Transcribimos algunos materiales de interés que permiten conocer algunas de las opiniones en Documentos y Homilías vertidas por Monseñor Jorge Bergoglio, actual Papa Francisco, cuando era Arzobispo de Buenos Aires.
De LA
VOZ:
“El Papa es malvinero”, titulaba ayer una
gacetilla distribuida a la prensa por un grupo de excombatientes en el
Atlántico Sur. Las homilías de Jorge Bergoglio durante su arzobispado porteño
(asumió en 1998, tras la muerte de Antonio Quarracino) siempre hicieron foco en
temas propios de las agendas políticas: la pobreza, el trabajo esclavo, las
reformas de leyes civiles, la 125. La guerra de las Islas Malvinas tampoco
estuvo ajena en las misas del papa Francisco.
“Venimos a rezar por aquellos que han
caído, hijos de la patria que salieron a defender a su madre, la patria, a
reclamar que es lo que es de la patria y les fue usurpado”, dijo Francisco el
año pasado, al cumplirse el 30 aniversario de la guerra de Malvinas.
Tres años antes, el por entonces cardenal
Bergoglio les había hablado a los familiares de los caídos: “Vayan a besar esa
tierra que es nuestra y nos parece lejana”. También dijo: “Hay ángeles que los
acompañan, que son hijos, esposos y padres de ustedes, que cayeron allá en un
gesto religioso, casi, de besar con su sangre el suelo de la patria”.
En 2008, también el 2 de abril, Jorge Bergoglio
hizo referencias a los ex combatientes y sus familiares: “Es de buen argentino
reconocer la valentía tanto de los que cayeron en esa guerra, como de los que
murieron después a causa del silencio y la indolencia de la sociedad, o de los
que sobrevivieron y hoy son los testigos vivos de esa gesta”, sostuvo.
También dijo que “esa deuda de la
historia” se saldaría cuando “cada 2 de abril el conmemorar el Día de Veteranos
de Guerra y los caídos de Malvinas sea motivo de reflexión, de afirmación de la
identidad nacional y de trabajo por la paz; sólo así la sangre de los 649
caídos no habrá sido derramada en vano”.
“Identidad nacional”. “Buen argentino”.
“Vayan a besar esa tierra que es nuestra”. Las alusiones de Francisco a la
guerra de Malvinas fueron más allá de la mención al dolor provocado en los
familiares de los muertos.
Alertó, además, respecto “de los
esfuerzos de muchos para desmalvinizar la historia”.
Los diarios británicos The Daily
Telegraph, The Sun y el Daily Mirror, ya se hicieron eco de las referencias
malvinenses del nuevo Papa. Durante la guerra de Malvinas, Francisco actuó como
rector del Colegio Máximo y de la Facultad de Filosofía y Teología de San
Miguel, provincia de Buenos Aires.
Bergoglio
sobre la guerra
Vayan a besar esa tierra que es nuestra y
sin embargo nos parece lejana. Hay ángeles que los acompañan, que son hijos,
esposos y padres de ustedes, que cayeron allá en un gesto religioso, casi, de
besar con su sangre el suelo de la patria”.
Es de buen argentino reconocer la
valentía tanto de los que cayeron en esa guerra, como de los que murieron
después a causa del silencio y la indolencia de la sociedad, o de los que
sobrevivieron y hoy son los testigos vivos de esa gesta”.
Una versión de este artículo fue
publicada en la edición impresa del Viernes 15 de marzo de 2013.
MISA POR
LAS VÍCTIMAS DE LA TRATA Y TRÁFICO DE PERSONAS
Desgrabación
de la homilía del cardenal Jorge Mario Bergoglio SJ, arzobispo de Buenos Aires,
con motivo de la 4º misa por las víctimas de la trata y tráfico de personas
(Plaza Constitución, 23 de septiembre de 2011)
Jesús iba por las calles de los pueblos
enseñando a la gente, curando a los enfermos, a los afligidos, y la gente
decía: “Este es un gran hombre”. Se preguntaban quien era él. Y Jesús, que
sabía eso, les hace esta pregunta a los apóstoles. Ellos le comentan lo que la
gente decía de él y entonces los mira a los ojos y les dice: “Y ustedes quien
dicen que soy yo?” Pedro, en nombre de todos, le responde:”Sos el Mesías, el
Hijo de Dios”. Pero para evitar que creyeran que era alguien que no estaba en
órbita, que no tenía nada que ver con lo que les pasaba, Jesús los baja de un
hondazo y les dice: “Sepan que voy a tener que sufrir mucho, que voy a ser
entregado y que me van a matar”. Jesús, Dios, el hijo de Dios que se involucra
tanto en nuestra vida, en nuestra existencia que se deja matar por nosotros.
Jesús, Dios, que se involucra tanto en nuestra existencia que quiere estar
compartiendo nuestros dolores. Jesús, Dios, que nos viene a dar una verdadera libertad,
pero no la predica desde un teatro o desde un palco sino que la predica con la
“carne en el asador” en medio de aquellos que no tienen libertad.
Y por eso hoy Jesús viene aquí; y no
viene a proponer una teoría de la libertad o a decir como hacer las cosas sino
que viene a decir que está con estos hermanos y hermanas nuestros que en esta
ciudad de Buenos Aires viven esclavizados. Ustedes me podrán decir: “Pero
Padre, usted siempre dice lo mismo”… Y sí, mientras en Buenos Aires haya
esclavos voy a decir lo mismo! En el
colegio nos enseñaron que la esclavitud estaba abolida pero saben que es eso?
Un cuento chino! Porque en esta ciudad de Buenos Aires la esclavitud no está
abolida; en esta ciudad la esclavitud está a la orden del día bajo diversas formas;
en esta ciudad se explota a trabajadores en talleres clandestinos y si son
inmigrantes se les priva de la posibilidad de salir de ahí; en esta ciudad hay
chicos en situación de calle desde años! No sé si hay más o menos pero hay
muchos, y esta ciudad fracasó y sigue fracasando de liberarlos de esta
esclavitud estructural que es la situación de calle. En esta ciudad esta
prohibida la tracción a sangre… pero todas las noches veo en Plaza de Mayo
carritos cargados con cartones y tirados por chicos…Eso no es tracción a
sangre?? Es esclavitud que explota. En esta ciudad se rapta a mujeres y chicas
y se las somete al uso y abuso de su cuerpo, se las destruye en su dignidad. En
esta ciudad hay hombres que lucran y se ceban con la carne del hermano, la
carne de todos esos esclavos y esclavas; la carne que asumió Jesús y por la
cual murió vale menos que la carne de una mascota y esto pasa en esta ciudad!!!
Se cuida mejor a un perro que a estos esclavos nuestros! Que se los patea! Se
los deshace! La gran ciudad de Buenos Aires… y Jesús esta hoy aquí para
decirnos: “Mirá a tu hermano… mirá a tu hermana…”
Hace un par de horas estuve reunido con
la mama de Marita Verón, que fue robada por los tratantes y sometida a trabajo
en prostíbulos. Logró liberar a otras 129 chicas pero a su hija todavía no la
encontró. En esta ciudad hay muchas chicas que dejan de jugar con muñecas para
entrar en el tugurio de un prostíbulo porque fueron robadas, fueron vendidas,
fueron traicionadas…
Hoy venimos a pedir por las victimas de
trata de personas, la trata del trabajo esclavo, la trata de la prostitución;
en esta plaza del barrio de Maria Cash venimos a pedirle a Jesús que, él que es
Dios y tomó nuestra carne, nos haga llorar por la carne de tantos hermanas y
hermanos nuestros que son sometidos. Le venimos a pedir a Jesús que aprendamos
a cuidar a estos hermanos nuestros sometidos a la esclavitud con la ternura que
merecen y que no gastemos nuestra ternura en cuidar y en atender mascotas
dejando de lado el hambre de nuestros chicos…
Ciudad pecadora… Ciudad sufriente… Ciudad
que no sabe llorar… Buenos Aires necesita llorar: llorar por la esclavitud de
sus hijos, de tantos hijos e hijas que pasaron por el volquete y quedaron en la
volqueta… en Buenos Aires se ha instalado la cultura del volquete porque se dan
por desperdicio a hombres y mujeres que cayeron en la trata de personas. Alguno
podrá preguntar: “Padre, como puede ser esto?” Lo dije las dos últimas veces:
Hay una anestesia cotidiana que esta ciudad sabe usar muy bien y se llama coima
y con esta anestesia se adormecen las conciencias. Buenos Aires es una ciudad
coimera! Jesús esta acá con nosotros! Jesús: enseñanos a pensar en tantos
hermanos y hermanas nuestros que son esclavos, enseñanos a meternos en su
carne, enseñanos a llorar por esta esclavitud de Buenos Aires, enseñanos a ser
más solidarios, y a luchar para que esta ciudad no tenga más esclavos.
Y a la Virgen, Madre de todos nosotros,
le pedimos que nos contagies ternura materna para sentir que esos hombres y
mujeres, chicos y chicas, sometidos a la esclavitud en esta ciudad, sean hijos
de ella e hijos nuestros. Que Dios bendiga a todos los que en este momentos
están sufriendo, siendo explotados; que Jesús los acaricie. Hoy Jesús está en
Plaza Constitución, no para hacer política ni para dar una conferencia sino
para llorar con su Pueblo.
Que así sea.
Cardenal Jorge M. Bergoglio, SJ,
arzobispo de Buenos Aires
Viernes 23 de septiembre de 2011.
TRAGEDIA DE
ONCE
Desgrabación
de la homilía del cardenal Jorge Mario Bergoglio SJ, arzobispo de Buenos Aires
en la misa celebrada a un mes de la tragedia ferroviaria de Once (Catedral
metropolitana, 23 de marzo de 2012)
En la primera lectura se habla de los
pensamientos de los impíos, de los necios, de esos que tienen explicación para
todo y que saben manejar la vida de tal manera que ensamble bien. Empezaba así
el pasaje del Libro de la Sabiduría que leímos: “Los impíos dicen entre sí
razonando equivocadamente...” Todo aquel que quiera explicar esto que pasa
ahora, el misterio del dolor, el misterio del sufrimiento y de la muerte,
razona equivocadamente. El pasaje terminaba con esta frase:“No conocen los
secretos de Dios.” Y tengo ganas de decirle a nuestro Padre del cielo, hoy que
estamos reunidos a los treinta días de esta tragedia: Cuáles son tus secretos,
Padre? Por qué tantas vidas segadas?… cincuenta y dos vidas, una de las cuales
todavía no había nacido… explicanos Padre como se entiende… por qué Padre…? Por
qué?
Me viene una imagen por la que todos
pasamos cuando éramos chicos y después con los chicos que conocimos: la edad de
los “por qué”. Si observamos bien, el chico empieza a preguntar a su papá o a
su mamá el “porqué” de las cosas que no entiende y algunas de las cuales lo
amenazan. Y hoy de alguna manera somos como esos chicos delante del padre… pero
si observamos bien vemos que esos chicos no escuchan la respuesta del padre
sino que cuando el papá esta hablando vuelven a preguntar el “porqué” de otra cosa… simplemente quieren atraer la
mirada del padre. Y hoy al preguntar “por qué”, todos sabemos que no vamos a
tener una explicación completa… Quizá vamos a tener explicaciones de las
mediaciones humanas que han fallado, de las irresponsabilidades, de los
errores, pero del misterio por qué una vida es segada no tenemos explicaciones,
solamente nos queda que con nuestro “por qué” de hoy, aquí dolientes, fraternal
y unidos, atraigamos la mirada del Padre para que entre en nuestro corazón y
nos consuele.
Rezábamos en el Salmo: El Señor está
cerca del que sufre. Señor, si vos estás cerca de nosotros hacelo sentir!
Señor, queremos que se haga justicia! Sabemos que detrás de esto hay
responsables irresponsables, gente que no ha cumplido con su deber, no queremos
pegarle por pegarle pero sí corregir su corazón porque su irresponsabilidad
cuesta tan caro, no hay precio que pague una vida. Sabemos que en medio de todo
esto hay angustia y búsqueda, sabemos que en medio del dolor hay recuerdos de
momentos vividos con los que se fueron, y pedimos la gracia de llorar en esta
Ciudad, que como dije en otra ocasión, todavía no aprendió a llorar. No sabe
llorar. Todo lo arregla con anestesia, todo lo arregla buscando como componer
situaciones que no se arreglan sino sacando todo a la luz. Pedimos la gracia
Padre, vos que estás cerca del que sufre, la gracia de llorar. Pedimos la
gracia de llorar. Esas lágrimas que limpiarán nuestros ojos y que nos harán ver
“mas allá del dolor” como dijo uno de ustedes, nos harán ver y celebrar la vida
feliz de un hijo que se nos fue. Pero para eso hay que llorar mucho.
Miranos Padre. Aquí no hay ningún gurú
que nos pueda explicar el misterio humano: nadie nos puede decir que esto será así o así y estaremos
bien…Tenemos que optar: el dolor o la anestesia, o el llanto o la hipocresía,
el reclamo sereno de justicia o tapar las cosas. Y con este deseo de reclamar
serenamente la justicia, también miramos al cielo, a este Padre que consuela, y
le pedimos consuelo para tantas familias; consuelo para tantos corazones;
consuelo para la sociedad que se hace cargo de esto y sufre por tantas vidas
sesgadas…
Casi la totalidad de ellos venían a
ganarse el pan! Dignamente! Que no nos acostumbremos Padre a que para ganarse
el pan hay que viajar como ganado. Que no nos acostumbremos Padre a que en esta
Ciudad no se llora nada, todo se arregla y todo se acomoda. Que no nos
acostumbremos Padre a la mano fácil que se sacude y dice “Gracias a Dios a mi
no me tocó”, y se aliena en otra cosa. Hoy la solidaridad es más, somos
hermanos en el dolor y como hermanos miremos al cielo… Padre, por qué? Y cada
uno de nosotros abra su corazón. Y siga preguntado por qué. Yo no puedo darles
una respuesta, ni ningún obispo, ni el Papa pero El los va a consolar. El es
capaz de venir y en la armonía de su presencia paternal hacernos sentir que el
misterio de la vida y de la muerte tienen un sentido aún cuando venga de manos
irresponsables.
Esta es la oración de hoy: “Padre, vos
estás cerca del que sufre. Padre, no queremos ser de los que no conocen tus
secretos. Padre, entrá en nuestro corazón y manifestanos la ternura de tu
paternidad.”
Card. Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires
Buenos
Aires, viernes 23 de marzo de 2012.
MISA EN
MEMORIA DE LA VÍCTIMAS DEL TRABAJO ESCLAVO
Desgrabación
de la homilía del cardenal Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires,
con motivo de la misa en memoria de las víctimas del trabajo esclavo a los 5
años del incendio del taller clandestino de Luis Viale 1269 (27 de marzo de
2011)
Después de haber escuchado la Palabra de Dios
hagamos un instante de silencio en nuestro corazón para recordar a siete
personas, que trabajaban aquí en un régimen de esclavitud hace cinco años.
Harry Rodríguez Palma tenia 5 años; Wilfredo Quispe Mendoza 15 años; Juana
Vilma Quispe 25 años y un hijo que llevaba en el vientre cuyo nombre solo Dios
conoce; Elías Carabajal Quispe 10 años; Rodrigo Quispe Carabajal 4 años y Luis
Quispe 4 años. Esos chicos que tenían toda una vida por delante, chicos como
algunos que están sentados aquí. Ellos vieron truncada la vida por una conducta
que se repitió siempre a lo largo de la historia y que en la Biblia aparece
manifestada por un señor muy poderoso que se llamaba Herodes, a quien no le
importa matar a los chicos con tal de lograr su cometido. Esos chicos mueren en
este incendio en una casa clandestina de trabajo esclavo. Dios le dijo una vez
a Caín: “La sangre de tu hermano clama justicia…”. Esa frase de Dios la
repetimos hoy: ”La sangre de estos siete hermanos nuestros clama justicia”. Se
ha degenerado el sentido del trabajo porque el trabajo es lo que te da
dignidad.
La dignidad la tenemos por el trabajo,
porque nos ganamos el pan, y eso nos hace mantener la frente alta. Pero cuando
el trabajo no es lo primero sino que lo primero es la ganancia, la acumulación
de dinero, ahí empieza una catarata descendente de degradación moral. Y termina
esta catarata en la explotación de quien trabaja. Esta frase no es mía, la dijo
ayer el Papa en una audiencia. Cuando se revierte el verdadero fin del trabajo
el centro del trabajo que es la persona empieza a crecer el afán de dinero
insaciable y ahí todos los medios para terminar en la esclavitud.
Una vez dije en Constitución, en una
anterior misa por las víctimas de la esclavitud y exclusión, que lo que nos enseñaban
en el colegio sobre que la asamblea del año 13 había abolido la esclavitud eran
cuentos chinos… a los más está en un escrito. Pero en esta Buenos Aires tan
vanidosa, tan orgullosa, sigue habiendo esclavos! Sigue habiendo esclavitud!
Todo se arregla… Buenos aires es coimera y lo es de alma, y el recurso a la
coima tapa todo. Los corazones se endurecen.
Hoy rezábamos el Salmo 24: “…Cuando
escuchen la voz del Señor no endurezcan el corazón...“haciendo referencia a la
escena de la roca dura que Moisés golpea y sale agua. La voz del Señor clama
por estos siete hijos muertos, y muertos en esclavitud. La voz del Señor golpea
con su Palabra tantos corazones de piedra, y hoy venimos a rezar para que esos
corazones dejen brotar aguas de lágrimas, de arrepentimiento, de cambio de
vida… Para que esos corazones no piensen que esto no se paga, seducidos por la
costumbre del “como arreglamos”. Se paga aquí o allá pero se paga!. Pero sobre
todo venimos a pedirle al Señor que nuestros corazones crezcan en conciencia,
que no tengamos miedo de luchar por esta justicia que, hoy podemos repetir otra
vez, es tan largamente esperada.
Justicia por estos hombres y mujeres
sometidos a la trata de personas en cualquiera de los rubros… talleres
clandestinos, prostitución, chicos sometidos en trabajos de granjas y los
cartoneros que no han podido todavía unificarse, como algunos de ustedes lo han
podido hacer gracias a Dios, por los que viven de las migajas que caen de la
mesa de los satisfechos. Estos no pueden sentir a Dios. Porque el
endurecimiento de los satisfechos es algo muy duro difícil de explicar, tienen
el corazón empachado de los valores que ellos creen que valen y no dejan entrar
a la Palabra de Dios. Por eso Señor te pedimos que cuando les golpees el corazón
a ellos que no se endurezcan, que abran el corazón.
Rezamos también por todos ustedes, por
nosotros, por tantos que no conocemos y están en esta situación. Y de una
manera especial quiero rezar por los que están aquí y que tienen coraje! Y que
arriesgan la vida a cada instante para luchar por la justicia y denunciar que
en Buenos Aires todavía hay mucho trabajo esclavo!. Que Dios los fortalezca,
que Dios los mantenga allí en esa lucha por el hermano, por la justicia, una
lucha por el amor de Dios. La gran ilusión de Jesús es que estuviéramos
hermanados, pero el otro proyecto, el contrario, es muy fuerte, es muy fuerte.
Y somos víctimas de la compra y venta. Compra y venta de cariño, de amor, de
personas, de trabajo…
A los responsables de la muerte de esta
gente, de estos chicos sobre todo, a los Herodes que todavía viven en Buenos
Aires y que se enriquecen con la sangre de los chicos, que se enriquecen con la
sangre de los pobres, que Dios les toque el corazón y los convierta. Y a
nosotros que nos toque el corazón para seguir luchando por justicia. Que así
sea.
Cardenal
Jorge M. Bergoglio SJ, arzobispo de Buenos Aires
27 de
marzo de 2011
5º ANIVERSARIO DE LA
TRAGEDIA DE CROMAGNON
Desgrabación de la
homilía pronunciada por el cardenal Jorge Mario Bergoglio SJ, en ocasión de
misa celebrada por 5º aniversario de la tragedia de Cromagnon (30 de diciembre
de 2009).
Estos días que rodean la celebración de
la Navidad el tono es precisamente el de esta mujer anciana, de 84 años. Le
hablaba acerca del Niño a todos en Israel. Esta mujer movida por el Espíritu
Santo, que había visto cosas en la vida. Que había visto triunfos y derrotas,
noblezas e hipocresías. Esta mujer que sabía lo que era el dolor y el
sufrimiento, sale de sí y reconoce que ese Niño es la promesa de su pueblo, que
ese Niño es el que trae la paz, el consuelo, la fortaleza el triunfo
definitivo.
Nosotros que hoy venimos a orar en el 5º
aniversario de esta tragedia, necesitamos que se nos hable de lo único que
puede dar sentido a un sinsentido como el que hemos vivido. Necesitamos de la
sabiduría de tantos hombres y mujeres de
nuestro pueblo que, como la profetisa Ana, nos digan “éste es el que te va a
dar el sentido definitivo a tu sufrimiento, tu dolor”.
Venimos a llorar, llorar por más que esos
194. A
llorar por nuestra ciudad que no llora todavía. Nuestra ciudad que no tiene
lágrimas de madre para esos hijos que hoy recordamos y para tantos otros que
ella abandonó.
Esta ciudad vanidosa, casquivana,
orgullosa, coimera. Esta ciudad que maquilla las heridas de sus hijos para que
no la hagan sufrir. No las cura, las maquilla.
Esta ciudad que esconde a sus ancianos mal alimentados, los arrincona
porque no quiere ver el sufrimiento de los que nos dieron la vida.
Ciudad que abandona a sus chicos, que
elegantemente los llama “chicos en situación de calle”. Se desprende de ellos y
los tira a la calle.
Esta ciudad no llora y porque esta ciudad
no sabe llorar no es madre y nosotros hoy venimos aquí a llorar para que esta
ciudad sea más madre. Para que esta ciudad en vez de matar, aprenda a parir.
Para que esta ciudad sea promesa de vida. Lloramos recordando estos jóvenes que
han muerto y le decimos a esta ciudad “mirá, la mayoría de ellos murieron
entrando y saliendo para salvar a otros, no se escaparon para salvar el
pellejo”. Le decimos a esta ciudad que sea madre solidaria como lo fueron estos
chicos que dieron testimonio entrando y saliendo hasta no pudiendo salir más.
El dolor no se va, camina con nosotros.
Lo peor que podemos hacer es la receta
del espíritu mundano que es anestesiarlos con otras noticias, con otras
atenciones, con otras distracciones. El dolor hay que asumirlo como ustedes lo
asumen. Ustedes están más cercanos, nosotros los que estamos más lejos, también
queremos asumir a aquellos que están muertos, lo tratamos de hacer. Hay que
asumirlos y dejar que se añejen en nuestro corazón y se transformen en semilla
de fecundidad.
Esta viejita de 84 años que decía “éste
es, éste es” se lo decía delante de su madre a la cual un ratito antes le
habían dicho que ese chico iba a ocasionarle un dolor muy grande, una espada le
iba a traspasar el corazón.
Hoy les digo a ustedes: miremos al Niño.
Es el único que puede hacer añejar el dolor en nuestro corazón y transformarlo
en sabiduría. Y en el Niño miremos a nuestros niños, los que se fueron y a los
adultos que los acompañaron. Y miremos a la Madre. Pidámosle a la Madre, que
sabe lo que es sufrir, que haga madre a esta ciudad compadrita, superficial y
que le cuesta dar vida.
Que así sea.
Card.
Jorge Mario Bergoglio SJ, arzobispo de Buenos Aires
Catedral
Metropolitana, ciudad de Buenos Aires,
30 de diciembre de 2009
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