"Mucho me falta para ser un verdadero padre de la patria, me contentaría con ser un buen hijo de ella." Manuel Belgrano.
El Mangrullo Argentino
"Me hierve la
sangre, al observar tanto obstáculo, tantas dificultades que se vencerían
rápidamente si hubiera un poco de interés por la patria."
"Que no se oiga ya
que los ricos devoran a los pobres, y que la justicia es sólo para
aquéllos."
"Era preciso
corresponder a la confianza del pueblo, y me contraje al desempeño de esta
obligación, asegurando, como aseguro, a la faz del universo, que todas mis
ideas cambiaron, y ni una sola concedía a un objeto particular, por más que me
interesase: el bien público estaba a todos instantes ante mi vista."
"Nada importa saber
o no la vida de cierta clase de hombres que todos sus trabajos y afanes los han
contraído así mismos, y ni uno solo instante han concedido a los demás; pero la
de los hombres públicos, sea cual fuere, debe siempre presentarse, o para que
sirva de ejemplo que se emite, o de una lección que retraiga de incidir en sus
defectos."
Manuel Belgrano
El 20 de junio de 1820 moría en Buenos Aires Manuel Belgrano, el creador
de la bandera azul celeste y blanca.
Quien, en los comienzos de la Revolución, pertenecía a una familia
adinerada y con promisorio futuro en la Colonia, moriría en la pobreza y en el
olvido, como resultado de la consecuencia en sus ideas y de su abnegada entrega
a la Revolución, que nunca le perdonaron (y permanentemente ocultan) los que
antes y hoy trabajan para hacer de nuestra gloriosa Nación una republiqueta
más.
Recién 118 años después, en 1938, por la Ley 12.361, se fijó esa fecha
como “Día de la Bandera”.
Con ello, los continuadores de aquellos a los que el General Belgrano
había desobedecido en sus órdenes de entrega nacional, sucesores de Manuel de
Sarratea y Bernardino Rivadavia, pretendían absorberlo para su “relato” de una
Argentina formalmente independiente y, en los hechos, sometida, rapiñada e
indefensa ante las potencias del mundo. Dependiente de toda dominación
extranjera y sus servidores nativos. Al revés de lo que se proclamó en el Acta
de nuestra Independencia.
El 18 de febrero de 1812 se había dispuesto el uso “por las tropas de la
patria” de la escarapela blanca y azul celeste “que se declara nacional de las
Provincias Unidas del Río de la Plata”, para diferenciarla de las tropas
españolas que enfrentaban, (porque hasta entonces, en ambos lados, tenían la
misma escarapela roja de España).
Pero Belgrano, enviado a hacerse cargo del derrotado Ejército del Norte,
a su paso por Rosario de Santa Fe, tuvo “el atrevimiento” de hacer coser una
bandera con esos colores y enarbolarla en las baterías que defendían esa
ciudad, el 27 de febrero de 1812.
Después haría lo mismo en Jujuy el 25 de mayo de ese año. Y tras
encabezar el histórico éxodo del pueblo jujeño a Tucumán, también
desobedeciendo al gobierno que desde Buenos Aires le ordenaba su repliegue a
Córdoba -con los jujeños y salteños que venían con él y el aporte de los
tucumanos- presentó batalla a los españoles y los derrotó el 24 de septiembre
de 1812.
La bandera de Belgrano se ganó así su lugar en la historia argentina de
hecho, porque no hubo reconocimiento formal. La siguieron usando los ejércitos
de Belgrano y la hizo coser San Martín, agregándole el sol, para el Ejército de
los Andes.
Recién en 1818, tras la derrota de los españoles en Chacabuco, al
declararse como bandera de guerra esta última, se lo hace diciendo “que
sirviendo para toda bandera nacional los dos colores blanco y azul en el modo y
forma hasta ahora acostumbrado”, etc. Todavía llevaría años a los gerentes de
la dependencia argentina aceptar “el atrevimiento” de Belgrano.
El “relato” para absorber al General Belgrano continúa hoy.
Se ocultan sus desobediencias a la entrega, que marcan a fuego a los
sumisos de la presente humillación e indefensión nacional.
Se suele ocultar su carácter de General de los Ejércitos Patriotas
contraponiéndolo a su carácter de Doctor, sin ver que tuvo clara la necesidad
de los Ejércitos de la Emancipación para lograr la independencia que no nos iban
a entregar graciosamente.
Se oculta que fue, tal vez, el más importante economista (de ideas
avanzadas para la época), tal vez el más importante político, teórico y táctico,
de la Revolución de Mayo.
Es que su ejemplo, su conducta práctica, su vida, ponen en evidencia la
mezquindad, la miseria ética y, por que no, el enriquecimiento ilícito de
muchos de los que hoy nos gobiernan, de sus antecesores y de los que les
disputan el cargo de gerentes y administradores del remate nacional, en el
futuro.
A la luz del ejemplo Belgraniano, avergüenza verlos empujarse entre
ellos para demostrar quien es más sumiso al remate nacional.
Avergüenza ver cómo defienden contratos secretos como el de Chevron y el
Club de París, cómo regalan dineros necesarios para la vida, alimentos, salud y
educación del pueblo como en el pago a REPSOL.
Avergüenza su vida ostentosa y sus riquezas obscenas.
Avergüenza que hagan encendidos discursos sobre la Patria, mientras la
entregan atada de pies y manos.
Hablan del desastre que significaría no pagar una deuda demostrada
ilegítima, fraudulenta y usuraria pero no hablan de los indecibles sufrimientos
sociales que traerá su pago con sangre, sudor y lágrimas para el Pueblo
Argentino.
Sin embargo, las mujeres y los hombres ignorados del Pueblo argentino
atesoran el ejemplo de Manuel Bergrano.
Y tarde o temprano llevarán sus ideas a la victoria.
"Nadie me separara de los principios
que adopté cuando me decidí a buscar la libertad de la patria amada, y como
éste solo es mi objeto, no las glorias, no los honores, no los empleos, no los
intereses, estoy cierto de que seré constante en seguirlos." Manuel
Belgrano.
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