¿Cómo responder a las provocaciones inglesas?
Una política con tres patas
El gobierno británico tomó medidas provocativas, reforzando su dominación colonial en el Atlántico Sur: mandó al “principito” a Malvinas, envió un moderno destructor, el Dauntless, y un submarino atómico.
El gobierno argentino realizó una serie de gestiones diplomáticas positivas, procurando el aislamiento político del Reino Unido, sobre todo en Latinoamérica. Obtuvo el apoyo del ALBA al reclamo argentino de soberanía: el presidente ecuatoriano, Correa, reclamó “sanciones” y que sean “más contundentes” contra el “poder imperial y colonialista” inglés. Fidel Castro manifestó su apoyo, y Chávez afirmó que “la Argentina no estará sola para enfrentar cualquier agresión imperialista”. Venezuela, Bolivia y Ecuador, Cuba, Nicaragua, San Vicente y Granadinas, la Mancomunidad de Dominica y Antigua y Barbuda se sumaron al bloqueo impulsado por el Mercosur que impide el ingreso de “barcos con la bandera colonial de las islas Malvinas”.
La latinoamericanización del conflicto es algo que hemos venido reclamando desde hace mucho tiempo.
“Rodear diplomáticamente a una impertérrita y enfurecida Gran Bretaña con múltiples declaraciones de diversos foros zonales, regionales y mundiales es necesario e importante, pero parcial e incompleto”, señala un experto en relaciones internacionales, Juan Gabriel Tokatlian, que confiesa no ser “malvinero”. Agrega: “Una prudente capacidad disuasiva es un componente fundamental de una estrategia integral de la Argentina hacia Malvinas” (La Nación, 2/2).
Al efecto, Tokatlián recuerda el anuncio de Garré (cuando era ministra de Defensa), luego silenciado, de retomar la fabricación de submarinos de propulsión atómica. Este fue uno de los proyectos enterrados por Menem cuando se arrodilló ante Bush. El costo de fabricación de cada submarino, se puede sacar gratis de la venta de dos de esos sumergibles.
El otro proyecto, también enterrado por Menem, fue el del misil Cóndor 2, con un alcance de 900 kilómetros (hasta Malvinas y el mar aledaño donde estarían los yacimientos petroleros), muy superior a los misiles actuales que, por su alcance, están dentro de lo pactado por Menem en los acuerdos de Madrid: no pueden alcanzar ningún objetivo en la zona colonizada. Incluso se podría hacer el desarrollo junto con Brasil, cuyas autoridades hacen trascender su disgusto por el “flanco descubierto” que deja la ausencia de una fuerza militar disuasiva de la argentina. No se trata de militarizar el conflicto. Todo lo contrario. Sólo con disponer de una fuerza disuasiva provocaría grandes costos a la corona inglesa para explotar el petróleo, y ninguna empresa “seria” se aventuraría.
A la fórmula de Tokatlián le falta una pata: la economía. Es la principal víscera sensible del imperialismo inglés. Negociar desde posiciones de fuerza exige actuar medida contra medida.
En lo diplomático: profundizar la respuesta con la ruptura del Tratado de Madrid
En lo estratégico: tomar medidas que apunten a construir una fuerza disuasiva (lo que no significa grandes costos).
En lo económico: expropiar las tierras de Lewis (agente inglés cuyo aeropuerto es parte del aparato estratégico colonialista), suspender el pago de la deuda a Inglaterra, y estatizar la British Petroleum en camino de la nacionalización de la energía.
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