NI TODOS LOS CIVILES SON
AMIGOS NI TODOS LOS MILITARES SON ENEMIGOS.
RESISTENCIAS A LOS GOLPES
MILITARES
DOS DOCUMENTOS HISTÓRICOS
Se ha hundido en el olvido que hubo
resistencia al golpe de estado de setiembre de 1930, en el seno de la Fuerzas
Armadas, ocultando (para que no cundiera su ejemplo en el futuro) la acción de
los grupos legalistas que, dicho sea de paso, también existieron después del
Golpe de 1955 y que se expresaron en el Movimiento de junio de 1956, donde el
Teniente Coronel Adolfo Philippeaux tuvo una activa y destacada participación.
En efecto, la resistencia al golpe del 30
tuvo importante eco en los cuarteles, expresándose en levantamientos militares
como el de los suboficiales en Córdoba (orientados por Amadeo Sabattini) el 27
de diciembre de 1930, el dirigido por el General Severo Toranzo el 20 de
febrero de 1931 en Buenos Aires y el encabezado por el Teniente Coronel
Gregorio Pomar el 20 de junio de ese mismo año, en Corrientes.
Ya bajo el gobierno del General Justo, el
28 de junio de 1932, era asesinado en Curuzú Cuatiá, Corrientes, el Mayor
Regino Lascano, quien era parte del movimiento cívico militar comandado por el
Teniente Coronel Atilio Cattaneo, finalmente desbaratado en diciembre de ese
año. Más tarde se produciría el levantamiento del 28 de diciembre de 1933
dirigido por el Teniente Coronel Roberto Bosch en Paso de los Libres
(Corrientes), con ramificaciones en Santa Fe y Buenos Aires, del que
participaron Arturo Jauretche y Luis Dellepiane, luego fundadores de FORJA.
Nos parece conveniente transcribir dos
documentos históricos. El primero es una carta dirigida por el General Severo
Toranzo, desde el exilio, al General José Félix Uriburu. El segundo documento
es el último discurso del Teniente Coronel Adolfo Phillippeaux, en conmemoración
del Día de la Reconquista, en el año 2004. Recordamos al lector que el Teniente
Coronel Philippeaux fue uno de los militares legalistas que se sublevó y armó
al pueblo de La Pampa, en el Movimiento legalista de junio de 1956, que dirigía
el General Valle, fusilado por los golpistas del 55.
PRIMER
DOCUMENTO
General Severo Toranzo: "Al
General Uriburu" (20 de febrero de 1932)
Al general retirado José F. Uriburu, Buenos Aires.
Le dirijo estas líneas asumiendo también y por
derecho de antigüedad la representación de los militares de toda jerarquía a
quienes usted y sus esbirros han ofendido infamemente, apoyados en la fuerza brutal
que ha tenido en sus manos, para deshonra de la civilización desde el día del
malón del 6 de septiembre hasta la fecha.
Solamente en un alma vil y cobarde podían anidar los
salvajes instintos que usted ha revelado, ensañándose con sus propios camaradas
del ejército al punto de hacerlos azotar y torturar, de uniforme, por verdugos
civiles y policíacos que han emulado a los más sombríos y repugnantes
personajes de la historia.
Cuando pienso que una hiena como usted se ha
disfrazado durante 47 años con el uniforme de los defensores de la Constitución,
prometiendo, engañando, adulando, mintiendo y corrompiendo conciencias de
oficiales de todos los grados, no encuentro monstruo con quien compararlo en
los anales de nuestra vida democrática.
Esa es su obra, que tendrán que recordar con horror
las futuras generaciones argentinas. Ha habido un Caín capaz de atentar contra
la vida, contra el honor y contra la dignidad de sus compañeros de armas,
dividiendo la familia militar en dos bandos irreconciliables y sembrando odios
tan profundos que quién sabe cómo y cuándo podrán ser amortiguados.
Hasta el 6 de septiembre de 1930 teníamos un ejército
que era el ídolo de los argentinos. Nadie, entre los peores gobernantes, había
osado emplearlo como instrumento de opresión en contra del pueblo. El ejército
se dedicaba tranquilamente a prepararse para la defensa de la soberanía
nacional. Vd. y sus secuaces atentaron contra su disciplina, corrompiéndolo
con dádivas y prebendas y utilizándolo para la consecución de sus inconfesables
fines. Hoy el ejército argentino es execrado por el verdadero pueblo.
Las persecuciones de que Vd. y sus cómplices hicieron
víctimas a todos aquellos jefes y oficiales sospechados del crimen de no
pensar como Vd., forman por sí solas un vergonzoso capítulo de los cargos que
algún día —así lo espero— podrán formularse ante las autoridades de un régimen
de libertad. Las historiaré brevemente, en lo que me concierne de un modo
personal.
El día 9 de septiembre de 1930 ordenaba Vd. la
prisión e incomunicación absoluta, en el arsenal Esteban de Luca, del suscripto,
de los generales Baldrich y Mosconi y de más de cincuenta jefes de menor
jerarquía, cuyo único delito consistía en no haberse presentado ante Vd. o su
pseudo-ministro de guerra para hacer acto de pleitesía ante el cacicazgo que se
entronizaba.
Dos días se nos mantuvo en esta humillante situación.
¿Qué nos restaba por hacer, a los que no habíamos perdido la dignidad de
argentinos participando en el motín, sino retirarnos inmediatamente de las
filas de un ejército que ya no tenía leyes? Así procedí, junto con otros, para
salvar mi honor de soldado y no tener que prestar acatamiento a un gobierno de
asaltantes, que llegaba al poder público con la vincha de Calfucurá.
Desde que se nos puso en libertad entró en acción su
siniestra policía, para no abandonarnos ni siquiera más allá de los confines
patrios. El miedo del "presidente provisional" y de sus ministros,
comenzando por Sánchez Sorondo, de ingrata recordación, veía conspiraciones y
"complots" en toda reunión, en toda conversación y en las más
inocentes manifestaciones de la vida diaria.
Había que encontrar pretextos para deshacerse de
todos aquellos ciudadanos de algún valer que anhelaban la libertad de la
patria y de quienes se sabía que estaban dispuestos a sacrificarle sus vidas en
cualquier momento.
Dirigida por encausados de la justicia, la policía de
investigaciones intentó calmar el miedo permanente en que Vd. vivía,
"descubriendo" un movimiento revolucionario encabezado por mí. Con
tal propósito en vista, y afirmando capciosamente que se pensaba aprovechar los
días de Carnaval de 1931 para el estallido, fueron encarcelados numerosos
oficiales y civiles y se trató de capturarme, a mí, sobre quien pesaba una
orden de prisión y de muerte dada por Vd.
Fracasó el intento en lo que a mí se refería, pero se
encontró justificado detener a mi hijo, el teniente Toranzo Montero, que se
encontraba sirviendo en un regimiento a más de mil kilómetros de la Capital.
Las torturas morales y físicas que le aplicó su gobierno por intermedio de los criminales
Alberto Viñas, Bautista, Molina, comisario Galatto y otros
"valientes" de la misma calaña son dignas de figurar únicamente en el proceso de un Torquemada. Estos sujetos llegaron hasta comunicarle mi fusilamiento y
amenazarle con la reclusión de su madre y hermanas en el buen Pastor.
Usted hizo publicar en el pasquín "Ultima
Hora", con mi retrato, la calumniosa especie de que yo había jurado
fidelidad a su gobierno. A usted le constaba que tal cosa era mentira. Pero de
un cobarde como usted sólo es dable esperar calumnias y difamaciones.
Si en mi país hubiesen existido leyes, me hubiera
presentado tranquilamente, ante mis jueces naturales, para sincerarme, en la
seguridad de que no había cometido delito alguno.
Era ya entonces un general retirado, por propia
voluntad, y en ningún momento me acerqué a un establecimiento militar. Es
cierto que mantenía y mantengo estrecha relación con la mayoría de las víctimas
de su miedo, pero es falso que yo intentase producir una "alteración de
orden público", como despectivamente usted y su policía inventaron. Muy
diferente era mi actividad: aspiraba tan sólo a defender la patria contra la
horda de delincuentes que la esclavizaba después de haber abolido la Constitución.
Tratabase de orientar indispensables acciones libertarias, de sedimentar
conciencias democráticas y engendrar sagradas rebeldías, cosas todas éstas que
su torpe mentalidad no alcanzará a comprender, pero que debían servir —y
servirán tarde o temprano— para consolidar la conciencia de libertad que deben
tener todos y cada uno de los argentinos, amantes de su patria.
Por este crimen —por el crimen de aspirar a que el
país se repusiese del malón de septiembre, reintegrándose al imperio de sus
instituciones— usted me emplazó como a un delincuente y me hizo destituir por
intermedio de sus amanuenses Medina y Sánchez Sorondo.
Poco valor atribuyo a tal desmán. He sido consagrado
tres veces oficial superior por un Senado de legítimo origen constitucional.
Soy, pues, general de la Constitución y ningún innoble mandón como usted puede
arrebatarme la alta jerarquía militar que invisto, como premio a cuarenta años
de ininterrumpidos y leales servicios, orientados siempre a la consolidación de
la disciplina, al perfeccionamiento de la instrucción y a la generación de los
más nobles sentimientos patrióticos en los militares de todos los grados. Las
tropas que tuve el honor de comandar fueron siempre baluarte de disciplina en
el ejército. Baluarte indispensable para contrarrestar la obra disolvente en
que usted siempre estuvo empeñado con su secta; con esa secta de traidores a la
patria que le ha acompañado en el gobierno.
La carrera militar de usted —navegante en todas las
armas desde su egreso del Colegio Militar: infantería, artillería, ingenieros
y caballería— constituye el más acabado ejemplo del favoritismo, sin cuyo
concurso no habría usted llegado nunca ni a capitán. Pero, sobrino de un
presidente, y beneficiario por matrimonio de las ganancias del puerto Madero,
le fue fácil conseguir, mediante halagos y convites sociales, lo que nunca
hubiera podido obtener por sus virtudes y capacidades profesionales.
Posteriormente, cuando perdió la fortuna del
matrimonio, usted se dedicó a la usura y a la coima. Ejemplos típicos de la
suciedad de sus "negocios", que me exime de detallarlos, es su íntima
vinculación con el Banco de Finanzas y Mandatos y su participación en el
peculado de la yerba mate.
Llegó el 6 de septiembre, día de luto para la
democracia argentina. Al amparo de un régimen de fuerza al que la historia
aplica desde ya los más infamantes calificativos, usted y sus aprovechados
colaboradores dedicáronse a saquear la Caja de Conversión, nuestro sagrado
tesoro, exponente de la riqueza nacional y de un gran poderío económico; ya
casi no existe. Y hoy en día no tenemos dinero ni para pagar a la
administración pública. ¿Cómo hemos de tenerlo, después de haber usted derrochado
millones y millones en mantener parasitarias "legiones” cívicas verdaderos
ejércitos de voraces espías de ambos sexos? Ahí está el fruto más visible de la
"revolución" y de su trágico desgobierno.
Vd. y su pandilla, de reaccionarios sin moral ni
conciencia, hicieron recaer todo el peso de sus odios brutales sobre el pueblo libre
y trabajador, cuyo martirologio en la persona de sus jefes y dirigentes más
destacados, no tiene paralelo en la historia de nuestras luchas sociales. Al
acentuar hasta el paroxismo, con esa inhumana política, la división de los
argentinos en explotados y explotadores, en siervos y señores, Vd. y sus
esbirros se han hecho responsables de las desgracias en que sumirán al país los
violentos conflictos que han venido incubándose y que fatalmente estallarán
cuando las garras del despotismo dejen de apretar la garganta del pueblo, o
antes si la opresión continúa.
Tampoco respetó Vd. a los obreros de la inteligencia,
a esa brillante juventud universitaria, cuyo crimen consiste en querer una
patria remozada, adicta, a los postulados de la justicia social. Más de uno
pagó con su vida, en pleno centro de Buenos Aires, la, osadía de protestar
públicamente contra el oprobio que por culpa de Vd. y de sus secuaces motineros
padece la República.
La desocupación, la miseria y el hambre se ciernen
hoy sobre el pueblo argentino. Ningún gobierno del pasado, por objetable y
nefasto que con justicia haya podido considerársele, arrastró jamás al país a
un caos económico semejante al que hoy lo destroza.
Simulando patriotismo, Vd. es, en realidad, un agente
venal de turbios intereses extranjeros. Los recargos de impuestos al pueblo por
simples decretos —úkases— como el vergonzoso de la nafta, pomposamente fundado
en la necesidad de construir caminos, pero en realidad obedeciendo a presiones
de la Standard Oil —a la cual, por otra parte, se le han revalidado todas las
prebendas acordadas por los gobiernos de Salta, anteriores y posteriores al del
Dr. Adolfo Güemes, y en el orden nacional en la zona de Comodoro Rivadavia y
Plaza Huincul— constituyen un índice significativo de la influencia de que han
gozado, en el "gobierno provisional" y sus pretorias de provincias,
las grandes empresas extranjeras.
Nuevamente, pues, y ahora por obra de usted y con
caracteres de inusitada gravedad, queda amenazada la integridad soberana de la
república en su patrimonio económico. Este es otro de sus grandes títulos para
la posteridad.
El crudo nepotismo que hoy domina en la nación y en
las provincias, en cuyos gobiernos ha entronizado usted la propia parentela y
la de sus cómplices hasta el décimo grado, constituye otro ejemplo del
"altruismo" de sus procederes, así como de la magnitud de los
"sacrificios" que usted y su secta han "realizado" en aras
de la patria, como lo expresara usted tan repetidas veces en su ampulosa cínica
oratoria.
Culmina toda esta infamia con los nombramientos para
representar al país en el extranjero, recaídos en Viñas, Bautista, Molina,
Lugones y otros, como premio al servilismo con que se prestaron a oficiar de
verdugos, aplicando por orden directa de usted, medioevales torturas a los
argentinos que no se avinieron a transar con la tiranía.
Con sus dádivas y favores, finalmente usted ha
prostituido la conciencia de miles de argentinos, principalmente militares, y
ha introducido en el ambiente moral del país un fermento de degeneración que
costará mucho esfuerzo extirpar. Sólo así se explica que al usurero Uriburu, se
le obsequie una casa mientras el gran Sarmiento murió pobre, en una humilde
choza. Los tiempos, ciertamente, han cambiado.
Deliberadamente he retardado, hasta hoy el envío de
esta carta. Antes se hubiera cubierto usted con su posición usurpada.
No necesito extenderme más. Con lo dicho basta para
demostrarle sus delictuosas y cobardes hazañas.
General Severo Toranzo
20 de febrero de 1932
SEGUNDO
DOCUMENTO
Discurso pronunciado
por el Tte. Cnel. (R) Don Adolfo C. Philippeaux el 12 de agosto de 2004, con
motivo del 198º aniversario de la Reconquista de Buenos Aires
Queridos amigos, compatriotas, ¡compañeros!:
Yo soy peronista, así que no puedo empezar de otra
manera.
Quiero decirles, ya que dije compañeros, que en esta
lucha actual que llevamos contra la hipocresía de quienes nos mandan, contra
la entrega del patrimonio nacional, coincidimos hombres de centro como yo y
algunos de izquierda que militan fuertemente. Algunos se quejan, dicen: “Che,
Philippeaux, vos sos militar”. Sí, ¿y?... Mi padre también era militar ¿y
qué tiene que ver?... Pero yo ando con la izquierda porque también son
argentinos, porque también están gritando por la entrega del poder y la
obsecuencia a los imperialismos, y por otra parte, yo me junto con quien
quiero. ¿Estamos claros compañeros?
Porque cuando estábamos presos (yo estuve condenado a
muerte y me la banqué), cuando nos tiraban tantos tiros como me han tirado a
mi, no aparecían esos “consejeros”.
Ahí estamos en la lucha por la supervivencia. Y yo he
tirado muchos tiros. ¡También!... fui campeón de arma de guerra. Porque yo fui
deportista, con otros muchachos... Recuerdo en el año ’51 salimos: Argentina en
primer lugar, EE.UU. en segundo. En las olimpíadas en el año ’55 fue al revés,
primero EE.UU., segunda Argentina, pegaditos ahí... Yo hacía esto porque me lo
ordenaba el General. Me dijo: “Philippeaux usted va, compite, gana, no se me
pone de novio por ahí, y vuelve. ¿Entendido?” Y yo cumplí el pedido del
General.
Pero: ¿y ahora? ¿Qué pasa con el deporte? ¿Qué dicen
los gobernantes de turno? ¡Si en la última olimpíada salimos detrás de
Nicaragua! ¡Octavo salimos! ¡Un desastre! Las que andan bien son esas “Las
Leonas” que juegan al hockey y nada más,
el deporte anda para el carajo como todo el país.
Yo me expreso con toda libertad porque a ustedes los
quiero mucho: ustedes son los argentinos que pueden salvar al país y por eso
les hablo con franqueza. ¡No van a querer venir a asustarme ahora! ¡Que
me vienen con eso de que voy a ir en cana! Primero que con la edad que
tengo, estoy cerca de los ochenta, no van a hacer una ley especial para mi, me
van a tener que dejar en mi casa, como hacen con todos esos ladrones y
corruptos que no tienen ni un día de prisión.
Muchas veces yo veo a dirigentes de mi propio
partido: ¿cuando estuvieron en cana?
Algunos, por ahí, en algún barco...bien atendidos...
pero ¿en qué prisión estuvieron? ¡No!, en ninguna. Vamos a hablar con la
verdad...
Bueno...pero vamos a hablar del tema que nos convoca:
este día de la Reconquista. Quiero rendir mi homenaje a esos hombres del
pueblo argentino que se juntaron y armaron para defender a esta parte de
Sudamérica de las invasiones inglesas.
Fíjense que ejemplo que nos dieron: se unieron, se
armaron, porque estaban dentro del territorio, porque si hubiese sido como
en la guerra de las Malvinas, donde fuimos a hacer la guerra en un punto “x”
del océano, lejos del sentimiento popular y de su apoyo, no como se dio en la
segunda invasión inglesa en la que nuestras mujeres, nuestras madres, con agua
hirviendo le tiraban a los ingleses...
Yo, por ejemplo, quería ir a pelear a las Malvinas,
pero no se podía; iban nada más que los “milicos” que mandaba el gobierno, pero
si hubiese sido en el territorio nacional, hubiésemos podido luchar
muchos argentinos y los hubiésemos quemado vivos a los ingleses.
Esta fue una guerra injusta de todo punto de vista,
pero sirvió para unir a los argentinos, para poder darnos cuenta que tenemos
que estar juntos y defendiendo lo que nos pertenece.
Fíjense que esa unión es tan grande, que quienes no
tuvimos la suerte de combatir en Malvinas, no tuvimos esa suerte, no la tuve
justo cuando todavía era campeón de tiro y ¡cuánto ingleses hubiera matado!...
pero no me dejaron...
Tenemos que unirnos y estar preparados. Porque yo
observo algo muy grande dentro de todo lo que es América.
Resulta que estamos mandando tropas a Haití,
pero ¡por favor! ¡Pobre Haití!, ¡todavía le mandamos tropas a Haití! Lo que
tenemos que hacer los americanos es unirnos. Y cuando uno habla de, por
ejemplo, Malvinas, cuando llegue el momento justo, estar todos juntos ahí.
También hay que recordar quienes apoyaron y quienes no. Recuerdo que Perú
ofreció tropas, se comportaron como verdaderos hermanos. Pero hubo otros, como
un tal Pinochet (¡todavía vive este tipo! ¡No se muere nunca!), resultó ser un
alcahuete de la Thatcher, ¡qué barbaridad!
¡Cuándo San Martín cruzó los Andes para lucha por la
libertad de Chile! ¡Cuándo los argentinos marchamos hasta Perú! Y este
desgraciado pasando datos de los argentinos, haciendo de alcahuete ¡nunca se lo
vamos a perdonar a ese desgraciado! Y tengamos muy en cuenta porque esa fue una
gran traición a todos los americanos.
Fuimos traicionados por quien era presidente de
Chile, claro, era un dictador, pobre pueblo chileno; un alcahuete de la
Thatcher, carne y uña con esa asesina y esos asesinos de los ingleses.
Veamos también este tema que nos interesa. El
petróleo que tienen Venezuela o Irak. Si Irak no tuviera petróleo nadie sabría
ni donde queda, lo que ocurre es que los imperialistas son insaciables,
siempre quieren más, y van a los países subdesarrollados donde pueden sacar
petróleo.
Y a la Argentina van a venir: ya compraron media
Patagonia, tenemos muchos recursos que ellos quieren. Pero deberíamos estar
unidos todos los americanos, entonces, cuando aparezca cualquier potencia, sea
Inglaterra, EE.UU., cualquiera porque son todos imperialistas, unidos todos
darles la paliza que se merecen dentro de América.
Yo pienso en el Gral. San Martín, ¡y por dónde no
anduvo el General con sus tropas luchando por la libertad. Y resulta que
ahora nosotros mandamos tropas a Haití porque le convienen a EE.UU. ¡Qué
tenemos que hacer nosotros ahí! ¡Pobre Haití! ¿No tiene bastantes desgracias
con los malos gobiernos que sufren como para que encima le mandemos nuestras
tropas? ¿A quién van a cuidar? ¿O quieren impedir que alguien se subleve,
tome las armas y enfrente al imperialismo? Estamos pasando esta vergüenza
de mandar tropas a ese pequeño país de Centroamérica.
¿O será para meterle una puñalada a Fidel Castro?
Porque yo no comparto su ideología pro-comunista, pero hay que reconocer que es
un coloso... es un tipo que se puso de soldado, hizo un curso con un coronel
español durante tres años que lo tenía rajando, y se hizo soldado y miren la
paliza que le dio ese hombrecito que todavía esta ahí frente a EE.UU.
Acá no es cuestión de izquierdas o derechas, hay que
ver en donde estamos parados lo argentinos. Yo les vuelvo a repetir: el enemigo
de mi enemigo es mi amigo.
Así que por ahí hay algunos muchachos que les molesta
que yo ande con la izquierda, por ahí algún camarada se molesta (sobre todo los
de arriba), pero yo voy a donde quiero. No voy a andar preguntando que cartel
tenés, si tenés una bandera roja ¡a mi eso me importa un carajo! Yo voy donde
quiero y voy por la libertad y por la soberanía de mi patria.
Vine a Buenos Aires por un homenaje a ese patriota
formidable que fue Alejandro Olmos.
Este tema de la deuda externa, el Fondo nos presiona,
pero peor son los argentinos que se prestan —por una “cometa”, porque no lo
hacen de “buena voluntad”— a facilitar los pagos de la deuda externa.
Cuando se fue el peronismo, que fui de nuevo en cana
porque yo era Secretario de Deporte y Turismo, la deuda externa cuando se fue
Isabelita —con todas las fallas que haya tenido pobrecita—, era de cinco y pico
de miles de millones de dólares. ¡Y vean como estamos ahora! ¿Nadie es
responsable? ¿Todos se lavan las manos? ¿Nadie va en cana? ¿O van a venir a
venir a meternos en cana a nosotros porque somos peronistas, o estamos en la
calle pidiendo trabajo, o exigiendo que no sigan robando los políticos de
siempre?
Esto no tienen gollete: la deuda externa no hay
que pagarla, y que pase lo que tenga que pasar.
Otro patrimonio nacional, y comparto acá las
opiniones del amigo Maturana de Mar del Plata (yo estoy viviendo en Mar del
Plata), es el de la pesca. Fui dos veces secretario de Pesca. La primera vez me
pidieron que me hiciera cargo para poner orden. Vienen un día unos políticos,
me dicen que hay que firmar urgente un acuerdo con Bolivia sobre pesca. Yo
pregunté porqué tan rápido, que me dieran tiempo para consultar a los
científicos. Dijeron que no había tiempo, que había que hacer la reunión.
Buenos, a veces más importante que saber es ser pícaro. Y yo tengo bastante de
pícaro por eso todavía estoy vivo a pesar de los tiros que me quisieron pegar y
las palizas que me quisieron dar.
En la reunión les pregunte cuántos habitantes tenía
Bolivia; creo que dijeron algo más de dos millones. Y en seguido les pregunté
cuántos tenía la Argentina. Contestaron veinte y pico de millones. Entonces
propuse que sacáramos el consumo per cápita de pescado de los argentinos, y les
diéramos a los empresarios esos, el doble para Bolivia. Entonces empezaron a
dar vueltas, que no, que se yo, y suspendieron la reunión. Dijeron la pasamos
para otro día. ¿Saben lo que “pasaron” al otro día para poder hacer negociados?
La secretaría de Pesca al ámbito de la Junta Nacional de Carnes. ¡Qué
barbaridad! ¡Cómo van a pasar los pescados al tipo que vende puchero y bife de
chorizo!
Yo me pregunto para qué sirven esos funcionarios, los
funcionarios deben defender nuestros intereses, hay que estar atentos y
controlarlos, defendernos de la corrupción.
Están destruyendo la pesca, pero la pesca es
patrimonio de ustedes, de todos los argentinos, no pertenece a un funcionario,
al capitán de un barco. ¡No! ¡Es de todos los argentinos! No puede ser que se
estén muriendo de hambre nuestros chicos y dejemos en manos de las congeladores
extranjeras nuestro recurso.
También les quiero hablar del tema de las privatizaciones.
De Aerolíneas, ferrocarriles, etc. De toda la entrega del transporte nacional,
los aviones, la marina mercante, las rutas, etc.
Hace un tiempo hablé en el homenaje a Martorano,
ese gran patriota, y dije que los medios de transporte eran como el sistema
circulatorio para nuestro cuerpo. Si yo me corto una artería, se muere una
parte del cuerpo. Si yo entrego estos medios, se muere la Argentina. Piensen en
cuántos pueblos quedaron aislados porque liquidaron el ferrocarril.
¡Qué cosas pasan en este país! ... Uno va a la Cámara
de diputados y para ellos anda todo bien. Ahora vamos a ver si hacen algo con
la deuda externa, si van a dar quórum para que se trate el tema de la deuda
externa, porque si ellos no hacen nada...no sé...a nosotros nos queda seguir en
esta lucha callejera en la que estamos con tantos amigos.
Fíjense que cosa: nadie nos difunde. La otra vez
fuimos miles a la Plaza de Mayo, éramos como 40.000 con los piqueteros, el 2 de
abril, y dijimos cosas importantes y denunciamos cosas gravísimas. Pero ningún
medio dijo nada, acá hay también complicidad de los medios de comunicación,
¡son medios que están al servicio de la oligarquía y de los imperialismos!
Yo recuerdo que en este trajinar la vida, en esta
lucha contra los que llamábamos entonces lo gorilas y los enemigos de la
Patria, a mí se me acusó de una cosa muy grave: que yo armé al pueblo de La
Pampa. Siendo Capitán me sublevé y como era pistolero, al frente de toda mi
tropa, tomé el arsenal, las comisarías, el regimiento... en fin... todo. Y armé
al pueblo.
Entonces dicen: “el loco de Philippeaux armó al
pueblo”. ¿Y ellos no armaron los comandos civiles? ¡Esos eran asesinos! Iban
esos tipos y agarraban a un muchacho peronista o de izquierda, lo secuestraban,
lo tiraban por ahí o lo metían en la ESMA. Digo yo: Sr. Presidente
¿porqué no me pregunta a mi lo que pasaba en la ESMA que yo se lo puedo contar
de cómo nos interrogaban? No, en vez de preguntarnos a los protagonistas, a los
que luchamos, buscan al hijo, al primo, al nieto, la abuela, que se yo,
cualquiera que no sabe un carajo... Que nos pregunten a nosotros, los que
estuvimos presos...
Discúlpenme por expresarme de este modo, pero vivo
indignado... es una injusticia... Qué barbaridad, mandaban a otros, porque
ellos no iban, a secuestrar pibes peronistas, de izquierda...y resulta que
ahora están con arresto “domiciliario”... ¡Acá no hay justicia!
Nosotros tenemos que seguir con nuestra prédica, en este
sentido yo tengo que agradecer a esta revista CUADERNOS que publica todo lo que
uno dice, porque otros medios no publican nada. ¡En Mar del Plata! ¡Qué
barbaridad! Hay un gordito y petiso que maneja todo Mar del Plata, falta que
maneje al cura. Va... no sé... ¡capaz que maneja hasta el cura!
Yo quiero agradecerles y pedirles disculpas por mis
expresiones que son producto de la calentura contra las injusticias.
No aflojen, sigan luchando y yo me comprometo a
seguir peleando.
Los abrazo con todo mi corazón.
Teniente Coronel
Adolfo C. Philippeaux
12 de agosto de 2004
Fuente: Periódico del FORO
PATRIÓTICO Y POPULAR
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