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miércoles, 2 de enero de 2013


Una mirada del año 2012

Por Eduardo Mariano Lualdi

Poco antes de finalizar el 2012, el Reino Unido decidió imponer el nombre de Queen Elizabeth Land a los territorios comprendidos por el Sector Antártico Argentino y la mayor parte del Sector Antártico Chileno. Lo que el Reino Unido hizo fue bautizar con nombre y apellido lo que en Tratado de Lisboa, firmado el 13 de diciembre de 2007, se denomina Sector Antártico Británico. Los países signatarios reconocían en ese mismo texto supuestos derechos del Reino Unido sobre “territorios británicos de ultramar asociados a la Unión Europea” que no son sino los territorios de Malvinas, San Pedro, Santiago y demás archipiélagos ocupados militarmente por segunda vez a partir del 14 de junio de 1982.
Mediante la ocupación colonial de nuestros territorios, el Reino Unido bajo el paraguas de la UE, proyecta imponer sus supuestos derechos soberanos sobre los territorios ocupados, la Antártida Argentina (y la mayor parte de la Antártida chilena), mares adyacentes y la plataforma continental hasta las 350 millas, pretendiendo así usurpar cinco millones de kilómetros cuadrados de territorios argentinos.

Y también, poco antes de finalizar 2012, el Reino Unido publicó algunos documentos del período de la guerra colonial de 1982 que le impuso a nuestro país, datos que agregan detalles a lo ya conocido y afirmado por muchos sectores patrióticos estudiosos de la Guerra Nacional de Malvinas. Por lo tanto, el colonialismo británico cerró 2012, reafirmando su vocación colonialista y su decisión estratégica de no abandonar el Atlántico Sudoccidental, conservando para si y la alianza militar de la OTAN el control del paso interoceánico Atlántico Sur-Pacífico Sur, la proyección antártica, el control de la ruta transpolar y el dominio de todos los recursos naturales que abundan en la vastedad de los cinco millones de kilómetros cuadrados. Desde su poderosa base militar de Mount Pleasant en Malvinas y mediante la operación de sus submarinos nucleares en el Atlántico sudoccidental -destino actual de esa poderosa fuerza naval submarina provista de misiles que pueden alcanzar objetivos a 10.000 km de distancia y con una capacidad aproximada a 40 megatones- amenaza la integridad territorial de la Argentina continental y por ende de Suramérica.

El control del Atlántico sudoccidental es una cuestión estratégica para el Reino Unido, la Unión Europea, la OTAN y los EEUU. El objetivo es imponer un lago británico, bajo el paraguas de la Unión Europea en alianza estratégica con EEUU. Para esta alianza, se trata de una reserva estratégica militar y económica. En medio de la más profunda y extendida crisis de la economía mundial, los países colonialistas e imperialistas pretenden extender sus dominios y disputan por aquellas zonas que tienen vital importancia en el despliegue militar mundial y por los recursos naturales fundamentales para el sostenimiento de sus intereses colonialistas e imperialistas. El Reino Unido, potencia colonial e imperial, nunca se avendrá a restituir los territorios usurpados a la Argentina. Y la Argentina no completará su destino de país independiente y soberano mientras subsista esta situación. No hay posibilidad real de independencia nacional, libertad política, social, económica, etc., mientras subsista el dominio colonial de nuestros territorios. “Una pistola apuntando al corazón continental de la Argentina” dijo el Coronel de Guernica para describir esta situación.

Nuestro país, por su parte, sigue aprisionado por las imposiciones imperiales surgidas de la derrota en la Batalla por las Malvinas el 14 de junio de 1982. Es “el castigo infinito” que se nos impuso por la osadía de recuperar los territorios usurpados por los británicos en enero de 1833. La Argentina puso fin a la ocupación colonial británica el 2 de abril de 1982, cuando recuperó para sí el ejercicio pleno de la soberanía y que se extendió hasta el 14 de junio de ese año, cuando el Reino Unido en dura batalla logró imponer su segunda ocupación colonial en curso actualmente.

Esa política de castigo infinito contra nuestro país significó para la dirigencia argentina una verdadera rendición incondicional expresada en los Acuerdos de Madrid de octubre de 1989 y febrero de 1990, la Ley de Garantía a las inversiones británicas y todos los demás Acuerdos, entendimientos, etc., que sirvieron para consolidar la ocupación militar colonialista británica. Pero el esfuerzo central de las potencias mundiales fue destruir el sistema de defensa nacional. La Argentina, por su acción del 2 de abril de 1982, dejó de ser un país confiable desde el punto de vista de esas potencias imperiales, y es tratado desde entonces como un Estado fallido, no confiable, “impredecible”.

La destrucción del sistema defensa argentino abarca: la liquidación de las FFAA como instrumento militar para la Defensa Nacional; la destrucción del complejo militar-industrial construido a lo largo del siglo XX: Altos Hornos Zapla, Fabricaciones Militares, la Fabrica de Aviación Militar, etc., etc., etc.; la liquidación del sistema técnico y científico de desarrollo independiente para la defensa nacional, especialmente la producción de misiles como el Cóndor; la liquidación del desarrollo atómico independiente y la firma del Tratado de No Proliferación Nuclear que significó la rendición incondicional ante las potencias mundiales que controlan el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, y que se autoarrogan el derecho a utilizar la energía atómica como arma de destrucción masiva; la liquidación del sistema de defensa de tierras de fronteras extranjerizando vastas zonas limítrofes de la patria; la liquidación de la empresa Estatal petrolera YPF y la extranjerización del petróleo, recurso estratégico; etc.

La raíz de la política de “castigo infinito” y su manifestación en la destrucción del sistema de Defensa Nacional debe buscarse en ese 2 de abril de 1982.

Destruido el sistema de defensa nacional y borrado de los objetivos nacionales la recuperación patriótica de la integridad territorial quebrada por la usurpación británica, la “misión” del instrumento militar, las FFAA, se redujo a sus destinos en el exterior, especialmente colaborando con la ocupación colonialista de Haití. Argentina, desde el 14 de junio de 1982, abandonó como hipótesis de conflicto la lucha contra la usurpación colonialista británica y de defensa de la soberanía frente al atropello de las potencias imperialistas.

Nuestros hombres de armas son usados, fronteras afuera, en misiones para funciones policiales al mando de los jefes militares imperialistas. Y fronteras adentro en los niveles de mando, se planifican hipótesis de conflicto internas, continuando con el viejo estatus de guardias pretorianas, destinadas a reprimir al propio pueblo. Esto quedó en evidencia cuando el diario oficialista Página 12 publicó la realización de cursos de militares de las FFAA de EEUU en el ministerio de Defensa a cargo del Dr. Puricelli. Bien dice el refrán que “cuando se pelean las comadres se saben las verdades”. Allí Verbitsky difundió la realización de estos cursos responsabilizando al Ministerio de Defensa y tratando de ocultar que, en definitiva, habían sido acordados por el Poder Ejecutivo Nacional (en una muestra más de la verdadera orientación política de la Presidencia). Semanas después Puricelli viajó a China a sondear la posibilidad de acuerdos militares con la emergente potencia imperialista asiática. Nada tiene que ver esta formación, con los legados sanmartinianos y belgranianos para los militares argentinos.

Complementando la destrucción del sistema de Defensa Nacional se procedió a destruir el sistema de defensa de fronteras.
Fue el Dr. Menem quien liquidó las leyes de defensa de tierras de frontera instaurada en 1943. Los gobiernos que le sucedieron siguieron con esta política de extranjerización. De ahí que resulte “progresista” permitir que el magnate británico Joseph Lewis construya y administre un aeropuerto estratégico en Puerto Lobos, Río Negro, mayor que el Jorge Newbery de Buenos Aires y en el que pueden descender aviones de gran porte como los que utiliza la OTAN. Desde Mount Pleasant en Malvinas al continente los aviones británicos tardarían solo dos horas en concretar un desembarco militar. Si el gobierno de Río Negro y el Ejecutivo Nacional autorizan la construcción de otro aeropuerto en Lago Escondido también de Lewis, los británicos establecerían una doble cabecera de desembarco que partiría la Argentina continental en dos, es decir, a Suramérica en dos. Desde estas posiciones las fuerzas británicas y la OTAN podrían operar con cualquier otra base militar en Suramérica para agredir a cualquier nación del continente. La presencia de tropas en Misiones, el Delta Argentino, el Chaco etc., y otros muchos lugares de Suramérica, les asegurar a esas potencias imperialistas y colonialistas, capacidad de operaciones rápidas y efectivas. EEUU con su cambio en el envío de numerosas tropas pero en grupos reducidos y selectos capaces de reunirse rápidamente para concentrar tropas, ha logrado en los últimos tiempos avances significativos en sus objetivos.

La Gendarmería Nacional y la Prefectura Argentina fueron retiradas de las fronteras y dedicadas a labores de policía. Por orden del gobierno nacional, la Gendarmería se dedicó a desarrollar el Proyecto X de espionaje y persecución de dirigentes sociales, gremiales, políticos, etc. No se trata de un error, una democratica interruptus como pretenden hacer creer los propagandistas del gobierno actual. Ese Proyecto X se complementa directamente con la Ley Antiterrorista votada a mano alzada por el oficialismo y otros acuerdos secretos con las potencias mundiales, especialmente con la CIA y con la DEA.

Con la “reorientación” de las Fuerzas de Frontera a funciones policiales, se liquida el legado guemesino y browniano que debe guiar el espíritu y la formación de estas fuerzas militares custodias de las fronteras nacionales. Paralela a esta destrucción, se abrió las fronteras al narcotráfico y la trata de personas para la esclavitud sexual y laboral. El bochorno del caso de Marita Verón -con independencia de su uso para fines politiqueros-, muestra la brutal connivencia entre el poder político (Alperovich), los sistemas policiales provinciales y nacional, la “Justicia”, las redes de trata de personas y el narcotráfico, etc.

La destrucción del sistema de seguridad de fronteras expresada en la mencionada “reorientación” de objetivos, derivó en el alzamiento de los Gendarmes y Prefectos de octubre de 2012. El desmadre salarial es paralelo a la liquidación del presupuesto para la Defensa Nacional y afecta al conjunto de las fuerzas militares (incluidas Gendarmería y Prefectura). La política de ajuste del gobierno de la Dra. Fernández de Kirchner recogió una rebelión impensada de parte de las fuerzas que tanto este gobierno como el del Dr. Néstor Kirchner, habían preparado para usar como fuerzas policiales propias. La rebelión de prefectos y gendarmes fue justa, demostró que fue el gobierno nacional quien provocó la rebelión y quedó en evidencia que es el Estado argentino, el mayor generador de trabajo en negro. Esta situación se resolvió temporalmente, pero anuncia tanto en las fuerzas de frontera como en las FFAA, nuevos reclamos.

La liquidación del sistema de Defensa Nacional no está completada. La nueva reducción del presupuesto para la Defensa Nacional deja al borde de la extinción a la Fuerzas Aérea. La Armada está casi inoperable, y el Ejército hace rato que no tiene capacidad operativa. Se recordará que fue la propia Dra. Garré, cuando ejercía el ministerio de Defensa, la que blanqueó ante la opinión pública nacional que nuestro país tenía munición solo para dos horas. Las potencias imperialistas y colonialistas, agradecidas. Nos eximimos aquí de referirnos a la humillación nacional que significó la captura de nuestra nave insignia Fragata Libertad por la acción de los fondos buitres apoyados por el Reino Unido y la legión de usureros internacionales beneficiados con los pagos de la deuda externa ilegítima, usuraria, fraudulenta y odiosa que padece la Argentina, situación agravada por el reconocimiento de tribunales extranjeros por éste y otros gobiernos

La Argentina un país dependiente, oprimido, en disputa, con parte de su territorio ocupado por una potencia militar extranjera, al que se le impusieron condiciones humillantes como las surgidas de los Acuerdos de Madrid, necesita repensar su historia para considerar el presente y el futuro. Bregaremos por la más completa y total independencia nacional que garantice el triunfo de los ideales de los padres fundadores, de una Patria sin amo viejo ni amo nuevo, libre de todo dominio extranjero, como aspiraron los congresales en Tucumán en 1816.
¿Cuál es el camino?
El que alumbran y enseñan: la lucha heroica de los pueblos originarios contra la opresión colonial española resumida en la gigantesca rebelión de Tupac Amaru, el padre de la independencia americana. Las glorias de las  insurrecciones de 1806 y 1807 que puso de rodillas al león británico; la Revolución de Mayo de 1810 con su Junta de Gobierno Patrio en la que supieron confluir militares como Saavedra y Azcuénaga; revolucionarios puros como Belgrano, Castelli, Moreno; sacerdotes como Alberti; comerciantes como Matheu, Larrea; juristas como Paso. La Guerra de la independencia nacional y sus conductores: Belgrano, San Martín, Güemes, Artigas, Brown, Rosales, Espora, Bouchard, Arenales, Juana Azurduy, Warnes, etc. La guerra por la defensa de la soberanía contra la agresión franco-inglesa en 1845, las revoluciones de fines del siglo XIX con Alem a la cabeza, las rebeliones populares del siglo XX, el 17 de octubre de 1945, el 2 de abril de 1982  y sus 649 héroes muertos en defensa de la patria, como Giachino, Estévez, De la Colina, Falconier, Treppo, Jorge Eduardo López, Rupp, Panigado, y las rebeliones populares del naciente siglo XXI.

Como señala el documento fundacional del FPyP: La lucha por la segunda independencia exige, como primera condición, que el pueblo rompa sus cadenas. Por eso, la lucha emancipadora está impregnada por la lucha por la libertad, lo que exige la investigación y castigo de todos los crímenes cometidos contra el pueblo y la Nación Argentina, y la más amplia libertad de acción de las fuerzas patrióticas y populares. Cómo ya ocurrió en la Guerra en la que surgimos como Nación, también ahora, en el curso de la lucha por la segunda y definitiva emancipación, será el ruido de rotas cadenas, el grito sagrado de ¡Libertad! de todo un pueblo, el que barrerá con el Estado de la sumisión y la opresión, y parirá el nuevo Estado argentino.
Sean eternos los laureles que supimos conseguir, coronados de gloria vivamos, o juremos con gloria morir.”

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