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martes, 7 de abril de 2015

Extractos del: Barómetro de la deuda social con las personas mayores. OBSERVATORIO DE LA DEUDA SOCIAL ARGENTINA Pontificia Universidad Católica Argentina

Extractos del: Barómetro de la deuda social con las personas mayores
OBSERVATORIO DE LA DEUDA SOCIAL ARGENTINA
Pontificia Universidad Católica Argentina
INFORME COMPLETO EN:

Hay algunos temas en los que el Papa Francisco insiste constantemente, debido a su firme sensibilidad social. Uno de ellos es el de la “cultura del descarte”.
Le preocupa que la tendencia al individualismo y a la comodidad personal se vuelva enfermiza y lleve a tratar a los demás como objetos que se descartan, que se arrojan al ámbito de lo invisible, que no molestan. Son los “descartables”, lanzados al volquete del olvido.
Entre esos descartables están las personas mayores, a quienes el Papa se refiere con mucha frecuencia, porque los percibe como un símbolo de una sociedad egoísta y superficialmente pragmática, que ya no recuerda el valor infinito que tiene cada persona humana por ser infinitamente amada por su Padre Dios.
Mons. Dr. Víctor Manuel Fernández
Rector de la Pontificia Universidad Católica Argentina


Inseguridad alimentaria.
Una forma indirecta de evaluar si los recursos monetarios son suficientes para cubrir los gastos alimentarios es a través del indicador de inseguridad alimentaria. En este sentido se destaca que 2 de cada 10 personas de 60 años y más residen en hogares que presentan rasgos de inseguridad alimentaria.
El problema es considerablemente más grave en el estrato más bajo -donde 1 de cada 5 hogares expresa inseguridad alimentaria-, en la región del Conurbano Bonaerense y las regiones urbanas del interior -donde al menos 1 de cada 10 mayores reside en hogares con este problema- . También el problema adquiere relevancia en las villas o asentamientos precarios donde cerca de 3 de cada 10 mayores se encuentran en hogares que presentan inseguridad alimentaria y lo mismo ocurre con 1 de cada 4 personas que no han finalizado el nivel secundario.

Recortes en gastos de salud.
En el caso especial de las personas de edad avanzada, la necesidad de recursos monetarios para atenderse adecuadamente tiende a ser mayor que en la población de menor edad.
En el conjunto de servicios para la salud, uno muy importante es la atención médica y la posibilidad de acceso a los medicamentos.
En este aspecto se destaca que el 15,9% de las personas de 60 años y más respondió haber tenido que dejar de ir al médico u odontólogo y el 17,4% mencionó que había tenido que suspender la compra de algún medicamento.
 Ambos problemas resultaron de mayor magnitud en el estrato más bajo, en la población del Conurbano Bonaerense, en las personas mayores que residen en villas o asentamientos, y en los de menor nivel de instrucción. También resultan más afectados por la necesidad de este tipo de recortes el grupo de 60 a 74 años, las mujeres y los que viven con otras personas de menor edad.

Insuficiencia de ingresos y capacidad de ahorro.
Otra forma de aproximarnos a la capacidad de compra de los ingresos es a partir de la percepción subjetiva sobre el alcance de los mismos.
En este sentido se observa que al menos 3 de cada 10 personas de 60 años y más indicó que los ingresos del hogar no resultaban suficientes para la reproducción de la vida cotidiana, mientras que 1 de cada 10 respondió que los ingresos del hogar resultaban suficientes y que además podían ahorrar algo. Por su parte la percepción de insuficiencia de ingresos alcanza a una de cada 2 personas mayores del estrato inferior, a cerca de 4 de cada 10 personas mayores del Conurbano Bonaerense y a 3 de cada 10 de las áreas urbanas del interior, y al menos 6 de cada 10 personas residentes en villas. Asimismo, el problema es importante entre las personas de menor nivel educativo, en el grupo de menor edad y en los adultos mayores que viven solos.
En relación a las fuentes de ingresos y a la capacidad de estos de cubrir necesidades alimentarias y no alimentarias se observa que los niveles de inseguridad alimentaria y de insuficiencia de ingresos percibida son mayores en los desocupados y los inactivos y resultan menores en las personas de edad ocupadas. Asimismo las personas que reciben ingresos por jubilación o pensión presentan menores niveles de inseguridad alimentaria y de insuficiencia de ingresos que quienes no reciben el beneficio previsional.
De modo que garantizar una cobertura previsional y/o mejorar las oportunidades de empleo para las personas mayores resulta un desafío fundamental en el objetivo de mejorar su calidad de vida

HÁBITAT, VIVIENDA Y DERECHO A LA CIUDAD
Vivienda.
En relación a este tema se analizan las condiciones habitacionales en torno a dos ejes principales: la calidad de la vivienda y el acceso a servicios domiciliarios de red.
En torno a la primera cuestión se analiza el acceso a una vivienda digna. Al respecto se observa que si contabilizamos todas aquellas personas mayores que residen en viviendas con al menos un indicador de déficit en las condiciones habitacionales (calidad constructiva de la vivienda; características de seguridad, protección y resguardo; condiciones sanitarias; condiciones de espacio, privacidad y tenencia irregular de la vivienda) encontramos que 2 de cada 10 personas mayores reside en viviendas que presentan al menos un problema habitacional.
El problema se agrava en el estrato social más bajo: el 36,9% de las personas mayores de este sector reside en viviendas con deficiencias habitacionales.
Se observa que en la Ciudad de Buenos Aires 1 de cada 10 personas mayores reside en viviendas con problemas habitacionales, lo mismo ocurre con 1 de cada 4 personas mayores del Conurbano Bonaerense y con 2 de cada 10 en el resto de las áreas urbanas del país.
Como es de esperar, entre las personas mayores que residen en villas o asentamientos precarios el problema habitacional adquiere mayor magnitud: 7 de cada 10 habitan viviendas que presentan déficit habitacional.
El problema afecta en mayor medida al grupo de 60 a 74 años y a quienes viven solos o comparten vivienda con integrantes de otros grupos de edad.
Se observa que el problema habitacional afecta en mayor medida a las personas que han tenido menos oportunidades educativas que a quienes han podido finalizar el nivel secundario: el 8% de los mayores que terminaron el secundario reside en viviendas con déficit, mientras que entre los que no lo completaron ese porcentaje asciende a 26,1%.
Respecto a la segunda cuestión analizada, se verifica que el porcentaje de personas mayores en hogares con déficit de acceso a servicios domiciliarios de red es, en líneas generales, del 36%.
En las personas mayores que residen en villas o asentamientos precarios, el porcentaje resulta mayor al 85%.
En el Conurbano Bonaerense, más del 50% de las personas mayores reside en viviendas donde no hay acceso a todos los servicios domiciliarios de red.
Lo mismo ocurre en el 35% de las personas mayores de otras áreas metropolitanas y aglomerados urbanos del interior.
En la Ciudad de Buenos Aires, la cobertura de servicios es cercana al 100% (el déficit de acceso a los tres servicios es del 3%). Más del 60% de las personas mayores del estrato más bajo reside en hogares con déficit en la conexión a servicios, porcentaje que es siete veces superior que el presentado por las personas mayores del estrato más alto.
Asimismo, se verifica que en lo que respecta al nivel de instrucción las brechas de desigualdad son muy amplias: el nivel de déficit de acceso a servicios de quienes no terminaron el nivel secundario es 3,5 veces mayor que el de las personas mayores que finalizaron la escuela secundaria.
Al igual que en el déficit en la calidad de la vivienda, se observa que el problema afecta en mayor medida a los grupos de menor edad. Ello se constata no solo en el hecho de que las personas de 60 a 74 años residen en viviendas con mayores déficits que las de 75 años y más, sino en el mayor déficit de las personas mayores que conviven con personas de menor edad.

Infraestructura y espacio urbano. En relación a este tema se analizaron dos cuestiones: por un lado, la infraestructura urbana básica (acceso a calles pavimentadas, alumbrado público, recolección de residuos) y por otro, el entorno saludable.
Respecto al primer indicador se observa que el 16,5% de las personas mayores presenta al menos un problema de acceso a infraestructura urbana básica, y el 63,2% ha sufrido problemas en el suministro de servicios de agua y/o luz. En el estrato bajo, 3 de cada 10 personas mayores residen en entornos con algún tipo de déficit de infraestructura básica, y 7 de cada 10 residen en hogares que han tenido problemas en el suministro de agua y/o luz. En el Conurbano Bonaerense 4 de cada 10 personas mayores residen en barrios que presentan alguna carencia en materia de infraestructura y 6 de cada 10 residen en hogares que han declarado falta de luz y/o agua. En la Ciudad de Buenos Aires, el déficit de infraestructura es cercano a cero (1,3%); sin embargo, el porcentaje de personas mayores que reside en hogares con problemas en el suministro de servicios supera el 55%. En el resto de las áreas urbanas del país, el déficit de acceso a infraestructura urbana en las personas mayores es cercano al 15%, mientras que el problema en el suministro de servicios asciende a cerca del 70%. Previsiblemente, las personas mayores que residen en villas o asentamientos precarios son las que se encuentran en mayor desventaja: el 53,2% presenta déficit de acceso a infraestructura básica y cerca del 90% ha manifestado problemas en el suministro de servicios (agua y/o luz). Asimismo, se destaca nuevamente que el grupo de 60 a 74 años resulta más afectado que el de 75 años y más; las personas mayores que conviven con personas de menor edad sufren este problema más que las que conviven solamente con otras personas mayores o viven solas. Sin embargo, la magnitud que presentan estas brechas es mucho menor a la presentada a partir de los factores socioeconómicos o socio-residenciales.
Una evidencia más de la desigualdad social en el acceso a la infraestructura está dada por el hecho de que, mientras que el déficit es de 5,9% en las personas mayores que terminaron el nivel secundario, entre quienes poseen menor nivel educativo el problema casi se cuadruplica (23%). Si bien los problemas de suministro de servicios afectan más al grupo de menor nivel educativo, el porcentaje también es muy elevado entre los que han terminado el secundario.
El segundo indicador denominado Entorno saludable, permite identificar a todas aquellas personas que residen en entornos que presentan o problemas medioambientales, o bien calles inundables o ausencia de desagües pluviales.
En relación a este aspecto se verifica que 1 de cada 2 personas mayores reside en entornos inconvenientes, con problemas medioambientales, entre los cuales se incluye la presencia de terrenos inundables.
Al analizar las brechas sociales, encontramos que este problema se presenta en 7 de cada 10 personas mayores del estrato más bajo, y en 3 de cada 10 del estrato más alto.
La dificultad se presenta también en 4 de cada 10 personas mayores de la Ciudad de Buenos Aires, en 6 de cada 10 del Conurbano Bonaerense y en 5 de cada 10 del resto de las áreas urbanas del país.
En el caso de las personas mayores que residen en villas o asentamientos precarios, la incidencia del problema es mayor al 90%.
Asimismo, se observa que la brecha también es amplia al evaluar el problema según el nivel de instrucción: se encuentra mucho más afectado el grupo que no ha finalizado el nivel secundario que el grupo de mayor nivel educativo.
Por último, se verifica que aunque con menor amplitud que todas las brechas anteriores, el problema afecta en mayor medida al grupo de personas mayores más jóvenes y a quienes residen con personas de menor edad.

OBSERVATORIO DE LA DEUDA SOCIAL ARGENTINA
Pontificia Universidad Católica Argentina


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