The Guardian: el referéndum es
insignificante
Los malvinenses están
votando por mantenerse como parte del
Reino Unido
, pero no va a resolver ninguno de los problemas de soberanía con la
Argentina
En
los próximos días, a alrededor de 1.600 habitantes de las Islas Malvinas se les preguntará si desean
"mantener su estatus político actual como territorio de ultramar del Reino
Unido".
Nunca antes en la historia de Gran Bretaña el resultado de un referéndum ha sido tan
predecible, y su propósito tan provocativo. El
referéndum, que se llevará a cabo el domingo y el lunes, no solucionará nada.
Exacerbará argumentos gastados y anacrónicos sobre la soberanía.
La consulta será
acompañada por una explicación: "Bajo la Constitución de las Islas
Malvinas el pueblo de las Islas Malvinas tiene el derecho a la libre
determinación, que puede ejercer en cualquier momento".
Expliquen eso a los habitantes de las Islas Chagos,
expulsados para que Gran Bretaña pudiera establecer su "territorio en el
Océano Índico" y permitir a los EE.UU. construir una base en la isla más
grande del archipiélago, Diego García,
desde donde los aviones han bombardeado objetivos en Irak y Afganistán, y se
reabastecieron aviones de la CIA llevando individuos a la bahía de Guantánamo.
El consejo ejecutivo de
Malvinas, integrado por tres miembros de la asamblea legislativa, insiste en
que las islas no son una "colonia" a pesar de que el gobernador es
nombrado por Londres y tiene el poder de imponer leyes a los habitantes. Describen a
las islas como "totalmente autónomas, excepto en asuntos de defensa y
asuntos extranjeros". También dice que el Consejo "podrá revisar su
estado en cualquier momento. Esto podría incluir la plena independencia."
El referéndum, por supuesto, es un mecanismo para
fortalecer los gobiernos de Gran Bretaña y las Malvinas, mientras Argentina
redobla sus llamamientos para las negociaciones por la soberanía sobre las
islas.
La disputa sobre la
soberanía ha estado sucediendo durante siglos, y Gran Bretaña nunca estuvo muy
seguro sobre su reclamo de las islas. En 1829, el duque de Wellington observó:
"He examinado con detenimiento los papeles respecto a las Islas Malvinas.
No está claro para mí que hallamos poseído la soberanía de todas esas
islas."
Gran Bretaña incluso estaba dispuesta a hacer un
acuerdo con la junta militar de Galtieri años antes de la invasión de 1982 a las islas. Documentos recientemente publicados en los Archivos
Nacionales en el marco de "la regla de los 30-años", mostró que la política británica, como Lord Carrington
(secretario de Relaciones Exteriores de Thatcher) lo dijo, fue de abandono y
esperando lo mejor, el dijo en una reunión privada del Comité creado a
examinar las circunstancias que condujeron a la invasión de 1982:
"Si se me permite
ser muy franco y bastante grosero, había que mantener la pelota en el aire con
los argentinos. Ese fue el objetivo. No teníamos ninguna carta en nuestras
manos."
Carrington agregó: "Había muchas razones por las
que un acuerdo era beneficioso para todo el mundo. Si usted no puede permitirse
el lujo de defender un lugar...lo único concebible que se puede hacer es
mantener las negociaciones en curso tanto como se pueda, ya sea que creas o no
que van a tener éxito".
En referencia al plan de subarrendar propuesto por el
Ministerio de Relaciones Exteriores un año antes, dijo: "Según recuerdo,
las conversaciones con los argentinos no iban demasiado mal y en principio los
malvinenses no reaccionaron con demasiada fuerza, pero la Cámara de los Comunes
reaccionó muy fuertemente". Los documentos revelan que la misma Thatcher
estaba dispuesta a negociar con la Argentina, incluso después de la invasión
mientras el destacamento británico se dirigía a las islas.
Argentina cuestiona el derecho a la autodeterminación
de los habitantes de las islas según lo exigido por Gran Bretaña. No deberían
tener ese derecho, dice Argentina, pero seguirán gozando de todos los derechos
humanos, los derechos civiles, políticos y culturales, su forma de vida, como
lo tienen las minorías en otros países alrededor del mundo.
La resoluciones de la ONU
sobre el conflicto, de las cuales se han registrado 40, no se refieren a la
libre determinación, sino a los "intereses" de los isleños. Los
intentos de Gran Bretaña en la ONU para incluir la frase no han tenido éxito.
La ONU dice que la disputa sobre la soberanía debe ser resuelta a través de
negociaciones bilaterales entre la Argentina y Gran Bretaña, no con los
isleños.
Según cifras recientes, la mayoría de los habitantes no nacieron en las Islas
Malvinas. Por primera vez el año pasado, según la Argentina, el censo no ha
facilitado información sobre las personas nacidas en las islas. Sin embargo, a
los habitantes se les preguntó lo que ellos consideraban como su identidad
nacional. La mayoría dijo: "falklanders". En su visita a Londres el
mes pasado, Héctor Timerman, canciller argentino, dijo que no hay tal cosa como
un "falklander".
Los habitantes de las
islas son británicos, dice la Argentina, pero el territorio no lo es. Es una
problema de integridad territorial. Un visitante de Marte estaría muy
sorprendido si alguien sostuviera lo contrario. Un acuerdo que consagra los
derechos fundamentales -político, humano, social, económico, cultural- protegido
por la ley, traería beneficios mucho más saludables y más prácticos para los
habitantes de las Malvinas que una disputa estéril sobre la soberanía. Este es
un concepto que en todo caso se ha erosionado en los últimos años, como
naciones - incluyendo Gran Bretaña - han acordado limitarse por las reglas y
obligaciones, así como los beneficios de las alianzas militares, económicas y
comerciales internacionales.
Así que, como los países
de la región, a través de su Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), ya han
dejado claro, el próximo referéndum de Malvinas es casi insignificante.
*Este artículo fue modificado el 11 de marzo de 2013
para corregir la fecha del comentario del duque de Wellington acerca de la
soberanía de las Islas Malvinas desde 1929 hasta 1829.
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