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miércoles, 3 de abril de 2013

LA INFLACIÓN Y LA DISPARADA DEL DÓLAR


LA INFLACIÓN Y LA DISPARADA DEL DÓLAR
El Mangrullo Argentino

Esenciales en síntesis:
La inflación no se trata simplemente de una tendencia generalizada de los precios a aumentar, sino de una tendencia de los precios a aumentar de manera despareja. Por eso se dice que varían los precios relativos. Suben los bienes y servicios y no lo hacen en igual medida y tiempo los salarios y los ingresos de los pequeños y medianos productores.
El déficit del presupuesto: es importante causa de la inflación, y mucho se habla de él. Pero tiene mucha más importancia, y se habla mucho menos, de la principal y determinante causa de ese déficit, que es la corrupción del aparato estatal; es decir, el saqueo del aparato estatal. Es mentira que se deba a los gastos sociales y planes de ayuda a los sectores más empobrecidos de la población como se quiere hacer creer cuando se habla de ajustes para quitarle beneficios al pueblo.
El capitalismo de amigos: Saqueo (y causa del déficit del presupuesto) destinado a enriquecer con subsidios y beneficios a grupos económicos de una u otra potencia imperialista y de sus aliados internos.
El ajuste kirchnerista: El gobierno kirchnerista, aunque de palabra se queje de la oligarquía y los monopolios, optó por seguir favoreciéndolos no a través de los ajustes “clásicos”, sino por el no menos clásico (recordemos a Alfonsín) ajuste inflacionario. Por ejemplo, imponiendo “pautas” a los aumentos de salarios, y después dejar que los monopolios los “ajusten” a través de los aumentos de precios, apropiándose (el Gobierno) de parte de eso a través del impuesto inflacionario (por ejemplo cobrando impuestos al salario o a monotributistas), emitiendo cada vez más pesos sin respaldo de una mayor producción. Es decir los precios suben por el ascensor y los salarios e ingresos de los pequeños y medianos productores lo hacen por la escalera. El resultado es que estos últimos pagan el Ajuste y aportan con lo que se les quita para pagar la crisis. Entonces, la crisis no la pagan quienes se beneficiaron con ella. El pueblo y la Nación pagan la fiesta de los que “la juntaron con pala”, como dice la Presidente (entre ellos muchos de sus amigos como Cristóbal López, Franco Macri, Lázaro Báez, el juego que no paga impuestos, las megamineras, los pooles de siembra, etc.)

DEFINICIONES
Inflación es el crecimiento continuo y generalizado de los precios de los bienes y servicios o, dicho de otra manera, la persistente disminución del poder adquisitivo del dinero. Para ser sostenida en el tiempo depende de la emisión monetaria que hacen los gobiernos.
Por más que se diga que se hace esto para estimular la demanda, si la fabricación de dinero no tiene un respaldo en la producción, esta emisión va a terminar convalidando e incluso incentivando el aumento sostenido de los precios, con el consiguiente deterioro del poder adquisitivo del dinero.
Esto no es neutral en la economía, pues hay quienes tienen la posibilidad de aumentar los precios según el ritmo de la inflación, o más aún, “previniéndola”, y quienes no pueden hacerlo al mismo ritmo o al mismo tiempo, como ocurre con los pequeños y medianos productores o comerciantes y más claramente con los asalariados cuyos ingresos se pautan anualmente (o semestralmente en el caso de los jubilados y pensionados). Como observaba Horacio Ciafardini (“Qué es esto de la inflación”), la inflación “no se trata simplemente de una tendencia generalizada de los precios a aumentar, sino de una tendencia de los precios a aumentar de manera despareja. Por eso se dice que varían los precios relativos”.
Las tremendas distorsiones de precios que hoy vivimos en Argentina, en comparación con la mayoría de los demás países dependientes –incluso más atrasados económicamente que el nuestro–, se debe a una mayor inflación sostenida con una emisión monetaria muy superior a la capacidad productiva real de la economía. Además, a cómo financia el gobierno kirchnerista sus gastos, aumentados extraordinariamente por su sustento en la corrupción. Como también escribía Horacio Ciafardini (en Crisis, inflación y desindustrialización en la Argentina dependiente, Ed. Agora, pág. 68): “El déficit del presupuesto es importante causa de la inflación, y mucho se habla de él. Pero tiene mucha más importancia, y se habla mucho menos, de la principal y determinante causa de ese déficit, que es la corrupción del aparato estatal; es decir, el saqueo del aparato estatal”.
Un aumento en la cantidad de dinero en circulación incentivará una mayor demanda por bienes y servicios, lo cual, de inicio provoca un aumento en la producción. Pero ese crecimiento de la cantidad de dinero por sobre la producción es lo que termina convalidando el aumento en el nivel general de precios, con lo que rápidamente se agotan los estímulos temporales al empleo y la producción.

Una consecuencia de la destrucción del peso argentino:
La disparada del dólar
En pocas semanas, el precio del dólar en el mercado informal, llamado “dólar blue” (azul), escaló a más de 8 pesos, cuando el dólar en el mercado oficial controlado cotiza apenas arriba de los 5 pesos. Es decir una diferencia o “brecha” de más de un 60%. En tanto el “dólar turista” (el oficial con un recargo del 20% a cuenta del impuesto a las Ganancias), se eleva a poco más de 6 pesos.
Es cierto que esta fenomenal escalada del dólar informal tiene componentes especulativos. Pero esta especulación no puede explicarse al margen de lo que sucede en la economía; al contrario, son los problemas en la economía los que generan y aceleran los fenómenos especulativos. Sino podría pensarse que con más controles, con mayor poder de policía, se podría acabar con ellos. Y lo que vemos es que cuanto más controles se ponen, mayor es el desmadre del precio del dólar, como ocurre también con otros precios de la economía argentina. Es que no basta operar sobre los síntomas, si no se ataca de fondo la enfermedad. Y ésta tiene hoy un nombre en la Argentina: inflación. Siendo hoy su principal responsable la política inflacionaria de ajuste del propio gobierno.
Por supuesto sobre la base de mantener y fortalecer el incremento de latifundios como el de amigos como Benetton, la extranjerización de la tierra  y la Argentina dependiente: la soja, los automotores y la megaminería han sido las estrellas de este “modelo” que hoy nos lleva al “estrellamiento”.
Un 50% de los componentes de los electrodomésticos, un 80% de los automotores y un 90% de la electrónica es extranjero. Muchas industrias son simples armaderos.
Y los amigos del Gobierno, desde Cirigliano en transporte hasta los amigos K como López y Báez se enriquecen con concesiones, subsidios. Su enriquecimiento sin inversión está en las causas de la tragedia de Once, la falta de sistemas de desagüe que provocan las inundaciones actuales, los negocios inmobiliarios sin planificación y estudio que disminuyen las posibilidades de escurrimiento de las aguas pluviales, la falta de fondos para la defensa nacional y su inseparable defensa civil ante catástrofes (en cumplimiento de los tratados de Londres y Madrid que imponen esa indefensión de la cual la defensa civil es parte inseparable).
Los grandes terratenientes, los pooles de siembra (que imponen una agricultura sin personas a la que se opone la Federación Agraria) y los monopolios imperialistas la “juntaron con pala” como dijo la Sra. Presidente, y también el gobierno kirchnerista y sus amigos.
Pero esa plata no se destinó a la inversión productiva, por lo que una vez utilizada la capacidad instalada ociosa (las fábricas trabajando a pleno) y desgastada la infraestructura (ferrocarriles, rutas, etc. sin inversiones para maximizar la ganancia), comenzaron a notarse las restricciones de oferta: la demanda pasó a ser mayor que la oferta, como dicen los economistas, y la diferencia pasó a traducirse en el aumento de los precios. Por supuesto de una manera despareja dada la estructura latifundista y monopólica dependiente.
Ante esto el gobierno kirchnerista, aunque de palabra se queje de la oligarquía y los monopolios, optó por seguir favoreciéndolos no a través de los ajustes “clásicos”, sino por el no menos clásico (recordemos a Alfonsín) ajuste inflacionario. Por ejemplo, imponiendo “pautas” a los aumentos de salarios, y después dejar que los monopolios los “ajusten” a través de los aumentos de precios, apropiándose de parte de eso a través del impuesto inflacionario, emitiendo cada vez más pesos sin respaldo de una mayor producción.
El argumento es que de esta manera se estimula la demanda, pero como ya dijimos si no hay un aumento simultáneo de la oferta, la mayor cantidad de dinero se traduce en aumentos de los precios y si esto se convalida con mayor emisión monetaria, el resultado es la destrucción de la propia moneda. Pan para hoy y hambre para mañana.
Esto es lo que ha venido pasando, por más que se haya querido ocultar destruyendo las estadísticas del Indec, subsidiando tarifas, imponiendo “cepos”, etc., con lo que se ha agravado la distorsión de precios producto de la inflación. Y esta distorsión de precios ya traba todo el funcionamiento de la economía, llevando al extremo los márgenes de corrupción y de especulación.
Esto es lo que está detrás de la “disparada” del dólar. No es que el dólar se “valorice”. El problema es que el peso vale cada vez menos: la política de ajuste inflacionario del gobierno ha destruido al peso argentino.
Para acabar con la inflación es necesario defender el valor del peso, con otra política para desarrollar la producción nacional en su beneficio, defendiendo el peso argentino, el salario, la inversión nacional y el federalismo.

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