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miércoles, 3 de diciembre de 2014

Adelanto: Editorial de la edición N° 46 de CUADERNOS: Independientes de toda dominación extranjera

Adelanto: Editorial de la edición N° 46 de CUADERNOS para el encuentro en una nueva huella argentina

 

Próximos al Bicentenario de la declaración de la Independencia por el Congreso de Tucumán, el 9 de julio de 1816, hacer realidad su mandato 

Independientes de toda dominación extranjera


No muy lejos de la ciudad de Neuquén, a 30 kilómetros de Bajada del Agrio, la obra civil avanzada, que asoma a simple vista, muestra la base China, pese a que el Poder Ejecutivo Nacional no ha logrado aún la aprobación del Senado. El gobierno nacional, y el de Neuquén, afirman que se trata de una base para el estudio del espacio profundo. Sin embargo, expertos militares argentinos consultados por nuestra publicación, no dudan en señalar que se trata en realidad de una base de rastreo de misiles nucleares y escaneado de comunicaciones. El proyecto ha sido desarrollado por BSEDI (Beijing Special Engineering Design and Research Institute) para el concesionario de la instalación, China Satellite Launch and Control General, quien ha contratado a CHEC (China Harbour Engineering Company), ambas de la República Popular China, para llevar a cabo su construcción. Estas empresas están bajo la órbita de las fuerzas militares chinas, más precisamente de la poderosa Comisión Central Militar de China, el máximo órgano de decisiones estratégicas. Es un hecho de gran trascendencia la decisión de las autoridades argentinas de permitir la instalación de una base militar extranjera por primera vez en el territorio continental argentino. Se trata de un viraje estratégico que tiene y tendrá importantes consecuencias para nuestra Nación.
No es una determinación menor. Enfrente del territorio continental argentino, en Malvinas, producto de la nueva ocupación colonial de nuestros territorios a partir del 14 de junio de 1982, se emplaza la base militar extranjera más importante de América del Sur: Mount Pleasant. El Reino Unido reúne allí alrededor de 1.500 soldados británicos, navíos ultramodernos, aviones de última generación, sistema de lanzamiento misilístico, etc. Las aguas del Atlántico sudoccidental son patrulladas por submarinos nucleares equipados con misiles intercontinentales del tipo Trident de cabeza múltiple. Es una instalación militar integrada al sistema de bases de la OTAN, bajo el paraguas de la Unión Europea y en alianza estratégica con EEUU.
Además, sobre la costa atlántica de Río Negro, en bahía Lobos, el magnate británico Joseph Lewis tiene un aeropuerto de tamaño mayor al Jorge Newbery de Buenos Aires, en el que pueden descender aviones de gran porte como los que utiliza la OTAN, organización militar de la que es fundador y miembro activo el Reino Unido de Gran Bretaña a Irlanda del Norte.
A partir del recrudecimiento de la disputa alrededor de los “holdouts” y el juicio que en Nueva York está a cargo del juez Thomas Griesa, el gobierno argentino profundizó su distanciamiento estratégico del “mundo occidental”, cuya potencia principal es EEUU. No solo lo ha hecho en relación a esta potencia, sino que también abrió frentes de conflicto con otras, como Alemania
De EEUU ha tomado distancia en lo económico, en lo político y en cuestiones que EEUU considera estratégicas para sus intereses imperialistas: el conflicto abarca tanto aspectos financieros referidos a la deuda externa argentina, como políticas contrapuestas a las diseñadas por el Departamento de Estado de los EEUU y de la DEA en lo que refiere al narcotráfico. Esto no le impide al Ejecutivo Nacional, acordar con empresas de EEUU negociados vinculados a nuestros recursos estratégicos como el petróleo. Con Chevron, la administración nacional cerró acuerdos por el yacimiento de Vaca Muerte que permanecen secretos para la ciudadanía, y que comprometen el patrimonio hidrocarburífero argentino y su soberanía, al tiempo que amenazan destruir el medio ambiente complicando las condiciones de vida de las poblaciones radicadas en la región.
Frente a este cuestionable viraje estratégico, se alzan voces críticas que enumeran las inconveniencias del nuevo amarre internacional, aunque no lo hacen porque vislumbran un porvenir de bienestar al alcanzar nuestro país un status de completa independencia nacional. Por el contrario, llaman a adherir a las políticas “globalizadoras” promovidas por EEUU y sus aliados, y proclaman las supuestas ventajas que disfrutaría la Argentina con la perpetuación del alineamiento incondicional al servicio de esas potencias occidentales.
Parecen nostálgicos del rumbo estratégico impuesto por el tratado Roca - Runcimann, e imaginan su reedición en las condiciones particulares del siglo XXI para acceder, supuestamente, a los manantiales de riquezas de los países occidentales encabezados por EEUU. Una riqueza de la que están privados más de 2.000 millones de hambrientos y desposeídos en el mundo, que sobreviven con apenas 1 US$ por día.
Intelectuales argentinos, por citar un ejemplo de estos nostálgicos, han propagandizado los supuestos beneficios que devendrían para Argentina, aceptar la “independencia de los kelpers” y la existencia de un pseudo estado “Falklands”, (agitando falsamente el “derecho a la autodeterminación”, e ignorando todos los derechos históricos, jurídicos, geográficos, etc., que posee la Argentina frente a la ocupación colonial del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte), como una de las llaves maestras para ingresar a ese soñado “primer mundo” y para ascender en una espiral de “progreso infinito” que el mundo capitalista occidental ofrecería a los que se le subordinan. Sin embargo la realidad demuestra que la crisis económica desatada en 2007 con la denominada “crisis de las hipotecas”, ha sumergido a sus propios pueblos a condiciones de vida deplorables y que están en la base de las poderosas rebeliones juveniles de Grecia, Portugal, Irlanda, España, Francia, Inglaterra, EEUU, etc.
Los efectos de la subordinación a EEUU, su socio Gran Bretaña y otras potencias asociadas del denominado “mundo occidental”, son muy conocidos por el pueblo argentino, no por sus beneficios, sino por los inmensos perjuicios que provocaron contra nuestra nación a lo largo de la historia. La agresión imperialista entre el 2 de abril y el 14 de junio de 1982, fue una de las más recientes y crueles demostraciones de esa “amistad” y ese “progreso” que nos trajeron en sus más de 100 buques de la “Task Force” británica, desde Londres, pasando por la isla Ascensión, hasta Malvinas. 649 patriotas muertos durante el conflicto, dan testimonio de esa “amistad”.
“En la década del 90’, el Dr. Menem, afirmó que debíamos subirnos al ‘tren de la globalización’, entendiendo que del fin de la guerra fría emergió Estados Unidos como la gran y única potencia triunfante – el siglo XXI sería el siglo estadounidense –, y pugnó por establecer un alineamiento automático con Washington con la esperanza de acceder a las bondades de un imaginario primer mundo globalizado. Dio por terminada la época de la lucha por las independencias nacionales y practicó a fondo lo que denominó “diversificación de la dependencia”, con gravosas consecuencias para nuestra Nación. La idealización del triunfo del mundo uno, estuvo en consonancia con las políticas que llevaron a la Argentina al descalabro de fines del siglo XX y principios del XXI.” (Editorial, CUADERNOS para el encuentro en una nueva huella Argentina N° 44).
Un viraje estratégico: los acuerdos con Rusia y China
Guiado por ese viraje estratégico, el gobierno de la Dra. Fernández de Kirchner avanzó en su política de “asociación estratégica” con Rusia y de “asociación estratégica integral” con China.
“El presidente ruso, Vladimir Putin afirmó: ‘La Argentina es el principal socio estratégico de Rusia en América Latina, la ONU y el G-20’.
Rusia, busca sostener la presencia de buques de su armada en el Atlántico Sur y la Antártida, prolongando el uso de sus rompehielos y helicópteros de parte de la Argentina, para las tareas antárticas. El enorme retraso en la reparación integral del buque Irizar, juega en beneficio de los intereses rusos. Esto, en el marco de la ocupación colonial británica bajo el paraguas de la Unión Europea y en alianza con EEUU, que aspira a colonizar más de 5.000.000 km2 de territorios argentinos y la totalidad del Sector Antártico Argentino. La idea de “equilibrar” la presencia militar británica introduciendo a otro imperialismo en la zona la practicó el Dr. Alfonsín con los contratos de pesca y resultaron un tremendo fracaso para los intereses argentinos: fuimos esquilmados por los británicos y por los rusos, depredando la riqueza ictícola nacional. (Editorial de CUADERNOS para el encuentro en una nueva huella argentina N° 45).
Rusia aspira, a su vez, a una base para el sistema de espionaje de sus satélites como ya le fue concedida a China.
En cuanto al posicionamiento chino en nuestro país, el presidente chino Xi Jinping, definió la relación con la Argentina como una “alianza estratégica integral” que abarca aspectos económicos, comerciales, políticos y militares. En lo económico, entre otros acuerdos, se firmaron convenios que implicarán inversiones chinas por 7.500 millones de dólares en represas hidroeléctricas y en infraestructura ferroviaria en nuestro país. A estos acuerdos de estratégica importancia en la relación con China se suma el de financiación del equipamiento y participación en el proyecto de la central nuclear eléctrica en el país, Atucha III, de 700 megavatios, de agua pesada y uranio natural.
Otros acuerdos firmados fueron de cooperación entre la Comisión de Comunicaciones y su par china, un proyecto de acceso de banda ancha nacional, colaboración entre YPF y la Corporación del Banco de Desarrollo de China y un compromiso entre la provincia de Entre Ríos y la Corporación Estatal China para proyectos de riego y la construcción de tubos de presión de agua pesada, entre otros. Después las movilizaciones multisectoriales que impusieron la suspensión del proyecto de arriendo a capitales chinos, de 300.000 hectáreas en la provincia de Río Negro, en la ribera del río homónimo, su gobernador volvió a reflotar el proyecto. Información  similar circula sobre 320.000 hectáreas en la provincia del Chaco.
Tierras, aceiteras y cerealeras (Noble y Nidera), hierro (Sierra Grande) y litio (Jujuy), transporte (Ferrocarril Belgrano Cargas), Puertos (San Antonio Oeste y el del holding  chino Hope Full Grain & Oil, s, en Santa Fe), Bancos (HSBC e ICBC), energía atómica, obras de infraestructura (represas de Santa Cruz), y ahora la base militar: solo un ciego podría no ver que la penetración china va constituyendo un Estado dentro de otro Estado.
Ni amo viejo, ni amo nuevo
La crisis económica mundial lleva ya 7 años, atravesando fases en las que se traslada de uno a otro epicentro, con desigualdades en las que algunos países se hunden, otros frenan, los hay que carretean sin lograr despegar, y ninguno se siente absolutamente a salvo. Observada de conjunto, la crisis aceleró la tendencia al traslado del centro de la economía capitalista mundial, del Occidente-Atlántico con centro en Estados Unidos, al Asia-Pacífico con centro en China.
EEUU busca resolver su “cansancio estratégico” concentrando sus fuerzas en la disputa por el Asia-Pacífico.
China y Rusia tratan de aprovechar el debilitamiento que deja, en determinadas regiones, la nueva estrategia de EE.UU. China, sobre la base de alcanzar este año la paridad económica con EEUU (según datos del Banco Mundial), da pasos en su objetivo confeso de alcanzar la paridad estratégica mundial a partir del año 2020, para disputar la supremacía mundial.
Este contexto de agudización de la disputa imperialista por un nuevo reparto del mundo, vuelve a colocar en un plano clave al Atlántico Sur, con sus pasos oceánicos y sus riquezas marítimas y las de su proyección en el continente Antártico: Inglaterra trae a esas aguas sus submarinos nucleares y refuerza su base en el territorio colonizado del “portaaviones Malvinas”; mientras con el Irízar en una reconstrucción sin fin, Rusia se posiciona sobre el dispositivo antártico argentino; y China se irrita y amenaza ante la menor demora en la instalación de su base militar estratégica en Neuquén.
¿Involucrarnos en el dispositivo estratégico de una potencia mundial, en este caso China, como ha decidido el gobierno nacional, es un camino de liberación o se reduce a un simple cambio de amo? ¿Vendrá de la mano de una potencia imperialista y colonialista la independencia nacional a la que aspiramos la inmensa mayoría de los argentinos? ¿Creen, quienes gobiernan, que el futuro de la Nación está en subirnos al tren de “la próxima potencia hegemónica”, aunque sea como furgón de cola? Estas no son experiencias desconocidas en nuestra historia más o menos contemporánea.
En los albores de la Revolución de Mayo este debate recorrió al conjunto de las fuerzas patriotas. Fue Belgrano quien tras su entrevista con el General británico Robert Crawford en 1806, comprendió que entregarse a Inglaterra para liberarse del yugo español solo equivaldría a cambiar de amo. De aquella experiencia surgió una orientación estratégica para todos los patriotas, válida hasta nuestros días: “Ni amo viejo, ni amo nuevo. ¡Ningún amo!”
En 1845, cuando la agresión colonialista anglofrancesa, se especuló con que Francia o Inglaterra, podrían ser socios benéficos para alterar el curso político de la realidad nacional, sometida al atraso feudal expresado en el gobierno del Brigadier Rosas. Sin embargo, las potencias europeas de entonces vinieron a estos territorios guiadas solo por el afán colonial de dominio y conquista. Ora para “abrir” los ríos interiores a la “libre navegación” colonialista como pretendían tanto Inglaterra como Francia, o para reposicionarse en estas latitudes del globo como deseaba Francia, menoscabada en su presencia colonial en América desde hacía décadas. Inglaterra, por su parte, venía de ocupar nuestros territorios de Malvinas en enero de 1833, y de librar la criminal guerra del Opio contra la nación china a la que derrotó y sometió al escarnio del consumo de opio, lo que bien podría considerarse un antecedente directo de la relación entre narcotráfico y dominio imperial y los tremendos padecimientos que sufren los pueblos cuando caen bajo el yugo de los poderosos del mundo.
Durante la Segunda Guerra Mundial, no fueron pocos los argentinos que vieron en la alianza con la Alemania nazi (Alemania tenía por entonces una profunda penetración en nuestro país), el socio ideal para terminar con la opresión británica y la creciente injerencia de EEUU en Argentina. Los fluidos lazos que sectores dominantes tenían con los jerarcas nazis del Tercer Reich, facilitaron entrevistas de emisarios argentinos ante Ribentrop y Himmler para discutir el apoyo a los objetivos imperialistas alemanes a cambio de su colaboración para la reconquista de la soberanía argentina en Malvinas. No sabemos si aquellos enviados en 1942 tenían presente la grave situación a la que quedó expuesta la Argentina cuando cupo la posibilidad de que el Canal de Suez cayera en manos alemanas producto de los sucesivos éxitos militares del “Afrikan Corps” comandado por el Mariscal Rommel. De haberse producido la caída de Suez a manos de Hitler, algo que no ocurrió por la derrota nazi en “El Alamein”, los aliados, en especial el Reino Unido, estaban obligados a garantizarse la libre disponibilidad del paso del Atlántico Sur al Pacífico Sur (que extiende su influencia al océano Índico) y por lo tanto previeron la necesidad de ocupar el extremo sur de América del Sur (Chile y Argentina) para garantizar a los aliados la posesión de tan vital vía de comunicaciones interoceánicas, e impedir que una componenda germano - argentina, inclinara el balance de fuerzas a favor de los aliados del Eje. La Argentina quedó así muy expuesta a una fractura territorial en beneficio de potencias imperialistas, y la soñada reunificación territorial argentina al recuperar Malvinas de manos británicas, se hubiese trocado en la perdida de todo el extremo sur argentino, vastas porciones de la plataforma continental y todo acceso posible al Sector Antártico Argentino.
Más recientemente, en la década del ’70, tiempos del mundo bipolar que enfrentó a las dos superpotencias de entonces: EEUU y la URSS (1), la dictadura militar instaurada el 24 de marzo de 1976 encabezada por Jorge Rafael Videla, impulsó una alianza estrategia con la URSS –que pasó a ser el principal socio comercial y político de la Argentina–; ese alineamiento se expresó vivamente en la ruptura del bloqueo a la URSS por su criminal invasión a Afganistán, por parte de la dictadura argentina. Posteriormente, la dictadura intentó avanzar en esa alianza promoviendo el conflicto bélico contra Chile alrededor de la disputa por el Canal de Beagle. La guerra fratricida con el pueblo hermano de Chile hubiera disparado un conflicto de inimaginables consecuencias no solo para las naciones involucradas, sino para el conjunto de América Latina y el denominado tercer Mundo.
En la propia guerra nacional de Malvinas se reavivó este debate. Algunos connotados personajes políticos y militares, pasaron abiertamente a promover la derrota argentina frente a la guerra impuesta por Gran Bretaña contra la Argentina, reclamaban la rendición y la vuelta a la subordinación a esas potencias. De esos cenáculos salió la adhesión a los Acuerdos de Madrid de octubre de 1989 y 1990 impuestos por Gran Bretaña, aún vigentes, y firmados por el Dr. Menem y su ministro de Relaciones Exteriores, Dr. Domingo Cavallo. Otros, en cambio, pregonaban las ventajas de aliarnos a la URSS para poder enfrentar el poderío militar del Reino Unido y sus socios de la OTAN. Ambos bandos repudiaban las mejores enseñanzas de los más preclaros constructores de la independencia americana: Tupac Amaru, Tupac Katari, Murillo, Belgrano, San Martín, Güemes, Brown, Warnes, Padilla, Azurduy, Bolívar, Artigas, Martí, etc. Los serviles, siempre encuentran razones para subordinarse.
Con motivo de la presentación de CUADERNOS para el encuentro en una nueva huella argentina N° 11, en marzo de 2003, en la ciudad de Ensenada, en la provincia de Buenos Aires, el Contraalmirante (R) VGM Carlos Büsser, Jefe del operativo Rosario de reconquista de las Islas Malvinas del 2 de abril de 1982, se refirió a la perspectiva de la existencia de dos superpotencias mundiales, EEUU y China, reconstruyendo una nueva bipolaridad, y la planificación de un política en defensa de los intereses soberanos de la Argentina. Dijo entonces: “(…) China ya está en la carrera nuclear, es la tercera o cuarta potencia mundial, está en la carrera misilística, espacial, etc. (…) Va a empezar a tallar en todo el mundo. Es para este mundo que nos tenemos que preparar. No para meternos a la cola de una de las dos superpotencias creyendo que ellas nos van a proteger. El poderoso del bando que fuera en el que nosotros nos queramos incorporar para estar supuestamente protegidos, va a proteger su territorio y su población y nosotros vamos a ser solamente carne de cañón. Creo que todos, pero en particular los jóvenes, debemos estudiar todos estos problemas, los de nuestra soberanía sobre todos los espacios terrestres y marítimos de nuestra Patria, y sobre los problemas mundiales que nos van a condicionar, porque según sea la forma en que los encaremos y solucionemos, resultará nuestro destino como nación. Y eso lo debemos estudiar con un profundo sentimiento de patriotismo dispuesto a las mayores entregas”.
Oíd el ruido de rotas cadenas
Dice nuestro documento fundacional: “Somos conscientes de que los enemigos jurados de la Patria son muy poderosos, pero también sabemos, porque lo muestra toda la historia nacional, que el camino de la sumisión o la conciliación con esos enemigos, ha traído sangre, sudor y lágrimas para los argentinos. Por eso, la huella en la que nos encontramos en el Foro Patriótico y Popular, es la de poner de pie al pueblo y a las fuerzas patrióticas de nuestra Nación, hasta conquistar su segunda y definitiva independencia de toda dominación extranjera. Esa gran tarea histórica presupone acabar con el poder de las viejas y nuevas oligarquías, cipayas y gerenciales, que han sido y son funcionales a la sumisión nacional, y que han provocado la más grave crisis económica y social que se recuerde. Logrado ese objetivo, será posible fundar un nuevo Estado nacional, que estará signado por las fuerzas que lo dieron a luz y tendrá la impronta de las nuevas generaciones.
Hemos escuchado hablar por décadas del “progreso” puesto de manifiesto por cifras de una supuesta “macroeconomía”. Pero esas cifras son, en realidad, las cuentas del enriquecimiento obsceno de los beneficiarios de la entrega y del empobrecimiento inaudito de la inmensa mayoría de los habitantes de nuestro suelo. Se nos habló de una supuesta teoría del “derrame” por el cual había que permitir ese enriquecimiento para que las sobras del banquete cayeran sobre los más pobres, pero esto nunca ocurrió. Sólo asistimos a la existencia de una minoría, cada vez más opulenta y poderosa, frente a una mayoría creciente de pobres cada más pobres. El Progreso, para ser verdadero, se debe manifestar en el bienestar del conjunto social y la fortaleza de la Nación.
Se niega abiertamente que sea posible un proyecto de Argentina independiente en el contexto mundial actual. (…)
Es posible una Argentina soberana, popular y democrática, unida a los pueblos y naciones oprimidas. Es necesario para ello un Estado que lo exprese con formas democráticas que garanticen la participación y decisión popular. Son muchos, en todo el mundo, los que están hartos de vivir penando para que un puñado de potencias viva de lo que le es ajeno.
El camino de hacer concesiones a las potencias que disputan con EE.UU. para resistir la prepotencia del gigante, lleva, en el mejor de los casos, a un cambio de amo pero no a la Independencia.
No se puede “reformar” una política que por su naturaleza va contra la Patria y el pueblo. De igual manera que no se puede reformar el Estado imperial y oligárquico, cuya razón de ser es esa política de sumisión y opresión.
La lucha por la segunda independencia exige, como primera condición, que el pueblo rompa sus cadenas. Por eso, la lucha emancipadora está impregnada por la lucha por la libertad, lo que exige la investigación y castigo de todos los crímenes cometidos contra el pueblo y la Nación Argentina, y la más amplia libertad de acción de las fuerzas patrióticas y populares. Cómo ya ocurrió en la Guerra en la que surgimos como Nación, también ahora, en el curso de la lucha por la segunda y definitiva emancipación, será el ruido de rotas cadenas, el grito sagrado de ¡Libertad! de todo un pueblo, el que barrerá con el Estado de la sumisión y la opresión, y parirá el nuevo Estado argentino.
“Sean eternos los laureles que supimos conseguir, coronados de gloria vivamos, o juremos con gloria morir.” 

(1) Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Pese a la restauración del capitalismo y su desarrollo imperialista, Rusia y las naciones sometidas a su dominio mantuvieron esa denominación.


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