DÍA DE LA RECONQUISTA
1806 – 12 DE AGOSTO – 2015
Por Horacio Micucci
Se conmemora la Reconquista de Buenos Aires de los invasores
ingleses el 12 de agosto de 1806, hace 209 años.
Los sucesos de 1806 y 1807 que culminaron con la derrota de
las tropas inglesas que invadieron el Río de la Plata, en forma lenta pero
segura, han sido llevados al olvido por distintas políticas oficiales.
Los homenajes y conmemoraciones están hoy en su mínimo
exponente o son inexistentes. La circunstancia tiene una gran similitud con la
política desmalvinizadora practicada desde junio de 1982 hasta la fecha.
No es extraña la coincidencia: se intenta enturbiar el
pasado para evitar que se saquen conclusiones para hoy. Conclusiones que
inevitablemente apuntan lograr una Argentina Independiente de toda dominación
extranjera.
Conclusiones que demuestran
que cuando un país oprimido se une para enfrentar al opresor, es posible
vencer.
Conclusiones que demuestran
que la unidad patriótica y popular es el camino.
Argentina es un país dependiente, desgarrado por la disputa
entre distintas potencias que rapiñan, y rapiñaron, nuestro patrimonio y con
una parte de su territorio colonizado por el colonialismo imperialista
británico. Yanquis, chinos, rusos, ingleses, europeos, etc… revolotean, como
buitres, sobre nuestro patrimonio nacional.
Para ello contaron y cuentan con aliados internos.
Son nativos
de estas tierras pero no son nacionales. Son los gerentes de las políticas de
entrega, miseria y sumisión nacional, del pago de la deuda externa usuraria,
ilegítima y fraudulenta, de la indefensión nacional, de la entrega del patrimonio nacional, de la entrega de los hidrocarburos, de la extranjerización de
la tierra, del crecimiento del latifundio, de la explotación megaminera
contaminante efectuada, además, por muchos de los que explotan también en
nuestras Malvinas usurpadas.
Son los que niegan salarios y jubilaciones dignas mientras
facilitan el desangre de la Nación por empresas de potencias extranjeras y el
enriquecimiento de empresarios amigos. Y, además, llenan sus propios bolsillos
de manera obscena.
Son los que, desde el Estado, promueven el narcotráfico y la trata de personas como unas de las vías de su enriquecimiento, y que usan el juego y las cuevas financieras como formas (no las únicas) del lavado.
Son los representantes de los intereses de potencias
extranjeras y de sectores sociales internos que se enriquecieron en los años de oprobio nacional y sufrimiento
popular.
Son los que dicen que la economía va bien cuando crece el
latifundio a expensas de los productores del campo, que se ven expulsados de
las tierras que hicieron fértiles con el sudor de su frente. Son los que dicen
que el país progresa cuando sus ganancias aumentan a expensas de la destrucción
de la industria argentina. Son los que festejan la entrega del patrimonio
nacional que tanto costó acumular y, como animales carroñeros, disputan entre
ellos por el tamaño de los trozos que sacarán de su rapiña.
Son los que olvidan la
justa causa de Malvinas.
Son los que destruyeron la industria de la Defensa Nacional
porque, dicen, no hace falta defenderse en el “Mundo Globalizado”.
Son los que desarman nuestras fronteras terrestres y marítimas
y mantienen indefensa a la Nación y hacen que nuestras Fuerzas Armadas y de
Seguridad se ocupen del control interno.
Son los eternos
defensores del Orden, de “Su Orden”. El Orden de nuestra dependencia como país,
de nuestra sumisión como Nación, de nuestra esclavitud como pueblo.
Son los que mantienen
vigentes los tratados de Londres y Madrid.
Por eso, reivindicamos hoy aquel 12 de agosto de 1806,
porque una conclusión importante a sacar es que la unidad patriótica y popular
es el camino.
Así ocurrió en los albores de la Patria, en 1806 y 1807,
cuando se logró el triunfo a partir de la unión del Pueblo, los patriotas y los
militares dispuestos a enfrentar la invasión. A esta unión le corresponde la
gloria del triunfo.
Esto se consolidó en el Cabildo Abierto del 14 de agosto de
1806 en la destitución del Virrey Sobremonte, y la organización de los cuerpos
de milicias integrados por el pueblo y los militares que combatieron, que
habrían de ser los artífices del triunfo en la segunda invasión y la base militar
de la Revolución de Mayo.
Es que en los sucesos de 1806 y 1807 se conformaron, con la
unidad patriótica y popular, con la confluencia del pueblo sublevado y los
militares patriotas las nuevas fuerzas militares sin las cuales no hubiera sido
posible el 25 de mayo de 1810. Por eso el acta original del Ejército Argentino
lleva fecha de 6 de setiembre de 1806 y asume la forma de un bando publicado
ese día que convocaba a las armas a todos los hombres aptos cuyas edades
oscilaran entre los 16 y los 50 años, para constituirse en milicias ciudadanas,
con el fin de enfrentar otra nueva agresión de las fuerzas inglesas sobre
Buenos Aires.
El pueblo en armas fue la base del triunfo. Y cada vez que
se produjo este tipo de unidad patriótica y popular se abrieron perspectivas de
independencia nacional.
Los patriotas y los luchadores populares, civiles y
militares, de distintas vertientes ideológicas, de distintas clases sociales,
deben converger como en mayo de 1810 donde estuvieron juntos revolucionarios
como Moreno y Belgrano, militares como Azcuénaga, Pedro Andrés García, Juan
José Viamonte, Antonio y Diego González Balcarce, Ramón y Marcos Balcarce,
religiosos como Alberti, líderes agrarios como el General José Gervasio
Artigas, y comerciantes como Larrea.
Tarde o temprano, la unidad patriótica y popular, como en
aquel agosto de 1806, impondrá el orden de una Argentina independiente como
país, emancipada como nación, con una democracia grande y verdadera donde se
satisfagan los verdaderos deseos del pueblo que se habrá liberado, al fin, de
tanta ignominia, de tanta miseria, de tanto sufrimiento.
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