¿Sucesos
imprevistos y excepcionales o previsibles y prevenibles?
¿Responsabilidad de
la naturaleza o consecuencia de una política de republiqueta?
A Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del
César...
Escribe: Horacio Micucci
“¿Qué puede haber imprevisto
para el que nada ha previsto?”
“Si no espera lo
inesperado no lo encontrará...”
Heráclito.
Por mucho tiempo hemos aceptado el viejo refrán
que dice que “prevenir es mejor que curar” ...Ojalá que [las] preguntas diarias
cambien de ¨¿cuál es el tratamiento?” a
“¿cuáles son las causas?”, y “¿si es evitable, entonces, porqué no ha sido
evitada?”
John A. Ryle. El desafío de la epidemiología. OPS.
1989.
¿Suceso
excepcional, inevitable e imposible de prevenir, paliar y remediar?
Han pasado
unos días de la catástrofe de La Plata, las inundaciones en la Ciudad de Buenos
Aires y del Conurbano.
Algunos
lugares como La Matanza, por la cronicidad de este tipo de fenómenos, no fueron
noticia. Pero los daños sobre las personas y su propiedad (poca o mucha)
existieron. Y las secuelas vendrán. Hubo muchas pérdidas de vidas (¿cuántas?, hasta
eso es motivo de incertidumbre).
Y vienen los
debates sobre el grado de imprevisibilidad del fenómeno, la capacidad de
respuesta, etc. Y es bueno que los haya porque es necesario evaluar si el fenómeno
fue tan imprevisible, en qué medida es natural o fue provocado por políticas
que se aplican desde hace años, si hubo medidas preventivas previas el evento,
si se desplegaron acciones adecuadas cuando el evento ocurrió y si hay acciones
adecuadas de reparación de daños.
Se ha dicho
que la práctica es la madre de la teoría y la aplicación práctica de esas
teorías es el único criterio de verdad. En efecto, una teoría (por coherente
que sea) si no tiene resultados exitosos en su aplicación práctica,
irremediablemente será desechada. Hay que analizar la práctica de lo ocurrido
en éste y otros eventos, para corregir errores, suplir falencias y cambiar
personas responsables por acción u omisión. Que las hay y han quedado en
evidencia...
¿Existe una
teoría (o modelo) detrás del cual están las causas de este desastre? ¿O fue un
imprevisto e inusitado fenómeno de la naturaleza?.
¿Es incapacidad
individual o es incapacidad coherente y consecuente con una Argentina reducida
a republiqueta en la que sólo importan las tajadas que sacan los que rapiñan nuestras
vidas y bienes (dirigentes que responden, en última instancia, a intereses económicos
y políticos de potencias extranjeras y sus socios nativos)?.
“Lo esencial
es invisible a los ojos” le hizo decir Antoine de Saint Exupery a su
Principito. ¿Qué es, entonces, lo esencial en este caso?.
¿Culparemos
a Dios, la naturaleza y el azar o a dirigentes y proyectos concretos?
En la
primera opción, a lo sumo, habrá habido gente incapaz de operar ante un evento
inesperado. En la segunda habrá responsables inmediatos y mediatos de la
catástrofe.
Nuestra
hipótesis es que hay responsables que son ineptos como resultado de su consecuencia
con el “modelo” al que adscriben. Dirigentes concretos que “están en lo suyo”
sin importar las derivaciones de su comportamiento y cuya desidia es corolario
de lo anterior.
Dirigentes
de un modelo de país indefenso de toda indefensión.
Y eso cuesta
vidas.
Vidas
transformadas en un calvario cotidiano y muertes que no debieron ocurrir.
“Evitable”,
sentenció por televisión el Vicepresidente de Cáritas...
Gestión del
riesgo
Existe una
disciplina que se denomina Gestión del riesgo. De ninguna manera se mira un
evento no deseado como un castigo divino. Gestión del riesgo es manejo del
riesgo, cómo se lo previene y cómo se actúa ante él.
Incluye la
prevención ante un evento no deseado para que no ocurra (Fase preventiva) y para eso primero hay que detectarlo (por baja
frecuencia que tenga).
Continúa con
la Fase de acción en el evento no
deseado, si ocurre a pesar de toda prevención. Aquí entrarán en acción los
operadores previstos con planes previamente diseñados e los instrumentos
previamente dispuestos. Por último viene la
Fase de reparación y rehabilitación destinada a las víctimas y sus bienes
destruidos.
No hace
falta un ejercicio intelectual muy elevado para advertir que esto no existió en
estos días. Tampoco en Cromagnon, en Once, en anteriores inundaciones, durante
las epidemias de gripe A y Dengue, etc., etc., etc..
Dos puntos
determinan una recta y aquí hay más de dos puntos. Por lo tanto no estamos ante
una impericia eventual, estamos ante una actitud consolidada frente a los
peligros a los que puede estar sometido nuestro Pueblo y nuestra Nación.
Actitud derivada de una política.
O de una
mala política.
El concepto
de accidente o evento no deseado
La noción
tradicional de un accidente es que es un hecho que ocurre como fruto del azar
que produce algún tipo de perjuicio en personas u objetos. Con esta concepción
es poco y nada lo que se puede hacer para prevenirlo o paliarlo, excepto rezar
para que no ocurra.
Para una
visión científica, incluso el azar (lo fortuito) tiene causas. Y esas causas
(que responden a leyes físicas, químicas, biológicas y aún sociales) son
muchas, de tal manera que dificultan la predicción del evento pero, sin
embargo, puede hacerse un tratamiento estadístico.
Una moneda
tirada al aire caerá en cara o seca. Imposible predecir cada tirada. Pero en
esa tirada hay infinitas causas para que caiga de una manera u otra:
imperceptibles irregularidades de la moneda, efectos de aires o de la forma de
tirarla. Pero si, en las mismas condiciones se tira la moneda muchas veces,
cuanto mayor sea el número de tiradas más se aproximará la frecuencia a un 50%
de caras y a un 50% de secas. Eso es Cálculo de probabilidades.
En algunos
casos surgirá, por ejemplo, que las frecuencias (número de veces que, en un
tiempo dado, se produce el evento) se corresponden a lo que se conoce como una curva de Gauss,
normal o gaussiana. La forma de la curva parece el dibujo de una loma. En el
pico se encontrará lo que se conoce como Media que es el evento más frecuente y
que, en estos casos, tiene la propiedad de dividir el área bajo la curva en
dos.
¿Qué
significa esto?.
Tomemos el
ejemplo de la frecuencia de una lluvia de determinados milímetros caídos.
Habrá una
cantidad de milímetros que se corresponden a la Media caída para una zona. En
un 50% de los casos lloverá ese valor o menos. Y en otro 50% lloverá más que la
Media. Cuanto más sea la caída de agua, menos frecuente será.
Cuando un
funcionario responde que una zona se inundó por que llovió más que la Media,
sus propias palabras son una declaración de reconocimiento y culpabilidad de
que se preparó todo para solamente el 50% de los casos y que se aceptó que iba
a haber inundaciones en el 50% restante. Con sus consecuencias. Alguien decidió
en función de lo que se llama Costo-Beneficio, qué pasará con nuestras vidas.
Alguien que no nos conoce y para el cual somos un número analizado fríamente.
En el caso
de la prevención de inundaciones, interesan las lluvias de mayor cantidad de
milímetros que la Media. En el caso de las sequías se consideran también las
menores.
En el primer
caso, que es el que nos ocupa, tomaremos medidas ante lluvias mayores y es una
decisión política establecer que riesgo acepto.
Recientemente,
uno de los diseñadores de algunas autopistas del Conurbano y Capital reconoció
que se habían construido considerando las precipitaciones de 20 años porque, si
se consideraban las un siglo, el costo de la prevención hubiera sido muy
elevado.
Una decisión
económica hace que se produzcan a menudo inundaciones en esas autopistas. El
sufrimiento de personas fue considerado como aceptable en función de un
concepto económico.
Una economía
que privilegia las ganancias del empresariado “amigo”, consigue estos
resultados.
Prevenir
accidentes como el de Once o Cromagnon implicaba inversiones que reducen
ganancias. Una visión económica que privilegie al hombre no actuaría así. Ramón
Carrillo decía que en el hombre argentino reside la verdadera Nación. Su visión
de la Medicina se centraba, entonces, en la prevención. Por el contrario, la
visión de la Salud Pública posterior se centra en la ganancia empresarial y entonces
tenemos una Medicina que cura y no previene. Y, como hemos llegado a un extremo
en ese concepto, sólo tenemos un mal sistema de curación de la enfermedad.
De nada vale
que, en nuestro caso, nos hablen del cambio climático porque científicamente
podemos prevenir ese riesgo aumentado, con mayores medidas preventivas que,
desde ya, tienen un costo.
¿Pero no es
costoso, también, favorecer con exenciones impositivas una megaminería
contaminante? ¿O al juego, o a petroleras que esquilman nuestro petróleo? ¿O a
la renta financiera? ¿O pagar una deuda externa ilegítima, usuraria o
fraudulenta?.
La discusión
es adonde se pone el dinero.
Volvamos a
la Curva de Gauss. Se puede calcular un parámetro estadístico conocido como
Desviación Estándar. Si tomamos medidas para una lluvia equivalente a la
Precipitación Media más una desviación estándar, aceptaremos que seremos
desbordados en aproximadamente un 16% de los casos de lluvias; y si nos
preparamos para la Media más dos desviaciones estándar estaremos en riesgo de
tener lluvias mayores aproximadamente un 2,5% de las veces.
Establecido
el nivel de riesgo, lo honesto hubiera sido: 1º) avisar a aquellos
que estaban en zona de riesgo estadístico, que compraban o iban a vivir allí
(cosa que no se hizo en La Plata ni en ningún lado, sino bajaría el valor de la
propiedad, cosa que ya automáticamente habrá ocurrido en este momento) y 2º) se
debió tener listo un Fondo de reserva para paliar con reposición (no con crédito blando sino como hizo
Hugo Chávez en Venezuela en diciembre de 2010) a los que
sufrieran pérdidas por las inundaciones.
Es una
decisión política.
Otra visión
del accidente
Existe otra concepción de la seguridad.
Aquella que dice que el accidente es producto de condiciones que se deterioran
primero lentamente, luego más rápidamente, para desembocar en un accidente con
lesiones físicas y psíquicas. Y aquí aparecen causas a veces alejadas del hecho
y responsables mediatos e inmediatos.
Estará claro para el lector que el
sistema de entrega y sumisión nacional imperante en nuestro país suscribe
rápidamente a la primera visión. Con
ello se evita toda responsabilidad del “establishment” beneficiario, del
Estado que lo representa y de los funcionarios gerentes de nuestra dependencia.
Un
proyecto de Argentina Independiente, donde el pueblo sea protagonista de la
efectivización de sus derechos, compartirá la segunda visión.
Hubo
advertencias y se decidió en función de una política
Sabemos ya
que la Municipalidad de La Plata tenía en su poder un trabajo fruto de un
acuerdo con la Universidad Nacional de La Plata que advertía sobre la
posibilidad de lo ocurrido y las medidas preventivas necesarias. El Ingeniero Pablo
Romanazzi, uno de los autores del trabajo, en diversas declaraciones, hizo
conocer estas circunstancias. Las medidas no se tomaron, y probablemente no se
tomarán, si nos atenemos a recientes declaraciones del Intendente Bruera
advirtiendo que estos hechos se repetirán.
El Dr.
Antonio Brailovsky, en un reportaje radial, denunció que el Código Urbano de La
Plata había sido modificado a instancias de su intendente. En una de esas
modificaciones se fijaba como zona de ribera (donde no se puede construir) a
aquella que se inundó en los últimos cinco años. Si antes hubo mayores
inundaciones no se tuvieron en cuenta. Esto se hizo para favorecer el negocio
inmobiliario. ¿Pasó sólo allí?. No. También se privilegió ese negocio en
Capital y Conurbano. Algunos aspectos relacionados con futuras modificaciones
del Código Civil van en el mismo sentido.
En Lanús se
construye sin nuevos desagües pluviales y cloacales, que datan de décadas
atrás. Y los nuevos edificios envían las aguas pluviales a cloacas, que a la
vez son escasas. Con muchísimo menos que lo llovido en La Plata, Lanús sería un
lago de 48 km2 de agua y materia fecal con medio millón de víctimas.
¿Fenómeno imprevisto?.
Los desagües
en Capital desembocan en el río por debajo de su nivel medio. Igual que en
Avellaneda a la altura del Puente Pueyrredón, en el Riachuelo. Eso provoca un
tapón hidráulico que impide el desagüe.
Pudo haberse
evitado Cromagnon. Pudo evitarse el accidente de Once.
Hay
responsabilidades compartidas de los gobiernos nacional, provincial y municipales.
Tienen una política de Estado. Y éstas son sus consecuencias.
Lo ocurrido en La Plata, Buenos
Aires y Conurbano no fue un desastre natural, fue la expresión social de un
fenómeno natural, resultado de una política en beneficio de unos pocos, a expensas
del Pueblo y la Nación, aplicada durante años. Un evento no deseado que ocurre
y produce un desastre y, una vez ocurrido, no aparecen planes ante la
contingencia y se presentan insuficientes acciones reparatorias, de
rehabilitación y prevención sanitaria, pone en evidencia las prioridades de un
proyecto de país. El que se corresponde, más allá de banderías, a una Argentina
oprimida por la expoliación de potencias imperiales y sus aliados internos.
No hubo ausencia del Estado. Ése es
el Estado que se corresponde a la sumisión nacional.
Volviendo a
la Gestión del riesgo
En todo plan de seguridad pública
ante accidentes hay, primero, hipótesis de desastres posibles; de la misma
manera que en el plano militar hay hipótesis de conflicto. Estas hipótesis se tejen
analizando la probabilidad de que un hecho se produzca y la gravedad de sus
consecuencias. Es lo que se llama “Análisis de Riesgo”.
¿El sistema de prevención nacional,
provincial y local no tenía como hipótesis que algo así ocurriera?. Esto
indicaría, al menos, ineptitud por parte de las autoridades. Pero no es así. No
es impericia. Es defensa de los intereses de los sectores privilegiados que
llevaron a Argentina al lugar y la situación en que se encuentra.
Como se dijo más arriba, una vez que
se han analizado las catástrofes posibles, deben existir tres fases a
planificar:
1.
Fase de prevención. Destinada a evitar que el siniestro ocurra.
2.
Fase de acción en la emergencia. Destinada a actuar si, a pesar de lo anterior, el
siniestro ocurre, para que las consecuencias sean lo menos graves posibles.
Tiene el objetivo de disminuir el número de víctimas actuando con rapidez, con
un plan previo, y con el personal y los medios técnicos médicos y no médicos
necesarios.
3.
Fase paliativa.
Destinada a paliar los daños morales y
materiales en las víctimas. Incluye la reconstrucción y la rehabilitación.
Y así como hay un concepto
restringido de la defensa nacional que la limita a los medios militares y un
concepto amplio que incluye elementos y personal bélico y no bélico, integrando
al personal profesional militar, las milicias, en una guerra partisana, y cada
hombre y mujer de un pueblo en armas en defensa de la Nación agredida, hay Acción
frente a siniestros, ampliada, que debe integrar al personal profesional
(desde los bomberos hasta el personal sanitario), la defensa civil organizada y
la acción en el lugar de la población, que actúa solidaria y “espontáneamente”
(pero con un cierto “entrenamiento previo”).
Establecido un siniestro como
hipótesis ya se saben muchas de las consecuencias del mismo, si ocurre. No hay
excusa para la imprevisión. Se sabe que tanto en un terremoto como en un
descarrilamiento de trenes va a haber un alto número de traumas y contusiones y
que en una inundación habrá un menor porcentaje de los mismos, y esto será
tenido en cuenta para prever la fase de acción en la emergencia. Asimismo tanto
en un terremoto como en una inundación debe preverse, en la fase paliativa, que
habrá numerosas personas que se quedarán sin vivienda y este problema se debe
resolver con rapidez. Lo mismo respecto a las posibles epidemias posteriores.
Todo esto fue inadecuado en el caso
de que nos ocupamos. Y sigue siendo inadecuado para los intereses del Pueblo y
de la Patria.
Porque resulta de un Estado y
gobernantes que no están a la servicio del Pueblo y de la Patria.
Un
muestrario de lo que no se debe hacer
Respecto a lo anterior, enorme
cantidad de errores e ineficiencia se han visto en la última emergencia, muchas
de ellas reiteraciones de lo ocurrido ya en otras (Cromagnon, inundaciones,
Once, etc.).No hubo acciones de prevención empezando por el hecho de no tener
hipótesis de desastre al respecto.
El Servicio Meteorológico Nacional
hizo lo que pudo con lo que tiene. Pocos saben que muchas de sus estaciones
meteorológicas estaban en las estaciones de ferrocarril y, al producirse el
desguase ferroviario en la década del 90, desaparecieron, disminuyendo su
capacidad de predicción.
El Sistema Federal de Emergencias
(SIFEM), que hasta 2002 operó bajo la órbita de la Jefatura de Gabinete, con
poder para movilizar a todo el gobierno en caso de catástrofe virtualmente no
existe. En 2002, el SIFEM pasó a funcionar en la Secretaría de Seguridad
Interior del Ministerio de Justicia. En 2004 pasó a ser una oficina de la
Dirección General de Defensa Civil, dependiente de la Subsecretaría de
Seguridad y Protección Civil, dependiente de la Secretaría de Seguridad
Interior, dependiente del Ministerio del Interior. En el Presupuesto de la
Nación, tiene asignada una partida de 206 millones de pesos para “Acciones de
Asistencia Civil”. Los fondos están previstos para “resguardar a la población
ante la posibilidad de un desastre que cause vastas pérdidas a nivel humano,
material o ambiental, suficientes para que la sociedad afectada no pueda salir
adelante por sus propios medios”.
Comparemos la cifra anterior con la
estimación del valor de las pérdidas calculadas en la inundación de La Plata y
se verá lo exiguo de aquella: se estimó que las pérdidas sufridas por la
población ascienden a 2.618 millones de pesos. Es decir, el presupuesto anual
de SIFEM es un décimo de las pérdidas en una sola catástrofe. La inexistencia
de Acción ante Catástrofes fue una decisión muy anterior e intencional.
Otra muestra es la siguiente: el día 3 de abril, apareció publicado en el Boletín
Oficial el decreto 309/13, que dispone el pago de los vencimientos de capital y
los intereses con los organismos financieros internacionales, como el Banco
Mundial y el BID, con reservas del Banco Central. Son 2.323,7 millones de
dólares para vencimientos de este año y 11,3 millones de dólares por un ajuste
de 2012, cuando se pagaron 2.190,3 millones de dólares. Casi la misma cifra,
pero en dólares, de las pérdidas en La Plata ¡Una patética muestra de cuales
son las prioridades del gobierno!.
La magnitud de la catástrofe pone al
desnudo la política de estos años del gobierno nacional y de las provincias y
municipios involucrados. La extraordinaria solidaridad del pueblo y sus
organizaciones, por más grande que sea, no alcanza a suplir lo que debe hacer
el Estado. Es el Estado el que debe resolver.
El gobierno nacional ha manifestado
más de una vez su adhesión a la política del Presidente venezolano Hugo Chávez,
sin embargo, si se observan las medidas tomadas en Venezuela en diciembre de
2010, está centradas en la reparación por parte del Estado y en la condonación
total de deudas a bancos públicos y privados, mientras que en la Argentina
están pensadas como créditos blandos y financiación para una reparación
individual (o un sálvese quien pueda individual).
Es notoria la resistencia estatal
para declarar la emergencia hídrica y sanitaria.
La acción en la emergencia y la
posterior tienen evidentes deficiencias. Se duda hasta del número de victimas.
Más allá de que la cantidad de víctimas sea la que se conoce (aunque es raro
que la víctima más joven sea un hombre de 20 años, no registrándose ningún
niño) las dudas de la población están demostrando que sospecha de un Estado y
gobiernos que falsean las estadísticas, que mienten y que llegan a ridículos
como trucar fotos para demostrar que están donde no están. Sin contar que ahora
la población sospecha que no se quiere aumentar el número de victimas para no
entrar en las condiciones de las leyes 24.959 y 22.913 que obligarían a
declarar "zona de desastre" y asumir indemnizaciones por esa
circunstancia.
La indefensión nacional mata
Más de una vez hemos hecho
referencia a la indefensión nacional. Para muchos la indefensión nacional y la
Defensa Nacional parecen un tema de militares. Pero no es así: una Nación que
aspire a ser independiente y soberana debe poder defenderse. Un proyecto
Nacional y Popular debe poder defenderse. Muchos, erróneamente, creen que esa
indefensión evitará que los militares den golpes de estado, pero no es así. Esta
indefensión no es la idea de demócratas y patriotas. Es fruto del cumplimiento
minucioso de los Acuerdos de Londres y Madrid que decretan nuestra derrota y
nuestra sumisión a toda rapiña, para que cumplamos con políticas contrarias al
Pueblo y la Patria. La indefensión es una orden de las potencias
internacionales y éstas últimas son el origen de todas las tropelías y madres
de todos los golpes de estado.
Fruto de ese desarme argentino es
que el ejército pudo aportar al desastre en días feriados con solo 131 hombres,
dado que por el ajuste presupuestario son enviados a sus casas a comer.
Lo mismo pasó que los escasos
camiones que las Fuerzas Armadas pudieron aportar. El transporte es parte de la
logística.
Uno de los mejores expertos en
logística, a mi criterio, me definió la logística de esta manera: “Es la ciencia y el oficio (para
conocer causalidad y llevar a cabo medidas) para poner los insumos
necesarios en
a) el lugar indicado
b) en el momento
indicado
c) en las condiciones
indicadas
d) al menor costo económico
y social.”
El insumo puede ser una bala, un tanque, un
medicamento, un alimento, agua, etc. Es decir la Defensa Nacional y la Defensa
Civil están integradas. Si no hay la una, no hay la otra.
La Defensa Civil es parte de la
Defensa Nacional. Desarmada la primera, la segunda también se desguaza. Así es
que, indirectamente, muchas personas fueron víctimas, en esta emergencia, de la
indefensión nacional.
Hipótesis de conflicto y acción ante desastres tienen el
mismo esquema.
No tenemos hipótesis de
conflicto en un país con una parte de su área territorial terrestre y marítima
ocupada por el colonialismo británico. Tampoco hipótesis de catástrofes en un
país con accidentes de todo tipo, inundaciones, contaminación ambiental, etc.
El esquema de Defensa
Nacional y de Defensa Civil ante catástrofes es el mismo.
1º. Detectar un evento no deseado
2º. Que el evento no ocurra (fase preventiva).
Tomar medidas para ello.
3º. Si ocurre, reducirlo a su mínima expresión
(fase de acción ante el desastre)
4º. Ocurrido el evento y terminado, paliar las
consecuencias (fase de rehabilitación)
Hay
políticas de Estado en Argentina. Son las que se aplican desde 1976 en
gobiernos de todos los colores.
Todos los
que hablan de ajustes se refieren a ajustar el gasto destinado al Pueblo y su
defensa. Nunca se tocan los intereses de los que lucran con las distintas
variantes de “modelo” que se unifican el lo esencial.
La
carencia de Defensa Civil es parte de eso. La corrupción y la falta de
servicios adecuados de salud y educación son parte de eso. La miseria es parte
de eso. Las enfermedades y catástrofes evitables también.
Desde la
Patria contratista del Proceso y Alfonsín hasta los Cirigliano y Cristóbal
López de hoy.
Algunos
como Bulgheroni de sorprendente permanencia.
Otro
Estado para una Argentina Independiente
Hemos
visto y seguimos viendo todo tipo de políticas antinacionales y antipopulares.
Hasta las disfrazadas de nacionales y populares. También sufrimos sus
consecuencias.
Es hora de
decir basta.
Es necesario
abrir una nueva huella argentina y encontrarse en ella.
“Caminante
no hay caminos, se hace camino al andar” dijo el poeta.
Comencemos
a caminar y hagamos la nueva senda.