que exige la investigación y castigo de todos los crímenes cometidos contra el pueblo y la Nación Argentina, y la más amplia libertad de acción de las fuerzas patrióticas y populares. Como ya ocurrió en la Guerra en la que surgimos como Nación, también ahora, en el curso de la lucha por la segunda y definitiva emancipación, será el ruido de rotas cadenas, el grito sagrado de ¡Libertad! de todo un pueblo, el que barrerá con el Estado de la sumisión y la opresión, y parirá el nuevo Estado argentino.

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