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viernes, 20 de junio de 2014

REFLEXIONES DE UN 20 DE JUNIO...

"Mucho me falta para ser un verdadero padre de la patria, me contentaría con ser un buen hijo de ella." Manuel Belgrano.

 El Mangrullo Argentino 

"Me hierve la sangre, al observar tanto obstáculo, tantas dificultades que se vencerían rápidamente si hubiera un poco de interés por la patria." 
"Que no se oiga ya que los ricos devoran a los pobres, y que la justicia es sólo para aquéllos." 
"Era preciso corresponder a la confianza del pueblo, y me contraje al desempeño de esta obligación, asegurando, como aseguro, a la faz del universo, que todas mis ideas cambiaron, y ni una sola concedía a un objeto particular, por más que me interesase: el bien público estaba a todos instantes ante mi vista." 
"Nada importa saber o no la vida de cierta clase de hombres que todos sus trabajos y afanes los han contraído así mismos, y ni uno solo instante han concedido a los demás; pero la de los hombres públicos, sea cual fuere, debe siempre presentarse, o para que sirva de ejemplo que se emite, o de una lección que retraiga de incidir en sus defectos." 
Manuel Belgrano

El 20 de junio de 1820 moría en Buenos Aires Manuel Belgrano, el creador de la bandera azul celeste y blanca.
Quien, en los comienzos de la Revolución, pertenecía a una familia adinerada y con promisorio futuro en la Colonia, moriría en la pobreza y en el olvido, como resultado de la consecuencia en sus ideas y de su abnegada entrega a la Revolución, que nunca le perdonaron (y permanentemente ocultan) los que antes y hoy trabajan para hacer de nuestra gloriosa Nación una republiqueta más.
Recién 118 años después, en 1938, por la Ley 12.361, se fijó esa fecha como “Día de la Bandera”.
Con ello, los continuadores de aquellos a los que el General Belgrano había desobedecido en sus órdenes de entrega nacional, sucesores de Manuel de Sarratea y Bernardino Rivadavia, pretendían absorberlo para su “relato” de una Argentina formalmente independiente y, en los hechos, sometida, rapiñada e indefensa ante las potencias del mundo. Dependiente de toda dominación extranjera y sus servidores nativos. Al revés de lo que se proclamó en el Acta de nuestra Independencia.
El 18 de febrero de 1812 se había dispuesto el uso “por las tropas de la patria” de la escarapela blanca y azul celeste “que se declara nacional de las Provincias Unidas del Río de la Plata”, para diferenciarla de las tropas españolas que enfrentaban, (porque hasta entonces, en ambos lados, tenían la misma escarapela roja de España).
Pero Belgrano, enviado a hacerse cargo del derrotado Ejército del Norte, a su paso por Rosario de Santa Fe, tuvo “el atrevimiento” de hacer coser una bandera con esos colores y enarbolarla en las baterías que defendían esa ciudad, el 27 de febrero de 1812.
Después haría lo mismo en Jujuy el 25 de mayo de ese año. Y tras encabezar el histórico éxodo del pueblo jujeño a Tucumán, también desobedeciendo al gobierno que desde Buenos Aires le ordenaba su repliegue a Córdoba -con los jujeños y salteños que venían con él y el aporte de los tucumanos- presentó batalla a los españoles y los derrotó el 24 de septiembre de 1812.
La bandera de Belgrano se ganó así su lugar en la historia argentina de hecho, porque no hubo reconocimiento formal. La siguieron usando los ejércitos de Belgrano y la hizo coser San Martín, agregándole el sol, para el Ejército de los Andes.
Recién en 1818, tras la derrota de los españoles en Chacabuco, al declararse como bandera de guerra esta última, se lo hace diciendo “que sirviendo para toda bandera nacional los dos colores blanco y azul en el modo y forma hasta ahora acostumbrado”, etc. Todavía llevaría años a los gerentes de la dependencia argentina aceptar “el atrevimiento” de Belgrano.
El “relato” para absorber al General Belgrano continúa hoy.
Se ocultan sus desobediencias a la entrega, que marcan a fuego a los sumisos de la presente humillación e indefensión nacional.
Se suele ocultar su carácter de General de los Ejércitos Patriotas contraponiéndolo a su carácter de Doctor, sin ver que tuvo clara la necesidad de los Ejércitos de la Emancipación para lograr la independencia que no nos iban a entregar graciosamente.
Se oculta que fue, tal vez, el más importante economista (de ideas avanzadas para la época), tal vez el más importante político, teórico y táctico, de la Revolución de Mayo.
Es que su ejemplo, su conducta práctica, su vida, ponen en evidencia la mezquindad, la miseria ética y, por que no, el enriquecimiento ilícito de muchos de los que hoy nos gobiernan, de sus antecesores y de los que les disputan el cargo de gerentes y administradores del remate nacional, en el futuro.
A la luz del ejemplo Belgraniano, avergüenza verlos empujarse entre ellos para demostrar quien es más sumiso al remate nacional.
Avergüenza ver cómo defienden contratos secretos como el de Chevron y el Club de París, cómo regalan dineros necesarios para la vida, alimentos, salud y educación del pueblo como en el pago a REPSOL.
Avergüenza su vida ostentosa y sus riquezas obscenas.
Avergüenza que hagan encendidos discursos sobre la Patria, mientras la entregan atada de pies y manos.
Hablan del desastre que significaría no pagar una deuda demostrada ilegítima, fraudulenta y usuraria pero no hablan de los indecibles sufrimientos sociales que traerá su pago con sangre, sudor y lágrimas para el Pueblo Argentino.
Sin embargo, las mujeres y los hombres ignorados del Pueblo argentino atesoran el ejemplo de Manuel Bergrano.
Y tarde o temprano llevarán sus ideas a la victoria.
"Nadie me separara de los principios que adopté cuando me decidí a buscar la libertad de la patria amada, y como éste solo es mi objeto, no las glorias, no los honores, no los empleos, no los intereses, estoy cierto de que seré constante en seguirlos." Manuel Belgrano.

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