Adelanto: Editorial de la edición N° 46 de CUADERNOS para el encuentro en una nueva huella argentina
Próximos al Bicentenario de la declaración de la Independencia por el Congreso de Tucumán, el 9 de julio de 1816, hacer realidad su mandato
Independientes de toda dominación extranjera
No muy lejos de la ciudad de Neuquén, a 30 kilómetros de
Bajada del Agrio, la obra civil avanzada, que asoma a simple vista, muestra la
base China, pese a que el Poder Ejecutivo Nacional no ha logrado aún la
aprobación del Senado. El gobierno nacional, y el de Neuquén, afirman que se
trata de una base para el estudio del espacio profundo. Sin embargo, expertos
militares argentinos consultados por nuestra publicación, no dudan en señalar
que se trata en realidad de una base de rastreo de misiles nucleares y
escaneado de comunicaciones. El proyecto ha sido desarrollado por BSEDI
(Beijing Special Engineering Design and Research Institute) para el
concesionario de la instalación, China Satellite Launch and Control General,
quien ha contratado a CHEC (China Harbour Engineering Company), ambas de la
República Popular China, para llevar a cabo su construcción. Estas empresas
están bajo la órbita de las fuerzas militares chinas, más precisamente de la
poderosa Comisión Central Militar de China, el máximo órgano de decisiones estratégicas.
Es un hecho de gran trascendencia la decisión de las autoridades argentinas de
permitir la instalación de una base militar extranjera por primera vez en el
territorio continental argentino. Se trata de un viraje estratégico que tiene y
tendrá importantes consecuencias para nuestra Nación.
No es una determinación menor. Enfrente del territorio continental
argentino, en Malvinas, producto de la nueva ocupación colonial de nuestros
territorios a partir del 14 de junio de 1982, se emplaza la base militar
extranjera más importante de América del Sur: Mount Pleasant. El Reino Unido
reúne allí alrededor de 1.500 soldados británicos, navíos ultramodernos,
aviones de última generación, sistema de lanzamiento misilístico, etc. Las
aguas del Atlántico sudoccidental son patrulladas por submarinos nucleares
equipados con misiles intercontinentales del tipo Trident de cabeza múltiple.
Es una instalación militar integrada al sistema de bases de la OTAN, bajo el
paraguas de la Unión Europea y en alianza estratégica con EEUU.
Además, sobre la costa atlántica de Río Negro, en bahía Lobos, el
magnate británico Joseph Lewis tiene un aeropuerto de tamaño mayor al Jorge
Newbery de Buenos Aires, en el que pueden descender aviones de gran porte como
los que utiliza la OTAN, organización militar de la que es fundador y miembro
activo el Reino Unido de Gran Bretaña a Irlanda del Norte.
A partir del recrudecimiento de la disputa alrededor de los “holdouts” y
el juicio que en Nueva York está a cargo del juez Thomas Griesa, el gobierno
argentino profundizó su distanciamiento estratégico del “mundo occidental”,
cuya potencia principal es EEUU. No solo lo ha hecho en relación a esta
potencia, sino que también abrió frentes de conflicto con otras, como Alemania
De EEUU ha tomado distancia en lo económico, en lo
político y en cuestiones que EEUU considera estratégicas para sus intereses
imperialistas: el conflicto abarca tanto aspectos financieros referidos a la
deuda externa argentina, como políticas contrapuestas a las diseñadas por el
Departamento de Estado de los EEUU y de la DEA en lo que refiere al
narcotráfico. Esto no le impide al
Ejecutivo Nacional, acordar con empresas de EEUU negociados vinculados a
nuestros recursos estratégicos como el petróleo. Con Chevron, la administración
nacional cerró acuerdos por el yacimiento de Vaca Muerte que permanecen
secretos para la ciudadanía, y que comprometen el patrimonio hidrocarburífero
argentino y su soberanía, al tiempo que amenazan destruir el medio ambiente
complicando las condiciones de vida de las poblaciones radicadas en la región.
Frente a este cuestionable viraje estratégico, se alzan voces críticas
que enumeran las inconveniencias del nuevo amarre internacional, aunque no lo
hacen porque vislumbran un porvenir de bienestar al alcanzar nuestro país un
status de completa independencia nacional. Por el contrario, llaman a adherir a
las políticas “globalizadoras” promovidas por EEUU y sus aliados, y proclaman
las supuestas ventajas que disfrutaría la Argentina con la perpetuación del
alineamiento incondicional al servicio de esas potencias occidentales.
Parecen nostálgicos del rumbo estratégico impuesto por el tratado Roca -
Runcimann, e imaginan su reedición en las condiciones particulares del siglo
XXI para acceder, supuestamente, a los manantiales de riquezas de los países
occidentales encabezados por EEUU. Una riqueza de la que están privados más de
2.000 millones de hambrientos y desposeídos en el mundo, que sobreviven con
apenas 1 US$ por día.
Intelectuales argentinos, por citar un ejemplo de estos nostálgicos, han
propagandizado los supuestos beneficios que devendrían para Argentina, aceptar
la “independencia de los kelpers” y la existencia de un pseudo estado
“Falklands”, (agitando falsamente el “derecho a la autodeterminación”, e
ignorando todos los derechos históricos, jurídicos, geográficos, etc., que
posee la Argentina frente a la ocupación colonial del Reino Unido de Gran
Bretaña e Irlanda del Norte), como una de las llaves maestras para ingresar a
ese soñado “primer mundo” y para ascender en una espiral de “progreso infinito”
que el mundo capitalista occidental ofrecería a los que se le subordinan. Sin
embargo la realidad demuestra que la crisis económica desatada en 2007 con la
denominada “crisis de las hipotecas”, ha sumergido a sus propios pueblos a
condiciones de vida deplorables y que están en la base de las poderosas
rebeliones juveniles de Grecia, Portugal, Irlanda, España, Francia, Inglaterra,
EEUU, etc.
Los efectos de la subordinación a EEUU, su socio Gran Bretaña y otras
potencias asociadas del denominado “mundo occidental”, son muy conocidos por el
pueblo argentino, no por sus beneficios, sino por los inmensos perjuicios que
provocaron contra nuestra nación a lo largo de la historia. La agresión imperialista
entre el 2 de abril y el 14 de junio de 1982, fue una de las más recientes y
crueles demostraciones de esa “amistad” y ese “progreso” que nos trajeron en
sus más de 100 buques de la “Task Force” británica, desde Londres, pasando por
la isla Ascensión, hasta Malvinas. 649 patriotas muertos durante el conflicto,
dan testimonio de esa “amistad”.
“En la década del 90’ , el Dr. Menem, afirmó que
debíamos subirnos al ‘tren de la globalización’, entendiendo que del fin de la
guerra fría emergió Estados Unidos como la gran y única potencia triunfante –
el siglo XXI sería el siglo estadounidense –, y pugnó por establecer un
alineamiento automático con Washington con la esperanza de acceder a las
bondades de un imaginario primer mundo globalizado. Dio por terminada la época
de la lucha por las independencias nacionales y practicó a fondo lo que
denominó “diversificación de la dependencia”, con gravosas consecuencias para
nuestra Nación. La idealización del triunfo del mundo uno, estuvo en
consonancia con las políticas que llevaron a la Argentina al descalabro de
fines del siglo XX y principios del XXI.” (Editorial, CUADERNOS para el encuentro en una nueva huella Argentina
N° 44).
Un viraje estratégico: los acuerdos con
Rusia y China
Guiado por ese viraje estratégico, el gobierno de la Dra. Fernández de
Kirchner avanzó en su política de “asociación estratégica” con Rusia y de
“asociación estratégica integral” con China.
“El presidente ruso, Vladimir Putin
afirmó: ‘La Argentina es el principal socio estratégico de Rusia en América
Latina, la ONU y el G-20’ .
Rusia, busca sostener la presencia de
buques de su armada en el Atlántico Sur y la Antártida, prolongando el uso de sus rompehielos y
helicópteros de parte de la Argentina, para las tareas antárticas. El enorme
retraso en la reparación integral del buque Irizar, juega en beneficio de los
intereses rusos. Esto, en el marco de la ocupación colonial británica bajo el
paraguas de la Unión Europea y en alianza con EEUU, que aspira a colonizar más
de 5.000.000 km2 de territorios argentinos y la totalidad del Sector Antártico
Argentino. La idea de “equilibrar” la presencia militar británica introduciendo
a otro imperialismo en la zona la practicó el Dr. Alfonsín con los contratos de
pesca y resultaron un tremendo fracaso para los intereses argentinos: fuimos
esquilmados por los británicos y por los rusos, depredando la riqueza ictícola
nacional.”
(Editorial de CUADERNOS para el encuentro en una nueva huella argentina N° 45).
Rusia aspira, a su vez, a una base para el sistema de espionaje de sus
satélites como ya le fue concedida a China.
En cuanto al posicionamiento chino en nuestro país, el presidente chino
Xi Jinping, definió la relación con la Argentina como una “alianza estratégica
integral” que abarca aspectos económicos, comerciales,
políticos y militares. En lo económico, entre otros acuerdos, se firmaron
convenios que implicarán inversiones chinas por 7.500 millones de dólares en
represas hidroeléctricas y en infraestructura ferroviaria en nuestro país. A
estos acuerdos de estratégica importancia en la relación con China se suma el
de financiación del equipamiento y participación en el proyecto de la central
nuclear eléctrica en el país, Atucha III, de 700 megavatios, de agua pesada y
uranio natural.
Otros acuerdos firmados fueron de cooperación entre la Comisión de
Comunicaciones y su par china, un proyecto de acceso de banda ancha nacional,
colaboración entre YPF y la Corporación del Banco de Desarrollo de China y un
compromiso entre la provincia de Entre Ríos y la Corporación Estatal China para
proyectos de riego y la construcción de tubos de presión de agua pesada, entre
otros. Después las movilizaciones multisectoriales que impusieron la suspensión
del proyecto de arriendo a capitales chinos, de 300.000 hectáreas
en la provincia de Río Negro, en la ribera del río homónimo, su gobernador
volvió a reflotar el proyecto. Información similar circula sobre 320.000 hectáreas
en la provincia del Chaco.
Tierras, aceiteras y
cerealeras (Noble y Nidera), hierro (Sierra Grande) y litio (Jujuy), transporte
(Ferrocarril Belgrano Cargas), Puertos (San
Antonio Oeste y el del holding chino Hope Full
Grain & Oil, s, en Santa Fe), Bancos (HSBC e ICBC), energía atómica,
obras de infraestructura (represas de Santa Cruz), y ahora la base militar:
solo un ciego podría no ver que la penetración china va constituyendo un Estado
dentro de otro Estado.
Ni amo viejo, ni amo nuevo
La crisis económica mundial lleva ya 7 años, atravesando fases en las
que se traslada de uno a otro epicentro, con desigualdades en las que algunos
países se hunden, otros frenan, los hay que carretean sin lograr despegar, y
ninguno se siente absolutamente a salvo. Observada de conjunto, la crisis
aceleró la tendencia al traslado del centro de la economía capitalista mundial,
del Occidente-Atlántico con centro en Estados Unidos, al Asia-Pacífico con
centro en China.
EEUU busca resolver su “cansancio
estratégico” concentrando sus fuerzas en la disputa por el
Asia-Pacífico.
China y Rusia tratan de aprovechar el debilitamiento que deja, en
determinadas regiones, la nueva estrategia de EE.UU. China, sobre la base de
alcanzar este año la paridad económica con EEUU (según datos del Banco
Mundial), da pasos en su objetivo confeso de alcanzar la paridad
estratégica mundial a partir del año 2020, para disputar la supremacía mundial.
Este contexto de agudización de la disputa imperialista por un nuevo
reparto del mundo, vuelve a colocar en un plano clave al Atlántico Sur, con sus
pasos oceánicos y sus riquezas marítimas y las de su proyección en el
continente Antártico: Inglaterra trae a esas aguas sus submarinos nucleares y
refuerza su base en el territorio colonizado del “portaaviones Malvinas”; mientras con el Irízar en una reconstrucción sin fin, Rusia se posiciona
sobre el dispositivo antártico argentino; y China se
irrita y amenaza ante la menor demora en la instalación de su base militar
estratégica en Neuquén.
¿Involucrarnos en el dispositivo estratégico de una potencia mundial, en
este caso China, como ha decidido el gobierno nacional, es un camino de
liberación o se reduce a un simple cambio de amo? ¿Vendrá de la mano de una
potencia imperialista y colonialista la independencia nacional a la que
aspiramos la inmensa mayoría de los argentinos? ¿Creen, quienes gobiernan, que
el futuro de la Nación está en subirnos al tren de “la próxima potencia
hegemónica”, aunque sea como furgón de cola? Estas no son experiencias
desconocidas en nuestra historia más o menos contemporánea.
En los albores de la Revolución de Mayo este debate recorrió al conjunto
de las fuerzas patriotas. Fue Belgrano quien tras su entrevista con el General
británico Robert Crawford en 1806, comprendió que entregarse a Inglaterra para
liberarse del yugo español solo equivaldría a cambiar de amo. De aquella
experiencia surgió una orientación estratégica para todos los patriotas, válida
hasta nuestros días: “Ni amo viejo, ni amo nuevo. ¡Ningún amo!”
En 1845, cuando la agresión colonialista anglofrancesa, se especuló con
que Francia o Inglaterra, podrían ser socios benéficos para alterar el curso
político de la realidad nacional, sometida al atraso feudal expresado en el
gobierno del Brigadier Rosas. Sin embargo, las potencias europeas de entonces
vinieron a estos territorios guiadas solo por el afán colonial de dominio y
conquista. Ora para “abrir” los ríos interiores a la “libre navegación”
colonialista como pretendían tanto Inglaterra como Francia, o para
reposicionarse en estas latitudes del globo como deseaba Francia, menoscabada
en su presencia colonial en América desde hacía décadas. Inglaterra, por su
parte, venía de ocupar nuestros territorios de Malvinas en enero de 1833, y de
librar la criminal guerra del Opio contra la nación china a la que derrotó y sometió
al escarnio del consumo de opio, lo que bien podría considerarse un antecedente
directo de la relación entre narcotráfico y dominio imperial y los tremendos
padecimientos que sufren los pueblos cuando caen bajo el yugo de los poderosos
del mundo.
Durante la Segunda Guerra Mundial, no fueron pocos los argentinos que
vieron en la alianza con la Alemania nazi (Alemania tenía por entonces una
profunda penetración en nuestro país), el socio ideal para terminar con la
opresión británica y la creciente injerencia de EEUU en Argentina. Los fluidos
lazos que sectores dominantes tenían con los jerarcas nazis del Tercer Reich,
facilitaron entrevistas de emisarios argentinos ante Ribentrop y Himmler para
discutir el apoyo a los objetivos imperialistas alemanes a cambio de su
colaboración para la reconquista de la soberanía argentina en Malvinas. No
sabemos si aquellos enviados en 1942 tenían presente la grave situación a la
que quedó expuesta la Argentina cuando cupo la posibilidad de que el Canal de
Suez cayera en manos alemanas producto de los sucesivos éxitos militares del
“Afrikan Corps” comandado por el Mariscal Rommel. De haberse producido la caída
de Suez a manos de Hitler, algo que no ocurrió por la derrota nazi en “El
Alamein”, los aliados, en especial el Reino Unido, estaban obligados a
garantizarse la libre disponibilidad del paso del Atlántico Sur al Pacífico Sur
(que extiende su influencia al océano Índico) y por lo tanto previeron la
necesidad de ocupar el extremo sur de América del Sur (Chile y Argentina) para
garantizar a los aliados la posesión de tan vital vía de comunicaciones
interoceánicas, e impedir que una componenda germano - argentina, inclinara el
balance de fuerzas a favor de los aliados del Eje. La Argentina quedó así muy
expuesta a una fractura territorial en beneficio de potencias imperialistas, y
la soñada reunificación territorial argentina al recuperar Malvinas de manos
británicas, se hubiese trocado en la perdida de todo el extremo sur argentino,
vastas porciones de la plataforma continental y todo acceso posible al Sector
Antártico Argentino.
Más recientemente, en la década del ’70, tiempos del mundo bipolar que
enfrentó a las dos superpotencias de entonces: EEUU y la URSS (1), la dictadura
militar instaurada el 24 de marzo de 1976 encabezada por Jorge Rafael Videla,
impulsó una alianza estrategia con la URSS –que pasó a ser el principal socio
comercial y político de la Argentina–; ese alineamiento se expresó vivamente en
la ruptura del bloqueo a la URSS por su criminal invasión a Afganistán, por
parte de la dictadura argentina. Posteriormente, la dictadura intentó avanzar
en esa alianza promoviendo el conflicto bélico contra Chile alrededor de la
disputa por el Canal de Beagle. La guerra fratricida con el pueblo hermano de
Chile hubiera disparado un conflicto de inimaginables consecuencias no solo
para las naciones involucradas, sino para el conjunto de América Latina y el
denominado tercer Mundo.
En la propia guerra nacional de Malvinas se reavivó este debate. Algunos
connotados personajes políticos y militares, pasaron abiertamente a promover la
derrota argentina frente a la guerra impuesta por Gran Bretaña contra la
Argentina, reclamaban la rendición y la vuelta a la subordinación a esas
potencias. De esos cenáculos salió la adhesión a los Acuerdos de Madrid de
octubre de 1989 y 1990 impuestos por Gran Bretaña, aún vigentes, y firmados por
el Dr. Menem y su ministro de Relaciones Exteriores, Dr. Domingo Cavallo.
Otros, en cambio, pregonaban las ventajas de aliarnos a la URSS para poder
enfrentar el poderío militar del Reino Unido y sus socios de la OTAN. Ambos
bandos repudiaban las mejores enseñanzas de los más preclaros constructores de
la independencia americana: Tupac Amaru, Tupac Katari, Murillo, Belgrano, San
Martín, Güemes, Brown, Warnes, Padilla, Azurduy, Bolívar, Artigas, Martí, etc. Los serviles, siempre
encuentran razones para subordinarse.
Con motivo de la presentación de CUADERNOS para el encuentro en una
nueva huella argentina N° 11, en marzo de 2003, en la ciudad de Ensenada, en la
provincia de Buenos Aires, el Contraalmirante (R) VGM Carlos Büsser, Jefe del
operativo Rosario de reconquista de las Islas Malvinas del 2 de abril de 1982,
se refirió a la perspectiva de la existencia de dos superpotencias mundiales, EEUU
y China, reconstruyendo una nueva bipolaridad, y la planificación de un
política en defensa de los intereses soberanos de la Argentina. Dijo entonces: “(…) China ya está en la carrera nuclear,
es la tercera o cuarta potencia mundial, está en la carrera misilística,
espacial, etc. (…) Va a empezar a tallar en todo el mundo. Es para este mundo
que nos tenemos que preparar. No para meternos a la cola de una de las dos
superpotencias creyendo que ellas nos van a proteger. El poderoso del bando que
fuera en el que nosotros nos queramos incorporar para estar supuestamente
protegidos, va a proteger su territorio y su población y nosotros vamos a ser
solamente carne de cañón. Creo que todos, pero en particular los jóvenes,
debemos estudiar todos estos problemas, los de nuestra soberanía sobre todos
los espacios terrestres y marítimos de nuestra Patria, y sobre los problemas
mundiales que nos van a condicionar, porque según sea la forma en que los
encaremos y solucionemos, resultará nuestro destino como nación. Y eso lo
debemos estudiar con un profundo sentimiento de patriotismo dispuesto a las
mayores entregas”.
Oíd el ruido de rotas cadenas
Dice nuestro documento fundacional: “Somos conscientes de que los
enemigos jurados de la Patria son muy poderosos, pero también sabemos, porque
lo muestra toda la historia nacional, que el camino de la sumisión o la
conciliación con esos enemigos, ha traído sangre, sudor y lágrimas para los
argentinos. Por eso, la huella en la que nos encontramos en el Foro Patriótico
y Popular, es la de poner de pie al pueblo y a las fuerzas patrióticas de
nuestra Nación, hasta conquistar su segunda y definitiva independencia de toda
dominación extranjera. Esa gran tarea histórica presupone acabar con el poder de
las viejas y nuevas oligarquías, cipayas y gerenciales, que han
sido y son funcionales a la sumisión nacional, y que han provocado la más grave
crisis económica y social que se recuerde. Logrado ese objetivo, será posible fundar un nuevo Estado
nacional, que estará signado por las fuerzas que lo dieron a
luz y tendrá la impronta de las nuevas generaciones.
Hemos escuchado hablar por décadas del “progreso” puesto de manifiesto
por cifras de una supuesta “macroeconomía”. Pero esas cifras son, en realidad,
las cuentas del enriquecimiento obsceno de los beneficiarios de la entrega y
del empobrecimiento inaudito de la inmensa mayoría de los habitantes de nuestro
suelo. Se nos habló de una supuesta teoría del “derrame” por el cual había que
permitir ese enriquecimiento para que las sobras del banquete cayeran sobre los
más pobres, pero esto nunca ocurrió. Sólo asistimos a la existencia de una
minoría, cada vez más opulenta y poderosa, frente a una mayoría creciente de
pobres cada más pobres. El Progreso, para ser verdadero, se debe manifestar en el
bienestar del conjunto social y la fortaleza de la Nación.
Se niega abiertamente que sea posible un proyecto de Argentina
independiente en el contexto mundial actual. (…)
Es posible una
Argentina soberana, popular y democrática, unida a los pueblos y naciones
oprimidas. Es necesario para ello un Estado que lo exprese con formas
democráticas que garanticen la participación y decisión popular. Son muchos, en todo el mundo, los que están hartos
de vivir penando para que un puñado de potencias viva de lo que le es ajeno.
El camino de hacer concesiones a las potencias que disputan con EE.UU.
para resistir la prepotencia del gigante, lleva, en el mejor de los casos, a un
cambio de amo pero no a la Independencia.
No se puede “reformar” una política que por su naturaleza va contra la
Patria y el pueblo. De igual manera que no se puede reformar el Estado imperial
y oligárquico, cuya razón de ser es esa política de sumisión y opresión.
La lucha por la segunda independencia exige, como primera condición, que
el
pueblo rompa sus cadenas. Por eso, la lucha emancipadora está
impregnada por la lucha por la libertad, lo que exige la investigación y
castigo de todos los crímenes cometidos contra el pueblo y la Nación Argentina,
y la más amplia libertad de acción de las fuerzas patrióticas y populares. Cómo
ya ocurrió en la Guerra en la que surgimos como Nación, también ahora, en el
curso de la lucha por la segunda y definitiva emancipación, será el ruido de rotas
cadenas, el grito sagrado de ¡Libertad! de todo un pueblo, el
que barrerá con el Estado de la sumisión y la opresión, y parirá el nuevo
Estado argentino.
“Sean eternos los laureles que supimos
conseguir, coronados de gloria vivamos, o juremos con gloria morir.”
(1) Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas. Pese a la restauración del capitalismo y su desarrollo
imperialista, Rusia y las naciones sometidas a su dominio mantuvieron esa
denominación.
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