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domingo, 16 de septiembre de 2012

CONSEJOS DE HIPÓLITO VIEYTES Y DE MANUEL BELGRANO A LOS GOBERNANTES ACTUALES


CONSEJOS DE HIPÓLITO VIEYTES Y DE MANUEL BELGRANO A LOS GOBERNANTES ACTUALES SOBRE UN ACCESO DEMOCRÁTICO A LA PROPIEDAD DE LA TIERRA

“Mientras el hombre no tenga en propiedad la posesión del campo que cultiva, mientras no se halle asegurado que los frutos que le proporciona su sudor han de ser exclusivamente suyos, y mientras no tenga la libertad de disponer de ellos y de sus facultades a su arbitrio, sin que haya fuerza alguna que bajo ningún pretexto, ni aun bajo el especioso de bien público, le altere el goce y posesión de estos derechos, serán vanos, serán infructuosos e inútiles todos cuantos esfuerzos se hagan para inclinarlos al trabajo (…) Distíngase aún más al labrador libertándolo enteramente de aquellas pensiones que pudieran retraerlo de este ejercicio necesario. Déseles en propiedad aquella pequeña porción de tierra que se estime necesaria no sólo para su precisa subsistencia, sino también para que pueda de algún modo adelantar su fortuna por medio de su constante aplicación, (…) sea esta propiedad sagrada, y esté a cubierto de las interesadas miras del ambicioso que quiera echarse encima de estos preciosos patrimonios”
(Hipólito Vieytez. Semanario de Agricultura, 1804).

“Es necesario prevenir los inconvenientes de la falta de propiedad en las nuevas poblaciones que se promovieren y de que tanto carecemos, así tendremos que las propiedades serán más repartidas y que nuestros labradores saldrán del estado infeliz en que yacen debido a la falta de propiedad de los terrenos que ocupan… El repartimiento, pues, subsiste a poco más o menos como en los tiempos primeros, porque aun cuando hayan pasado las tierras a otras manos, estas siempre han llevado el prurito de ocuparlas en aquella extensión aunque nunca las hayan cultivado… Se podría obligar a la venta de los terrenos que no se cultivan, al menos en una mitad, si en un tiempo dado no se hacen plantaciones por los propietarios; y mucho más se les debería obligar a los que tienen sus tierras enteramente desocupadas y están colinderas con nuestras poblaciones de campaña, cuyos habitadores están rodeados de grandes propietarios“
(Manuel Belgrano, Correo de Comercio, 1810).

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